«Nunca hubo una traición mayor de un presidente de Estados Unidos a su cargo y a su juramento de la Constitución», dijo este miércoles la representante republicana Liz Cheney durante la larga sesión de trabajo de la Cámara de Representantes.
Donald Trump ya está instalado en la historia. Nadie le puede quitar al menos ese éxito. Y lo está no solo por haber sido el presidente No. 67 de los Estados Unidos de América, sino por haber sido el primer presidente que ha sido impugnado en dos ocasiones por la Cámara de Representantes y por haber sido el primero en alentar una insurrección en su país, siendo él mismo el presidente. A ver cómo se lo explicarán en las clases de Historia los estudiantes de aquí a 40 años. Digo, si es que de aquí allá el concepto de estudiante existe todavía (¡como todo está cambiando!) y si es que aun existe una asignatura llamada Historia.
La Cámara de Representantes aprobó este miércoles el «impechment», esa figura legal que no es más que la impugnación formal de Donald Trump por “incitar a la violencia contra el gobierno de Estados Unidos”.
La iniciativa de Nancy Pelosi, líder de la Cámara de Representantes, contó con el apoyo de los congresistas demócratas, así como de una decena de republicanos, incluida una de las líderes del partido, Liz Cheney. La resolución, aprobada por 232 votos a favor y 197 en contra, también condena a Trump por intentar revertir el resultado de las elecciones de manera ilegal presionando al republicano encargado de la gestión de las elecciones en Georgia. El texto es la resolución de destitución de un presidente, con más apoyo bipartidista de la historia.
El debate, en el mismo salón que fue invadido por varios cabecillas del asalto del 6 de enero pasado, fue dilatado y sombrío, donde algunos congresistas casi lloraron recordando por lo que tuvieron que pasar y por la desilusión que sienten hacia quien ha ostentado la figura de presidente del país que ha sido el ejemplo de democracia para el resto del mundo.
Muchas de las intervenciones fueron ácidas, duras contra el presidente después de una semana «devastadora», según palabras de los propios representantes republicanos. Varios congresistas de ambos partidos hablaron de cómo habían temido por sus vidas y las de sus familias.
“El presidente de Estados Unidos convocó a esta turba, les juntó y encendió la llama de este ataque. Todo lo que sucedió después es su obra. Nada de esto habría pasado sin el presidente. El presidente podría haber intervenido de manera inmediata y enérgica para parar la violencia. No lo hizo”, dijo Cheney, tercera en el liderazgo del partido republicano en la Cámara y una de las representantes del estado de Wyoming. Sus palabras retumbaron una y otra vez en el hemiciclo y fueron la continua referencia para los que le continuaron en el uso de la palabra.
Votaron también a favor del impeachment los republicanos John Katko, de Nueva York, Fred Upton y Peter Meijer, de Michigan, Adam Kinzinger, de Illinois, Tom Rice, de Carolina del Sur, Anthony Gonzalez, de Ohio, David Valadao, de California, y Jaime Herrera Beutler y Dan Newhouse, del estado de Washington. Kevin McCarthy, el líder de la minoría republicana en la Cámara, dijo que el presidente «carga con la responsabilidad de los ataques de la turba en el Capitolio», pero decidió votar en contra de la resolución por la cercanía del fin del mandato del presidente que será el próximo día 20 de enero.
«Examinad vuestra conciencia», había pedido Nancy Pelosi, «¿La guerra del presidente contra la democracia respeta la Constitución?» «El presidente ha incitado a la insurrección, la revuelta armada, contra nuestro país», espetó.
La impugnación política realizada este miércoles en contra de Trump no excluye demandas penales o civiles en los tribunales ordinarios cuando termine su mandato como presidente el 20 de enero a las 12 de la mañana. De hecho la fiscalía de Washington ya le está investigado por el discurso con que arengó en la mañana del 6 de enero a sus seguidores.
La impugnación del presidente pasa ahora al Senado, que hace el rol de tribunal político y decide si el presidente debe de ser destituido. Aunque ya las sesiones del Senado están suspendidas hasta después de la toma de posesión del nuevo presidente, el debate y votación sobre la culpabilidad de Trump será cuando ya haya dejado el cargo. Aunque el Senado también puede votar sobre la inhabilitación de Trump para un cargo público para el resto de su vida. Para aprobar el impechment se necesitarán dos tercios de los senadores. El Senado cuando reabra estará compuesto por 50 republicanos y 50 demócratas, por lo que sería necesario que 17 republicanos votasen a favor del impechment. Hasta ahora se sabe de seis senadores republicanos que aprobarán la impugnación de Trump.
En los 200 años de historia de Estados Unidos solamente han sido impugnados dos presidentes: Andrew Johnson, en 1868, y Bill Clinton, en 1998. En ambos casos, el Senado votó a su favor después. En 1974, Richard Nixon dimitió antes de que votara la Cámara de Representantes.
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