El cañonazo de las nueve de la noche en la Habana, desde el punto de vista histórico nunca se lanzó en la fortaleza de la Cabaña durante la colonia española, ni mucho menos en el tiempo que duró el sitio de los ingleses en La Habana.
No hay nada más libre que la imaginación y haber imaginado todo el espectáculo sobre el lanzamiento del cañonazo a las 9.00 pm, desde la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, es digno de admirar.
La primera vez que lo vi, la piel se me erizó desde el momento del toque de silencio, el pregón, el redoble de las tamboras, la preparación de la carga, hasta el tronido del cañonazo. ¡Todo un espectáculo! ¡Qué decir de los aplausos, los flashes de las cámaras y las cámaras de algunos celulares, porque les cuento, que esto fue comenzando este milenio! ¡Asombroso!
Aquella vez me creí lo del vestuario y lo de la casaca roja (color mamey, de aquí la archiconocida frase de “la hora de los mameyes»), como si lo hubieran ejecutado los ingleses cuando la Toma de la Habana allá por los años 1762 y 1763. Esa fue la única vez que tuve la oportunidad de ver la ceremonia, porque luego abandoné el país y no he regresado más, pero en varias ocasiones gracias a Youtube lo seguí viendo, y a parte de la añoranza, lo hice porque estaba escribiendo dos novelas, una sobre La Habana de los ingleses, y la otra, en el entorno del derrumbe de la muralla.
Esos vídeos me sorprendieron cuando vi que los militares habían cambiado el color del uniforme, como si ya no fueran las casacas de mamey de los ingleses, sino las casacas de los soldados de la armada española. Además, en otros vídeos y artículos, dan a la recreación como un hecho histórico enmarcado en la época colonial, y es entonces cuando me doy a la tarea de investigar dicho espectáculo, llegando a la conclusión, que el cañonazo de las nueve de la noche, desde el punto de vista histórico nunca se lanzó desde la fortaleza de la Cabaña, durante la colonia española, ni mucho menos en el tiempo que duró el sitio de los ingleses en La Habana. No hay nada ni quién lo avale. Si hubiera sucedido, tendría que haber sido después de 1774, cuando se terminó de construir la fortaleza de la Cabaña, hasta un poco más avanzado el siglo XIX, pero durante este período dejaron de ser moda los bucles o rolos de las pelucas, el uniforme, y luego el sombrero de tres picos. Además, ya desde mucho antes, ese cañonazo se lanzaba desde un navío.
Antiguamente antes que los cañonazos, se utilizaron los gritos de los marinos en las galeras (naves) y las naos, para saludar al rey o a la reina, y esto demoró muchos años. También se utilizaron la música de las trompetas, las velas y estandartes, y hasta los pitos. Existieron varios tipos de cañonazos regulados por la Real Armada española en todas sus flotas y dominios. De acuerdo a sus nombres eran: el de alba o diana, el de retreta, el de leva o partencia, el de señal, de situación, de orden, de socorro, y de castigo, entre otros.
El cañonazo del alba en La Habana, es el que se disparaba al romper la aurora para abrir el puerto y permitir el tráfico de los barcos, prohibido o cerrado desde el cañonazo de la retreta en la noche anterior, a las ocho en invierno y a las nueve en verano.
Antes de la Toma de la Habana por los ingleses en 1762, el ilustre Antonio Bachiller y Morales, nos aclaraba que al puerto lo visitaban, desde el continente e islas, alrededor de cincuenta a sesenta buques españoles y en particular las galeras, flotas y algunos mercantes para hacer aguada la mayor parte, o para ir en convoy hacia España. Y argumentaba que, mientras las flotas y galeones estaban en el puerto había una fiesta general antes del fin de mes que duraba hasta la salida: se publicaba un bando prohibiendo que nadie bajara a tierra durante la noche, bajo pena de muerte: el aviso se daba por medio de un cañonazo y todo el mundo se iba a bordo.
Por supuesto que la fortaleza de San Carlos de la Cabaña no existía entonces, hasta que doce años más tarde fue construida en 1774, y ese cañonazo, según el dominicano Esteban Pichardo, se lanzaba desde la Capitana, que era el buque en el apostadero, el de mayor jerarquía por la bandera que enarbolaba en señal de mando.
Es bueno aclarar que La Habana a partir de 1663 de forma progresiva se iba protegiendo de los ataques de corsarios y piratas, por una muralla que la rodeaba tanto por mar como por tierra y con varias puertas que permitían la entrada y salida de sus vecinos hasta una hora determinada.
Dos siglos más tarde, en 1863 todavía se lanzaba el cañonazo desde el barco la Capitana para abrir y cerrar las puertas de la muralla, pero el 8 agosto de ese mismo año comenzó su derribo que concluyó hasta los primeros años de mil novecientos.
En la edición de 1875, de su Diccionario Provincial Casi Razonado de Voces y Frases Cubanas, Esteban Pichardo aún mantenía que el cañonazo se efectuaba desde el buque la Capitana, sin nunca mencionar, que fuera disparado en la fortaleza de la Cabaña. Además, argumentaba, sobre el toque de dobles de las campanas todas las noches, que otros dicen Ánimas. «Ya dieron o tocaron las dobladas» como al romper el alba «ya tocaron el Ave María.» En La Habana también se dice: «el Cañonazo, ya tiraron el cañonazo» aludiendo al que tira la Capitana a esas horas. El señor Arboleya explica que en el Obispado de La Habana se tocan las Ánimas a las nueve desde el dos de abril al trece de setiembre, y en el resto del año a las ocho.
Al dejar de existir la muralla no había razón alguna para tales cañonazos y cuando la Capitana dejó de ser nave fija en el apostadero, se sustituyó con el cañonazo disparado por la fortaleza de la Cabaña, según palabras de nuestro sabio Fernando Ortiz, pero ya la realidad histórica era otra, había cambiado la moda y los uniformes, porque el régimen político y militar era otro. ¿Cuándo sucedió esto? Nosotros deducimos que el cañonazo se volvió a establecer de forma simbólica, ya no desde un barco en la bahía, sino por primera vez desde la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, en el mismo nacimiento de la República, en los momentos en que se terminaban de recoger los escombros de la muralla.
Ivo Basterrechea Sosa: Escritor. Cubano, vivió en México y radica en Miami.
Ganó diferentes premios en Cuba. Finalista en el Concurso de novela histórica HISPANIA 2019 en España, con Ave María Habana, publicada recientemente por la Editorial Adarve.
E-mail: ivobasterrechea@gmail.com