Luis Janer ha muerto. Era un mago, un alquimista, un poeta. Donde los demás no veían más que aire, el veía platillos voladores, donde los demás mortales veían un campo de jugar pelota, él sabía que estaba, en ese mundo paralelo de su imaginación, el circo romano; donde los demás veían una muchacha bonita, él la veía vestida de estrellitas que titilaban en la inmensidad de ese universo bendito que es el ingenio.
Ahora las noticias llegan por Facebook. Pero entonces el medio por excelencia era la radio. Gracias a Carlitos Escala, que colgó la información en una cuenta de manzanilleros, supe la noticia. A fines de los años 60 e inicios de los 70, Luis Janer, recién graduado de Instructor de Arte, volvió a su Manzanillo (en Cuba) -ese que existe en algún sitio de la primavera, para decirlo con verso de Guillén-, con la cabeza amueblada de aprendizajes técnicos que le permitieron convertir dar rienda suelta a sus sueños el papel metálico en maravilla, y los papeles en colores y cartones pintados en elementos de construcción de un mundo no tan efímero como podría imaginarse.
Suyas eran las coreografías del cabaret Costa Azul que quería emular con Tropicana, suyos los diseños del vestuario y las coreografías de alguna de las comparsas que quería emular con lo que veía en fotos, del Carnaval de Río, como la escala da samba Unidos da Tijuca; suya cuanta coreografía de fiesta de 15 había, en muchas de las cuales bailé; suyas las apoteósicas inauguraciones del carnaval, fiesta principal de Manzanillo.
Más allá de esas inauguraciones de los legendarios carnavales de aquellos tiempos, Luis Janer, ese ciudadano de Manzanillo y del Arte -que acaban de enterrar en el mismo cementerio donde reposan los restos del poeta Manuel Navarro Luna- erigió mundos ante los ojos de miles de compueblanos, para enseñarles la esencia de la palabra fantasía. Y aquellas imágenes siguen existiendo hoy en la memoria de los que tuvimos el privilegio de ver sus obras.
Algún día, ojalá que sea dentro de muchos años, aquello que vimos con ojos azorados de niños y aplaudimos y gozamos y formó parte de nuestro cosmos, desparecerá con el último de quienes tuvimos el privilegio de ver aquellos palacios, aquellos mundos pletóricos de vida que le llegaban desde la Antigüedad, aquel derroche de imaginación, que no era más que kilogramos de bisutería tocadas con la varita mágica de la poesía, creación que habrá de esfumarse en la Nada, que como se sabe, es esa materia que existe más allá de lo que imaginamos y que algún día se podrá rescatar a través de la Inteligencia Artificial, quiera Dios.
Luis Janer ha muerto. Desde la Alcaldía de nuestros corazones lo declaramos Ciudadano Ilustre, Artista Emérito, porque en su camino a la eternidad llegarán aquellos leones que llevó al estadio para el Coliseo romano, a hacerle reverencia, saldrá a abrazarle el mismísimo Germán Pinelli, y aquellas muchachas luceros del carnaval que descendían raudas en platillos voladores como maravillosas extraterrestres, y aquella reina de pie en la puerta del cohete en el centro del escenario que alzaba el vuelo lentamente, en medio de un mar de pirotecnia, saldrán a decirle adiós.
Luis Janer, el rey de la fantasía, el que convirtió los carnavales de Manzanillo en un hecho artístico de trascendencia nacional, se ha ido. Desde hace mucho esas fiestas -me cuentan- ya no son lo que eran, sobre todo porque otras personas pueblan el Manzanillo en que vivimos. Quedan Laubel Castro, Ramoncito y Manolito Tillán, Lourdes Gómez, Marcia y Tere Martín, Diógenes Nueva, su mamá y sus hermanas, Finita, Rodolfo, Alejandel, Camilito, Purita, Nery Tamayo, Nilvia Alonso y algunos pocos más. En ellos seguro persiste la memoria de quién fue Luis Janer.
Nunca fuimos amigos. Saludos corteses, no más. Pero agradecido como un perro, como diría mi inolvidable amigo Rafael Alcides, porque si no hubiese visto cuando niño aquellos fastuosos espectáculos, mi creatividad no me hubiese permitido hacer ni la mitad de lo que he hecho. ¡Gracias, Luis Janer! Que Dios te tenga en la Gloria.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).