Hay un ser vivo que conoce la inmortalidad. Nace, crece, madura y luego, de un modo misterioso regresa a la pubertad.

Sobre este ser vivo realmente no se conoce mucho, pero su vida útil es infinita. Según los científicos, podría vivir miles de años. Nadie ha podido comprobarlo por razones obvias. Pero teóricamente es así.

Este es uno de esos misterios que todavía existen en nuestro planeta, a pesar de que enviamos robots a Marte.

Un artículo de los científicos S. Piaino, F. Boero, B. Aeschbach y V. Schmidt, todos del Istituto Sperimentale Talassografico CNR «A. Cerruti,» situado en Via Roma 3, I-74100 Taranto, y del Laboratorio di Ecologia de1 Benthos, Stazione Zoologica di Napoli «A. Dohm, » 80077 Ischia Porto (Nápoles), en Italia, abordó la realidad de esta especie. El artículo se titula «Inversión del ciclo de vida: medusas transformándose en pólipos y transdiferenciación celular en Turritopsis nutricula (Cnidaria, Hydrozoa)», publicado en 1996 en el volumen 3 de The Biological Bulletin, Vol.190, No.3

«Este tipo de organismos se desarrollan a través de una serie de etapas que conducen a adultos sexualmente maduros. En unos pocos casos es posible la reversión de la ontogenia, pero no suele ocurrir después del inicio de la reproducción sexual», dice el resumen.

«Todas las etapas de la medusa Turritopsis nutricula, desde individuos recién liberados hasta individuos completamente maduros, pueden transformarse de nuevo en hidroides coloniales, ya sea directamente o a través de un período de descanso, escapando así de la muerte y logrando la inmortalidad potencial. Este es el primer metazoo que se sabe que vuelve a una transformación juvenil colonial después de haber alcanzado la madurez sexual en una etapa solitaria. Los experimentos de escisión selectiva muestran que la transformación de medusas en pólipos ocurre solo si están presentes células diferenciadas de la epidermis exumbrellar y parte del sistema gastrovascular, lo que revela un potencial de transformación sin paralelo en el reino animal», manifiestan los autores en el tratado reproducido digitalmente en el 2016 en The University of Chicago Prees Journal.

Turritopsis nutricula es una especie de hidrozoo hidroideo de la familia Oceanidae con un ciclo de vida en el que se revierte a pólipo después de llegar a su maduración sexual. Es uno de los casos conocidos de metazoo capaz de revertir su edad adulta a una edad sexualmente inmadura de forma individual. Otros animales biológicamente inmortales incluyen la medusa Laodicea undulata y Aurelia sp., así como la medusa del mismo género Turritopsis dohrnii.2​ Es capaz de realizarlo a través de un proceso celular de transdiferenciación. Teóricamente, este ciclo puede repetirse indefinidamente, presentándose como biológicamente inmortal.

Es originaria de los mares del Caribe pero se ha extendido por todo el mundo. Su diámetro es apenas de 4-5 milímetros. Describen su figura alta ya acampanada con paredes finas y uniformes.

Es dueña de un gran estómago o cavidad gastrovascular de color rojo vivo, tiene forma cruciforme en su corte transversal. Los especímenes jóvenes tienen ocho tentáculos en el borde pero los adultos llegan a tener hasta 80-90 tentáculos.

Según explican, los huevos fertilizados se desarrollan en el estómago y en cavidades de la larva (plánula). Los huevos posteriormente se plantan en el fondo del mar en colonias de pólipos. La medusa incuba después de dos días. Llega a ser madura sexualmente después de pocas semanas (su duración exacta depende de la temperatura de las aguas: a 20 ℃ entre 25 a 30 días y a 22 ℃ de 18 a 22 días).

La mayoría de las medusas generalmente tienen un tiempo de vida relativamente fijo, que varía entre especies que duran apenas horas hasta otras que viven varios meses. Pero la medusa Turritopsis nutricula es diferente. Es la única forma de vida conocida que ha desarrollado la habilidad de volver a un estado de pólipo, por un proceso de transformación específico, que requiere la presencia de ciertos tipos de células, llamado transdiferenciación, que es cuando células madres se transforman en otro tipo de células.

En laboratorio se han realizado experimentos que han revelado que, desde cualquiera de sus etapas vitales (desde que nace hasta que constituye un individuo sexualmente maduro), la medusa puede transformarse de nuevo en pólipo.

La medusa en transformación se caracteriza primero por el deterioro de la campana y los tentáculos, con el subsiguiente crecimiento de un perisarco y estolones, y, finalmente, de pólipos de alimentación. Los pólipos se siguen multiplicando creando más estolones, ramas y luego pólipos, para formar hidrozoos coloniales.

La maravillosa y misteriosa habilidad para invertir el ciclo de vida (en respuesta a condiciones adversas) es, probablemente, única en el reino animal y permite a la medusa evitar la muerte, volviendo a la Turritopsis nutricula al único ser vivo conocido biológicamente inmortal.

Si bien esas condiciones se han observado en laboratorio, demostrando que el 100 % de los especímenes podían volver a la fase de pólipo, hasta ahora ha sido imposible observar el proceso en su medio natural, en parte porque el proceso es bastante rápido, y observaciones de campo en el momento exacto son improbables. A pesar de esta remarcable habilidad, la mayoría de medusas Turritopsis suelen caer víctimas de las amenazas habituales de la vida del plancton, incluyendo ser comido por otros animales, o sucumbir a una enfermedad.

Se encuentra en todos los océanos del mundo en aguas templadas o tropicales, desde Colombia hasta Japón, pero también se ha encontrado en el mar Mediterráneo en las costas de Italia y España. Esta importante colonización se cree que es debida a la dispersión de las mismas por los barcos que navegan por diferentes mares y descargan los tanques de lastre en diferentes zonas.

Un artículo publicado por el periódico español ABC el 29 de enero del 2009 daba cuenta de que en el verano del 2008 la bióloga Maria Pia Miglietta, de la Pennsylvania State University, gracias a una serie de análisis genéticos realizados a decenas de ejemplares de la medusa se dio cuenta de que la especie, originaria de los mares del Caribe, se había extendido prácticamente por todos los océanos del mundo.

«Lo que es capaz de hacer esta medusa -dijo entonces la investigadora-, equivale a una mariposa que pudiera volver a convertirse en una oruga». Según ABC, Miglietta comparó el ADN mitocondrial de ejemplares de Turritopsis recogidos en Florida y Panamá con otros procedentes de otros lugares del mundo y que habían sido recolectados durante investigaciones anteriores.

El resultado fue la sorpresa de que determinadas secuencias genéticas se repetían en ejemplares obtenidos desde Panamá hasta Japón. En quince de ellos, procedentes de ambos países y de las costas españolas e italianas, las secuencias eran idénticas. La existencia de este patrón implica una extraordinaria facilidad de movimiento. Y los investigadores creen que esa facilidad, igual que la de muchas especies marinas invasoras, procede de las bodegas y los tanques de lastre de los barcos que navegan por esas aguas.

 

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