Alberto Houellemont visto por el lente de Danelis Sena (cortesía Diario Libre)

Ha muerto Alberto Houellemont y acabo de enterarme. Fue este jueves 15 en Hospiten, donde se encontraba interno afectado de neumonía. Hace algo par de meses me llamó y quedamos en vernos. Tenía 80 años de edad. En el año 2016 le entrevisté para Diario Libre a tenor con una exposición suya. Y tal y como comencé aquella entrevista murió siendo un raro. Si entonces andaba cercano a las figuras geométricas en una fiesta de colores entre abstracta y figurativa, antes había emergido con paisajes bucólicos y bodegones, deudores de escenas paisajísticas europeas, no muy lejos de la mano de Renoir. A su obra regresarán mañana quienes quieran conocer una de las personalidades más sui generis del ámbito de las artes visuales dominicanas.

Aquí la entrevista:

«Es un raro. La pintura es su sacerdocio. Alejado de los medios, como si estuviese zambullido en su propio mundo, Alberto Houellemont reaparece muy pocas veces, cada vez con rompimientos que obligan a girar las miradas de los amantes de las artes plásticas hacia él. Esta es su tercera emersión, dice que seguramente es la última. La ha titulado Concierto geométrico. Aunque nadie tiene la última palabra. Se quita la careta, el snockel, las patas de rana. Habla.

—¿Cuál es la filosofía de esta nueva propuesta?

¡Ni yo mismo sé! Porque he tratado de pintar lo que yo no sé qué es. Gamal Michelén le buscó el nombre perfecto: Concierto geométrico. Por qué es un concierto de luces y formas. Pero yo no sé lo que es. Si me diera cuenta lo que es, no sigo pintándolo; porque entonces ya yo sé lo que es. Lo importante es que todo el que vea esa obra no sepa realmente qué lo que es. Y ese es el desafío de esta gente (señala a Gamal, sentado a su lado), que supuestamente son los que saben categorizar eso. A qué escuela, cuál es el modelo, cuál es el concepto. Va a haber confusión y eso me alegra mucho. ¿Porque es un abstracto? No es un abstracto. ¿Es constructivismo? No es constructivismo. ¿Qué lo que es, expresionismo? Tampoco.

—Pero veo rasgos de constructivismo, de abstraccionismo…

Lo dijiste bien: hay rasgos del abstracto, hay rasgos de todo.

—¿Se pudiera decir que es un resumen de diversas épocas?

¡No sé! Yo tengo 60 años pintando, y yo he hecho tres exposiciones -¡nada más, eh!- en 60 años pintando. Hace un rato te dije la diferencia entre exhibición y venta continua, a lo que es una exposición de verdad. Como tú dijiste ahorita: ‘yo voy a ver lo que está haciendo Houellemont’. Ah, pues tengo que presentarte algo nuevo. Sino, no es exposición. Y creo que esta va a ser la última, porque una exposición es un gran quehacer. Primero con uno mismo diseñando algo nuevo. Eso es lo primero. Y después, la planificación y ejecución de eso, es peor todavía. Muchos intríngulis. Pienso que esta va a ser la última.

Bodegón con paisaje, tomado del Facebook de Alberto Houellemont

—Si hay algo que ha afectado a la plástica dominicana es la excesiva comercialización, los clichés…

El mercadeo ficticio.

—El falso coleccionismo. ¿Cómo usted se relaciona con todo eso?

Bueno, como dijo una vez Erwin Cott -que lo tenga Papá Dios con él-, se me ha sido muy difiiiicil, porque me he mantenido muy alejado de los periódicos, primeras páginas, toma lo tuyo coge lo mío. Yo me mantengo en una cápsula medio solemnoide, media, para no dejarme ver. Yo no estoy en el mercado, pero como tengo 60 años pintando, mucha gente me conoce. Pero nunca he buscado el mercadeo para mis obras. No.

—¿Y ha expuesto fuera del país?

Sí, he expuesto en varios sitios. Estados Unidos fundamentalmente. Fui invitado a Texas. Verizon me invitó a mi; no yo invité a Verizon. Y ahora recientemente estuve en Virginia. Pero eso, cuando surgen las circunstancias. No porque me interese, ni busque eso. Mi trabajo ha sido generalmente en este paisito llamado República Dominicana.

—Veo en su trabajo una relación profunda con la música, más allá del título que le puso el curador Gamal Michelén.

Es que la música es el arte del bien combinar el sonido con el tiempo. Y la pintura es el arte de bien combinar la forma con el color. Llega un punto que son lo mismo. Con la música usted oye y si oye, ya piensa. Con la pintura usted ve, y si ve ya piensa. Así que para mí la música y la pintura se encuentran siempre. La buena música y la buena pintura.

—Los píntores tienen mañas para pintar, sobre todo con la música. ¿Con qué música le gusta pintar?

A mí me gustan los Adagios. Lo más tranquilo, eso es lo que yo quiero. Hay cuatro o cinco Adagios famosos, pero cualquiera de ellos es para mí lo mejor. Sea de Albinioni, Pachelbel Barber, todos son excelentes. El que me toque ese es.

—Advierto una unicidad en cuanto a concepto y es como si hubiese un mismo tempo musical.

Si, pero con la variable continua, porque ninguno se parece al otro. Exceptuando en la forma y el color. Pero el que quiera buscar uno igual al otro es imposible, porque es una geometría no uniforme, como Gamal lo llama un Concierto Geométrico. Y eso es lo que lo hace interesante.

Una de las obras que expuso en el 2016 Alberto Houellemont

—A la vez, es una obra muy caribeña

—Por la riqueza cromática sí. Pero yo no me inspiré en el Caribe. Me inspiré en mí mismo, en mi universo. Pero eso es geometría, que es la vida. En cualquier país del mundo esa es la vida. Yo me inspiré en la vida, la que no conozco. Esa. Y me siento bien haciendo lo que yo no sé qué es.

—¿Qué estudió usted?

—Eso yo no lo estudié. Yo conocí a Yoryi Morell y fue conocer mil libros juntos.

—¿Pero qué profesión tiene?

—Yo soy doctor en derecho. Pero nunca ejercí, porque antitrujillista que era y que soy, no me permitía el medio ambiente meterme en un tribunal. No ejercí. Después me hice analista de sistema y planificación y desarrollo por las Naciones Unidas. Y me ayudó muchísimo. Conocí a Yoryi Morel en el 67, y ese fue mi segundo , mi tercero, mi primero y mi quinto papá. Yoryi Morel, un gran dibujante, un gran pintor. Él para pintar ponía la 9na de Beethoven siempre. Pintaba a las 3:00 de la mañana. A esa hora me levantaba y me iba a verlo pintar.

—¿Y usted a qué hora pinta?

—A todas horas. Me levantó a las 5:00 a.m. y no sé a qué hora pinto, pero todos los días del mundo. Cuando pinto, tengo a Papá Dios al lado mío. Y cuando no estoy pintando, estoy durmiendo».

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