Laurent Simons, el niño prodigio holandés (Foto: cortesía de EFE)

Hace unos veinte años conocí en Puerto Rico, en la Universidad de Mayagüez un niño de 12 años que trabajaba en su tesis de doctorado de Física. Estaba a punto de ser doctor y seguía siendo un niño que amaba a su perro y le encantaba jugar con su hermano, etc. Sus padres, si mal no recuerdo eran una ama de casa y un mensajero de correos. Aquel niño me sorprendió al explicarme su tesis de grado: quería demostrar que el tiempo es un concepto no lineal, sino en ciclos como bucles.

Ahora llega la noticia de otro niño, este mucho más chico, pues apenas tiene 9 años y dentro de unos días se graduará de Ingeniero Eléctrico. Se llama Laurent Simons, y será la persona más joven del mundo en graduarse de la Universidad. En tan solo 9 meses ha logrado completar el programa académico de tres años de Ingeniería Eléctrica.

«Empecé la escuela primaria con 4 años, pasé a la secundaria con 6 y entré en la universidad el pasado marzo, con 9 años», dijo el niño a la agencia Efe durante una entrevista en la Universidad Técnica de Eindhoven (Holanda), donde recibe clases particulares.

Obvio que no sigue un plan de estudios común, pues según su madre, Lydia Simons, «él va a su ritmo». «Los lunes me presentan los cursos que daré esa semana, los martes tengo prácticas, los miércoles es mi día de estudio, los jueves tengo tutoría con los profesores y los viernes hago exámenes», explicó Laurent, quien, según su madre, «si no quiere hacer un examen en el día previsto, puede posponerlo».El objetivo de este niño, cuyo coeficiente intelectual se cifró en el valor máximo de 145 puntos, es «conseguir extender la vida» a través de la creación de «órganos artificiales», una actividad que, según Laurent, «podría llegar a conseguir la vida eterna».

Por el momento, Laurent se encuentra trabajando en su proyecto de final de grado: un chip electrónico conectado al cerebro. Pese a su brillante currículum académico y sus aspiraciones profesionales, Laurent, que se ha convertido en toda una estrella mediática en Bélgica y Holanda y cuenta con más de 43.000 seguidores en Instagram, sigue siendo un niño a quien le da vergüenza hablar delante de la cámara y es difícil arrancarle más de dos palabras seguidas, dice la nota de EFE.

«Me gusta jugar con mis amigos, jugar a videojuegos, estar con mi perro y ver Netflix», explica el pequeño, que todavía mantiene su círculo de amigos de la escuela primaria, aunque, según especifica, con ellos no habla sobre la universidad.

Fue precisamente en el colegio cuando sus maestros se dieron cuenta de que aprendía las cosas «muy rápido» y estudiar para él era «muy fácil». «No me aburría en clase porque me enseñaban las cosas que hacían los chicos más mayores», confiesa Laurent, a quien con 6 años sus primeros profesores le dijeron que no podían enseñarle «nada más», según reveló su madre. «Yo no me siento especial por estar en la universidad», asegura el niño para quien «su vida universitaria y su vida personal están muy separadas», asegura.

Laurent «hace las mismas cosas que cualquier niño de 9 años», con la diferencia de que él «sabe más». Según el despacho, al finalizar su ingeniería, Laurent quiere estudiar un doctorado y formarse en medicina.

Después de todo lo importante en aquel niño de Mayagüez y el pequeño Einstein holandés, es que uno y otro siguieron siendo niños.

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