Amaral con el diploma que la certifica como ganadora del premio, detrás el rector de la Universidad de Salamanca y la Reina Sofía (Fuente externa)

La poeta portuguesa Ana Luisa Amaral recibió la noticia mientras paseaba a su perra, de que había resultado ganadora del Premio Reina Sofia de Poesía Iberoamericana, que arriba a su edición número 30.

Este domingo ha recibido el premio con la presencia de la Reina Sofía quien ha retornado hoy a la Universidad de Salamanca, justo tres años después de su última visita. La poeta lusa reivindicó en su discurso de agradecimiento la fuerza de la poesía como «la voz de los sin casa y de los sin nada» y ha señalado que «paradójicamente la poesía puede unir la alegría y la violencia».

Amaral ha defendido igualmente en su discurso el papel de las poesías como ‘puentes que equilibran las cosas y las gentes’, como la fusión entre ‘el pasado y el presente, con el futuro’, como ‘el vehículo donde los tiempos no existen, donde es posible imaginar un futuro mejor’. Ha advertido la necesidad de un ‘mundo de sentidos’, en el que el ser humano ‘tiene derecho a tener una vida decente y una muerte digna’.

Ha dado luz sobre las ‘nuevas dictaduras’ que pueden descubrirse después de la pandemia, en una época en la que ‘ha aumentado la brecha entre ricos y pobre’, por lo que ha considerado muy ‘urgente’ la necesidad de ‘preguntar, porque preguntar es lo contrario a la sumisión’.

Ana Luisa Amaral (Fuente externa)

Nacida hace 65 años en Lisboa, Amaral es autora de los poemarios Cosas de partir (1993), Epopeyas (1995), A veces el paraíso (1998), Entre dos ríos y otras noches (2008), entre otros de diferentes géneros, como el Diccionario de crítica feminista junto a Gabriela Macedo.

Ella misma ha traducido a grandes autores de la cultura anglosajona como William Shakespeare, Louise Glück, John Updike y Emily Dickinson. A su vez, ha escrito literatura infantil, narrativa y teatro, además de ensayo.

Es dueña de una voz madura, influida por la poesía anglosajona, que mezcla sabiamente la realidad cotidiana con la literatura, mientras fusiona lo íntimo con la actualidad, y los deseos de justicia con la búsqueda de puntos de contacto entre lo intrínsecamente poético con lo modestamente sorprendente del devenir del tiempo, como ocurre con su Oración en el Mediterráneo, escrita pensando en los refugiados que han partido a Europa, desde la hambreada África.

Oración en el Mediterráneo

En vez de peces, Señor,

danos paz,

un mar que sea de olas inocentes,

y una vez en la arena

gente que mire con el corazón abierto,

voces que nos acepten

El viaje es tan difícil

que hasta la espuma hiere y hierve,

y es tan alta que ciega

durante la entera travesía

Haz, Señor, que no haya

muertos esta vez,

deja las rocas lejos,

que el viento amaine

y que tu paz por fin

se multiplique

Que después de la balsa

la guerra, la fatiga,

tras los brazos abiertos y sonoros,

haya, Señor,

un poco de pan tierno

y un pescado, tal vez,

del mar

que es también nuestro

(traducción de Marisa Martínez Pérsico)

Según ha expresado Llanos Castellanos, presidenta del Patrimonio Nacional de España, el jurado ha escogido la obra de Amaral por brindar “un mensaje de apertura, de respeto, de tolerancia y de reivindicación, también en clave anglosajona, que ha sabido unir con las letras portuguesas el valor de lo pequeño y lo cotidiano». El jurado también estuvo integrado por Ricardo Rivero, rector de la Universidad de Salamanca; Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española, y el poeta chileno Raúl Zurita, quien resultara ganador de la edición pasada del Premio Reina Sofía.

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