Especial de Raúl Rivero, para Notaclave.com
MIAMI. Escribió Paradiso, una de las novelas más importantes del idioma español en el siglo XX. Publicó libros de ensayos lucidos y agudos, poemas hechos con instrumentos inventados por él, fundó algunas de las revistas literarias más trascendentes de su país y de América Latina y, al final, a los 66 años, en 1976, se murió en Cuba convencido de que nacer allí «es una fiesta innombrable». Se llamaba José Lezama Lima, era fanático del café con leche, las empanadillas y los dulces y luchó, a su manera, contra el asma, la soledad y las dictaduras.
Entre sus libros de versos habrá que acudir siempre a piezas como Muerte de Narciso, Enemigo Rumor, La fijeza, Dador y Fragmentos a su imán. Sus ensayos más reconocidos son Coloquio con Juan Ramón Jiménez (su amigo personal), Analectas del reloj, Tratados de La Habana, Las imágenes posibles y La cantidad hechizada.
Cuando, en 1966, los funcionarios de la cultura cubana tuvieron que publicar su novela Paradiso, realizaron una tirada mínima que recogieron enseguida de algunas librerías. El libro salió con 798 erratas.
A pesar de todo, la obra se hizo universal y su viejo y querido amigo argentino, Julio Cortázar, le escribió esta nota desde Buenos Aires: «En sus instantes más altos, Paradiso es un ceremonia, algo que persiste a toda lectura con fines y modos literarios: tiene esa acuciosa presencia típica de lo que fue la visión de los eléatas, amalgama de lo que más tarde se llamó poema y filosofía, desnuda confrontación del hombre con un cielo de zarpas de estrellas».
Lezama Lima viajó a México y a Jamaica en los años 40. Después vivió toda su vida en Trocadero 162, primero con su madre y luego con una prima, con quien se casó. Esta nota está escrita en 1972: «Por la noche María Luisa y yo leemos algún libro que nos gusta, como el maravilloso Diario de Paul Klee. Me parece que vivo esas experiencias maravillosas, mientras permanezco, aunque con disgusto, inmovilizado, pues en el año pasado y en éste he recibido como seis invitaciones para viajar a España, a México, a Italia, a Colombia, y siempre con el mismo resultado. Me tengo que quedar en mi casita hasta que Dios quiera».
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