Afganistán ha sido tomada por los talibanes, que dentro de la escala humana, son una de las más extremistas expresiones de la guerra contra las mujeres.
Si hoy existe el Estados Islámico que ha implantado el terror en muchos países del mundo, se debe en gran parte al movimiento talibán. Los talibanes afganos a fines de los años 90 del pasado siglo, un poder sanguinario y medieval, inspirador de ISIS.
Se trata de una organización islamista sunita que opera principalmente en Afganistán y Pakistán. Talibán, en pashto, es el plural de talib, que significa estudiante. La mayoría de los miembros son pashtún, el grupo étnico más grande en Afganistán.
Las grandes comunidades pashtunes se concentran en el este y sur de Afganistán y en el oeste de Pakistán. Su diáspora es numerosa, con asentamientos en otros países de Asia, América, Europa y Oceanía. Muchas veces los pashtunes eran motivos de burla en la Unión Soviética, debido a la evidente retranca hacia la modernización en que vivían.
Pero en Afganistán específicamente, tras siglos de atraso feudal, en 1919 llegó al poder Amanulá Khan cuya esposa, Soraya Tarzi, por primera vez le mostró a las mujeres de su país que existía otra vida. Sin dudas, sus ideas fueron revolucionarias en un país tan inmerso en costumbres tribales, que convertía a las mujeres en seres invisibles.
Cuando Amanulá Khan cambió su designación de emir a padshah, o sea «rey», cuya duración llegó apenas hasta 1929, ambos se comprometieron con la educación de las niñas y las mujeres.
«Yo soy su rey, pero la ministra de Educación es mi esposa, su reina», dijo en 1926 el Amanulá Khan, con lo cual dejaba claro el rol de Soraya en el proceso de modernización de la nación.
Desde 1990, con la caída de la Unión Soviética, y hasta el 2001 regresó el talibán a Afganistán. Desde el 2001 que intervino la fuerza militar norteamericana, hasta la semana pasada, existió una pausa de 20 años, donde la mujer pudo al fin tener una imagen diferente de sí misma.
Tras la decisión del presidente norteamericano Joe Biden de retirar el ejército de ese país, ha regresado con una fuerza inusitada el poder talibán y con él, el atraso y el terror a Afganistán.
Bajo la sharía, la ley islámica, con tan solo dejarse ver en público con la cabeza descubierta, las consecuencias para una mujer pueden ser de vida o muerte.
¿Qué es la sharía?
Según «Sharía» significa «el camino» o «el camino claro que lleva al agua». Se refiere a un conjunto de principios que rigen la vida moral y religiosa de los musulmanes; es un código de conducta que determina todos los aspectos de la vida de los musulmanes, con normas que afectan desde las plegarias hasta los ayunos o las donaciones a los pobres.
La ‘Sharía’ se nutre de el Corán (‘recitación’), el Hadiz (‘narración’), el Ijma (‘consenso), y el Ijtihad (‘esfuerzo’). La mayoría de los musulmanos entienden esta ley como la palabra revelada por Dios, pues comienza a tomar forma tras la muerte del profeta Mahoma en el 632 d.C. y consideran que tiene una única interpretación.
«La sharia gobierna la vida de las personas de formas que no se rigen por la ley», dice Lynn Welchman, directora del Centro de Derecho Islámico y del Medio Oriente. «Más de 50 países son miembros de la Organización de la Conferencia Islámica, y se puede esperar que haya alguna forma de cumplimiento de la sharia, ya sea en la vida personal de las personas o impuesta por el estado a través de los tribunales. Muchos estados en el Medio Oriente son incorporando más elementos de la sharia a sus leyes estatales», explicó la periodista Susie Steiner en The Guardian el 20 de agosto del 2002.
Algunos aspectos de la vida de los ciudadanos de Egipto o Turquia, por ejemplo, están regidos por la ‘Sharía’, pero no todo gira en torno a ella. En general una gran parte de los musulmanes opinan que debe aplicarse para solucionar disputas familiares o sobre la propiedad. Otros piensan que debe ser «la ley de la tierra», y otros aun que conciben la misma a través de los castigos más severos como la lapidación o amputación de manos, a las mujeres que cometen adulterio y a los ladrones, respectivamente. Otros países como Nigeria, actualmente Burkina Faso (donde el Estado islámico) tiene fuerte presencia, entre otros, aplican con suma rudeza la Sharía.
Dentro de la ley de la sharia, existe un conjunto específico de delitos conocidos como delitos Hadd. Se trata de delitos que se castigan con penas específicas, como lapidación, azotes o el corte de una mano. Las penas por delitos de Hadd no se adoptan universalmente como ley en los países islámicos.
Arabia Saudita, por ejemplo, afirma vivir bajo la ley de la sharia pura y hacen cumplir las penas por delitos de Hadd. En otros, como Pakistán, las sanciones no se han aplicado. La mayoría de los países de Oriente Medio, incluidos Jordania, Egipto, Líbano y Siria, no han adoptado los delitos de Hadd como parte de sus leyes estatales.
Los delitos de Hadd conllevan sanciones específicas, establecidas por el Corán y por el profeta Mahoma. Estos incluyen relaciones sexuales ilegales (fuera del matrimonio); falsa acusación de relaciones sexuales ilícitas; el consumo de alcohol; hurto; y robo en la carretera. Los delitos sexuales conllevan la pena de muerte por lapidación o flagelación, mientras que el robo se castiga con el corte de una mano.
Muchos países islámicos tendrán el adulterio y el consumo de alcohol definidos como delitos en la ley, pero no se definen como delitos Hadd porque no conllevan la pena de Hadd. En su lugar, a menudo se los castiga con una pena de prisión.
El islam no cuenta con una jerarquía religiosa intermediaria entre Dios y el fiel, como por ejemplo en la religión católica o el cristianismo ortodoxo, por solo citar dos ejemplos. De ahí las distintas interpretaciones de la jurisprudencia islámica, conocidas como ‘Madhab’. Que según datos enciclopédicos, en la actualidad hay cinco grandes, cuatro en el islam suní y la del islam chií.
En Afganistán la preponderancia es de la escuela Hanafí, del islam suní, conocida como la escuela de la opinión (‘rai’), donde los hanafíes siguen los dichos de los profetas, las costumbres y las legislaciones de las religiones anteriores. De ahí algunas de las interpretaciones más estrictas de las leyes islámicas.
Los derechos de la mujer según la ‘Sharía’
La Sharía considera a las mujeres ciudadanas de importancia menor, sometidas a la voluntad del hombre y objeto de provocación para el mismo. Es por ello que las féminas deben esconder su cuerpo, e incluso su rostro de cualquier extraño, con velos completos como la burka. No pueden hablar en público y su risa no debe ser escuchada por ningún desconocido. O sea son convertidas en fantasmas.
A fines de los 90, el talibán en Afganistán hizo que las mujeres sufrieran tratos vejatorios y graves violaciones a sus derechos y a su integridad, tanto física como psicológica. No podían salir de su casa si no iban acompañadas de su mahram (hombre de parentesco cercano, como padre, hermano o marido); no podían trabajar y la atención médica que podían recibir era muy precaria, ya que un médico varón no podía explorar el cuerpo de una mujer. Se reservaban pocos puestos para mujeres médicas y enfermeras, incapaces de atender al gran número de féminas que necesitaban atención sanitaria. Además, aquellas mujeres que inclumplían la ley (cometían adulterio, enseñaban el rostro o los tobillos, utilizaban cosméticos, salían de casa solas o trataban de estudiar), eran sometidos a duros castigos físicos que, en muchas ocasiones, acababan con su vida.
Lo mismo ocurrió durante los años en que el ejército norteamericano persiguió a los talibanes, en aquellas zonas donde estos eran fuertes o aparecían.
La palabra de una mujer no tiene valor ante el tribunal en los territorios sometidos por los talibanes. Los crímenes que establece la ‘Sharía’ solo pueden ser probados por hombres. Así, si una mujer presencia un crímen, no puede ejercer de testigo. De hacerlo, podría ser sometida a latigazos.
Los castigos más severos de la ‘Sharía’
Los castigos más duros de la Sharía son los ‘Hadd’, aquellos que debe decidir un juez. Estos son:
1. Relaciones sexuales ilegales (relaciones sexuales fuera del matrimonio, el adulterio y la homosexualidad).
2. Acusaciones falsas sobre relaciones sexuales ilícitas.
3. El consumo de vino (en ocasiones ampliado al consumo de alcohol en general).
4. El robo
5. El robo a mano armada o bandolerismo.
6. La apostasía, que incluye la blasfemia (aunque esta última no es considerada una ofensa ‘Hadd’ por todos los juristas islámicos). Recordar el caso del escritor indio Salman Rushdie, quien por publicar su novela Los versos satánicos (1988), provocó una polémica en el mundo musulmán debido a la supuesta irreverencia con que se trata a la figura del profeta Mahoma, que el ayatolá Jomeiní de Irán dictó un edicto en el cual lo condenaba a muerte por apostasía.
Así, como se ve, los tipos de castigos van desde la flagelación, con una cantidad variable de golpes, a la pena capital, pasando por la amputación. Y son especialmente crueles en el caso de las mujeres y niñas, principales víctimas de una ley religiosa que afecta la integridad y la visibilidad de ellas.
(Con información de agencias y periódicos The Guardian; El Mundo; IRIN Asia, UN Office for the Coordination of Humanitarian Affairs; Wikipedia, entre otras fuentes)
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).