La estación espacial china Tiangong (Fuente: cortesía CSS)

Aquella carrera espacial entre rusos y estadounidenses iniciada a fines de los años 50 del pasado siglo, que se mantuvo en su más alta confrontación en los años 60 e inicios de los 70, ahora tiene una vuelta de rosca con el tigre chino, vestido de capitalismo, al cual le salieron alas.

China ha propiciado la creación de empresas privadas en el área espacial, y hoy cuenta con casi 80 empresas de este tipo. El negocio, según un informe de 2017 del Bank of America Merrill Lynch, estima que la industria espacial podría alcanzar un valor de hasta 2,2 billones de euros en 2030. O sea dentro de apenas nueve años. La primera de ellas data de una fecha ya lejana como 1980, cuando se fundó China Great Wall Industry Corporation Limited, subsidiaria de la estatal China Aerospace Science and Technology Corporation (CASC) que junto a la China Aerospace Science & Industry Corporation Limited (CASIC) conforman el tándem principal estatal de la industria espacial china.

Se trata pues, de uno de los fundamentos fuertes para contar con socios extranjeros en participación, especialmente con empresas que no quieran verse conectadas con el gobierno chino. Esto a la vez permite que muchas empresas hayan buscado inversiones extranjeras para escapar de la dependencia de los subsidios estatales y sus restricciones.

Los tres militares chinos Nie Haisheng, Liu Boming y Tang Hongbo, primeros ocupantes de la EECH (Fuente externa)

El investigador de la Universidad de Cornell (EE. UU.) especializado en política exterior china Lincoln Hines afirma que no siempre está claro exactamente lo independientes que son estas empresas del Ejército Popular de Liberación, dados los vínculos históricos entre el sector espacial y el de defensa. «Algunas de estas cuestiones plantearán grandes obstáculos para el sector espacial comercial mientras intenta expandirse»

Según un artículo de enero de este año, de la importante MIT Technology Review, los éxitos espaciales chinos más destacados del año 2020 fueron: enviar un róver a Marte, traer rocas lunares a la Tierra y probar el vehículo tripulado de próxima generación que algún día debería llevar a los taikonautas a la órbita, y posiblemente a la Luna.

Otros logros pasaron desapercibidos para el resto del mundo, como el lanzamiento del 7 de noviembre de Ceres-1, un nuevo tipo de cohete que, con solo 19 metros de altura, es capaz de llevar 350 kilogramos de carga útil a la órbita terrestre baja. El lanzamiento envió al espacio el satélite de comunicaciones Tianqi 11.

Ceres-1 no fue construido ni lanzado por el programa nacional de China. Se trataba de un cohete comercial, el segundo de una empresa china en volar al espacio. Y el lanzamiento se produjo menos de tres años después de la creación de la empresa. Lo que ha conseguido es un hito para la industria espacial privada de China, incipiente, pero de rápido crecimiento, y representa una parte cada vez más crucial del intento del país a destronar a Estados Unidos como la potencia espacial de mayor prestigio del mundo. Porque de eso se trata y hacia eso apuntan los chinos.

Lo comercial

La atención, desde ya, se centra en la industria espacial comercial. El creciente negocio espacial privado del país está menos enfocado en traer prestigio y gloria a la nación y más a reducir el coste de los vuelos espaciales, aumentar su influencia internacional y ganar dinero. No quiere decir esto que el gobierno se vaya a desentender de las cuestiones estratégicamente importantes. Las empresas privadas aportan esfuerzos en la fabricación de satélites menos costosos haciéndolos más pequeños y utilizando hardware estándar; y también en la creación de cohetes por menos dinero con materiales más baratos o reutilizando propulsores, tipo Falcon 9 de Space X. Lo cual concluye que actualmente resulta más barato enviar algo al espacio y, en consecuencia, los precios de los servicios y datos que los satélites pueden ofrecer también han bajado.

«En el futuro, habrá decenas de miles de satélites esperando ser lanzados, y eso es una gran oportunidad para Galactic Energy», afirma el portavoz de la empresa, Wu Yue, según el artículo de MIT Technology Review.

Nie Haisheng, Liu Boming y Tang Hongbo (Foto: captura de pantalla)

De cualquier manera ahora mismo, los primeros tres tripulantes de la nueva Estación Espacial China ya llevan unos 45 días viviendo en su nuevo hogar. Nie Haisheng, Liu Boming y Tang Hongbo, militares los tres, dos generales y un coronel, han demostrado que se puede vivir dentro del módulo Tianhe durante varias semanas sin problemas.

Lo científico

La Estación Espacial China (CSS, que en español debe ser EECH) debe alcanzar su potencial como laboratorio científico en el verano de 2022, dentro de un año, cuando sean lanzados los módulos Wentian y Mengtian, con los cuales dará inicio de la ocupación permanente de la estación. Entre los numerosos experimentos internacionales que se llevarán a cabo en la estación destacan varios de índole astronómica, el más importante de ellos será el telescopio espacial Xuntian, de 2,4 metros de diámetro, que se acoplará regularmente con la estación.

La EECH tendrá en su exterior varias cargas útiles destinadas a la astronomía. La primera de ellas es HERD (High Energy Cosmic-Radiation Detection facility), una colaboración entre España, Italia, Suiza y Alemania, además de China, por supuesto.

HERD y su futura situación en el exterior del módulo Wentian (Fuente: cortesía HERD)

El HERD, que costará entre 155 y 310 millones de dólares, será un detector de rayos cósmicos comparable en cierto modo al AMS-02 situado en el exterior de la ISS y que deberá ofrecer mediciones del espectro de rayos cósmicos con energías del orden de petaelectronvoltios. Además de rayos cósmicos, HERD buscará rayos gamma y tratará de aclarar el misterio del exceso de positrones que llega a nuestro sistema solar.

Según el blog Eureka, del divulgador científico español Daniel Marín, HERD será instalado en el exterior del módulo Wentian en 2027. Viajará hasta la estación a bordo de un carguero Tianzhou modificado para poder llevar cargas no presurizadas. Con una masa inferior a las 4 toneladas, su vida útil se estima en más de diez años. Otra carga astronómica será POLAR-2, un instrumento que permitirá medir la polarización de los rayos gamma, especialmente aquellos producidos por explosiones de rayos gamma (GRB). De esta forma, se podrá discriminar mejor entre los diferentes modelos teóricos de cara a explicar la naturaleza precisa de estas explosiones. POLAR-2 es una colaboración entre China, Suiza y Polonia que se basa en el instrumento POLAR lanzado en la estación espacial Tiangong 2 en 2016. POLAR detectó 55 GRBs, varios púlsares y fulguraciones solares en el plazo de seis meses. Se pudo medir la polarización de cinco GRBs, demostrando que era muy baja o nula. POLAR-2 continuará con estas observaciones y también buscará contrapartidas electromagnéticas de eventos de ondas gravitacionales.

El instrumento POLAR-2 tiene como objetivo proporcionar tales medidas al tener un área efectiva un orden de magnitud mayor que la de POLAR. El detector, propuesto por una colaboración internacional, fue seleccionado recientemente para su lanzamiento en 2024. Luego se colocará en la Estación Espacial de China y funcionará durante al menos 2 años. Al mejorar el diseño de POLAR y ampliar la escala del instrumento, se puede lograr un aumento en el área efectiva de un orden de magnitud en comparación con POLAR, según indico.cern.ch.

Carga científica en la CSS (Fuente: cortesía de CAS)

Otro instrumento científico importante a bordo de la EECH será el SING, un espectrógrafo casi ultravioleta (NUV) para volar bajo el paraguas de UNOOSA en el EECH, que observará en el rango de longitud de onda de 1400 Å a 2700 Å con una resolución espectral de aproximadamente 3 Å a 2000 Å y una resolución espacial de 11 ”- 20” sobre un campo de visión de 1,1 ° x 7,6 ”.

Según jcuva.ucm.es «Nuestro principal objetivo científico es estudiar las condiciones físicas en regiones extendidas del cielo, desde el gas caliente en los remanentes de supernova (SNR) hasta el gas caliente en las nebulosas planetarias y el gas frío en las nubes moleculares».

Telescopio ultravioleta SING (Fuente: cortesía de INASAN)

Valor estratégico chino

En realidad la carga científica será una fracción de las labores que desarrollará cuando esté a toda máquina la EECH. Habrá otra carga de indudable valor militar. De no ser así, quienes primero hubiesen viajado a la EECH no hubiesen sido dos generales y un coronel.

La apertura de una base en la Patagonia, en Argentina, es uno de los símbolos más recientes de los planes de Pekín de asentarse en la región, una estrategia que pone en jaque los intereses norteamericanos en su traspatio.

Se trata de una antena gigantesca, una torre de metal resplandeciente que se eleva dieciséis pisos, un dispositivo de 450 toneladas, con su enorme plato que parece abrazar los cielos abiertos, elemento principal de una estación de control para satélites y misiones espaciales que tiene un valor de 50 millones de dólares y fue creación del Ejército chino.

Estación china en la Patagonia argentina (Fuente: Google Earth)

Un artículo de The New York Times, fechado el 28 de julio del 2018 daba el anuncio del gran dispositivo chino en América Latina, y agregaba «China ha llevado a cabo discretamente un plan de gran alcance en Latinoamérica. Ha expandido el comercio de manera considerable, ha rescatado gobiernos, construido enormes proyectos de infraestructura, fortalecido los lazos militares y ha asegurado inmensas cantidades de recursos, así, ha enlazado su destino al de varios países de la región y viceversa». Cuba, aliado natural de China en la región tuvo a partir de 2008, compañeros de viaje con el país asiático a Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Uruguay y Bolivia, con sus líderes de izquierda. Desde 2015, China ha sido el principal socio comercial de Suramérica, con lo cual ha eclipsado a Estados Unidos.

Cristina Fernández, siendo presidenta de Argentina y el presidente chino Xi Ji Ping (Fuente: cortesía de Reuters)

Según TNYT: «Los funcionarios argentinos aseguran que los chinos han accedido a no utilizar la base para fines militares. No obstante, expertos argumentan que la tecnología con la que cuenta la estación tiene muchos usos estratégicos».

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