Autor: Hugo Pagán Soto

Cuenta la leyenda que la inspiración llegó por El idiota. Pero no cualquier idiota sino el que parió Dostoievski. Bresson encontró su musa repasando las páginas de la clásica novela y en especial ese momento en el que el príncipe Myshkin reflexiona sobre el rebuznar de un asno tendido en el suelo. De ahí nació la que hoy es considerada como una de las obras maestras del cine Au Hasard Balthazar. Para Robert Bresson este sería su séptimo largometraje, como si el destino hubiera querido hacer un guiño con eso de la perfección del siete. Películas como Un condenado a muerte se ha fugado y Pickpocket ya habían puesto su nombre por todo lo alto.

El camino de Balthazar comienza cuando Marie (Anne Wiazemsky), junto a otros niños, lo encuentran y lo bautizan. No es todos los días que un asno es bautizado, pero así inicia el relato de Bresson. Los niños irán creciendo y Balthazar irá pasando de dueño en dueño para que sus desventuras sirvan como pretexto al director para plasmar una historia que habla de la vida misma, de la esencia del ser humano. El paralelismo entre las vidas de Marie y Balthazar divide el discurso de Bresson en episodios que nos hacen reflexionar sobre los siete pecados capitales que en mayor o menor medida inciden en el guión.

Pobre Balthazar

Bresson utiliza lo mínimo posible para la puesta en escena y se ahorra los diálogos extensos. Nos muestra lo justo y nos dice solo lo necesario y así construye una historia contundente que nos inquieta con cada fotograma. Del cariño y la ternura de los niños Balthazar pasa a las manos ásperas de los adultos. Las penurias de ese pobre animal se nos meten en lo más profundo y dejan de sentirse ajenas, se hacen nuestras, se hacen las de cualquiera que le toque caminar por esta tierra. Ese asno se convierte en una especie de espejo del alma.

El agreste camino de Balthazar es el mismo que tiene que recorrer Marie. Primeo será el inocente amor truncado, luego el desapego del padre y más adelante la rebelde adolescencia. Cuando Gérard (Francois Lafarge) entra a la vida de nuestra desdicha Marie las cosas se complican aún más. El indomable Gérard tiene sus encontronazos con la ley y sus andanzas son bastante turbias. Se crea una equivalencia interesante cuando el impetuoso joven se hace cargo de Balthazar y a la vez comienza una relación con Marie, el abuso es el factor común. Ni la llegada de el viejo amor de infancia puede sacar a Marie de su trance.

“Creo en lo que tengo. Amo el dinero. Odio la muerte”

Las Manos de Bresson

El director francés convirtió los primeros planos de las manos en una de sus marcas de fábrica. En Pickpocket (1959) esos detalles y movimientos de las manos cobraron un nivel de maestría absoluto. Aquí una vez más el cineasta cambia las expresiones de los rostros por la de las manos. En los momentos claves no son las expresiones faciales las que nos bombardean con sentimientos sino los dedos que desbordan elocuencia en cada movimiento. El amor no correspondido, la lujuria, la caricia, la agresión y la compasión, Bresson nos las da con las interacciones de las manos de sus personajes y sus precisos planos de detalle.

Au Hasard Balthazar es una completa alegoría a la vida y es una de esas películas que crecen con el tiempo. Como una verdadera obra maestra mientras más profundo se analiza más importante se hace, sus múltiples lecturas permiten que el espectador pueda abordar el filme desde distintos puntos y arribar a variadas conclusiones sobre el discurso de Bresson.

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