A pesar del parón de la economía mundial, provocado por la pandemia, solo se ha logrado reducir alrededor del 4% las emisiones de carbono que tanto han dañado el clima global. E incluso es probable que ese por ciento sea menor a medida que el brote de coronavirus retroceda.
No basta con que los animales se animen a incursionar en las calles vacías de algunas ciudades del mundo, ni que los canales de Venecia se hayan tornado transparentes y hasta se vean delfines incursionando por el medio de la romántica pero a veces mal olorosa ciudad de aguas turbias. No basta que el smog de China se redujera a tal punto que fue visible desde el cosmos. No basta que las playas de Boca Chica, Juan Dolio, Punta Cana, Juanillo, Uvero Alto, Macao, Puerto Plata, Sosúa, Cabarete, o San arable, los Patos, Paraíso, Bahía Las Aguilas, entre otras estén vacías. Ni que las autopistas y carreteras a lo largo y ancho de República Dominicana se vean sin un automóvil. Es tanto el daño que hemos hecho a nuestro clima que el esfuerzo -involuntario o más bien obligatorio- aún es insuficiente.
Es posible que el Producto Interno Bruto de China se haya desplomado en un 40% durante los tres primeros meses del año y que el de Estados Unidos caiga entre un 30% y un 50% hasta el verano, así como que la producción de Gran Bretaña se reduzca en un 25% este trimestre. Eso sin contar con las caídas en Italia, Alemania, Francia y España, algunos de los principales motores de la economía mundial.
En el caso de República Dominicana, que vive del turismo principalmente, el golpe debe ser significativo. Aunque el país tiene algo bueno, algo que ya quisieran tener muchos países del mundo, y que es poder producir el 80% de los alimentos que consume. Pero aún así algunos estiman que el desplome económico del país debe andar entre el 25 y el 30% del PIB.
De hecho, según datos publicados en Argentarium.com, citando a la profesora de Intec, Magadalena Lizardo, «alrededor de 59,225 empresas han interrumpido la relación laboral, de esas 36,704 se habían acogido a FASE, es decir, casi el 40% de las empresas registradas en la Tesorería de la Seguridad Social y que trabajadores con contratos suspendidos ascendían a 655,725».
Argentarium citó así mismo al economista y docente investigador del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), Pavel Isa Contreras, quien consideró que una parte significativa de los US$28,000 millones de ingresos corrientes que percibe anualmente la economía dominica, un tercio de su producto interno bruto (PIB), están en riesgo por la pandemia COVID-19.
Carbon Brief, un sitio web, dirigido por Leo Hickman, con sede en el Reino Unido que es referencia de cómo «mejorar la comprensión del cambio climático, tanto en términos de la ciencia como de la respuesta política», identificó cinco conjuntos de datos y proyecciones clave, que abarcan aproximadamente las tres cuartas partes de las emisiones anuales de CO2 del mundo: la producción total de China, la producción total de los EE. UU., el mercado de carbono de la Unión Europea, el sector eléctrico de la India y el sector petrolero mundial.
«El breve análisis de carbono de estos datos sugiere que la pandemia podría causar reducciones de emisiones este año en la región de 1.600 millones de toneladas de CO2 (MtCO2)», dice la revista especializada en temas del cambio climático; pero el número es incierto porque depende de la duración de la pandemia y de cómo sea la recuperación pospandemia.
La estimación provisional, según el redactor Simon Evans, es equivalente a más del 4% del total mundial en 2019. Como resultado, la crisis de coronavirus podría desencadenar la mayor caída anual de emisiones de CO2 en 2020, más que durante cualquier crisis económica o período de guerra anterior.
Pero aún así, esto no se acercaría al alcance del límite de temperatura global de 1.5 grados Centígrados. Las emisiones globales tendrían que caer más de un 6% cada año en esta década, más de 2,200MtCO2 anualmente, para limitar el calentamiento a menos de 1.5C por encima de las temperaturas preindustriales. Basta imaginarse pues el enorme esfuerzo que hay que hacer. Pero no parece haber conciencia de ello.
Las emisiones repuntarán tan pronto como las economías vuelvan a la normalidad. De hecho, China ya está dentro de su rango normal de emisiones, unos meses después de que el brote se intensificara allí.
La relación entre las caídas económicas y las bajas de emisiones también dependerá de qué industrias sean las más afectadas, señala Evans. El turismo y el entretenimiento, por ejemplo, podrían ver mayores pérdidas que el sector energético con mayor consumo de carbono.
En el caso de República Dominicana es un hecho de que ambos sectores se han visto ya profundamente afectados y según lo que plantean los científicos, es imposible que exista comercialmente una vacuna contra el coronavirus al menos en 18 meses. Súmele a eso al menos tres o cuatro meses más, después que los países desarrollados se sacien de su natural voracidad por las vacunas y dejen que los países en desarrollo puedan acceder a adquirirlas. Por tanto, es difícil que el turismo al menos este año pueda levantar cabeza. El entretenimiento (conciertos, espectáculos, teatros, cines, etc.) del mismo modo se verá seriamente afectado al menos en año y medio.
Todo esto tendrá gran influencia en los cambios en el estilo de vida y las reducciones en la demanda de los consumidores, como reducir los viajes en automóvil y en avión, para reducir las emisiones. Es un recordatorio más de que necesitamos revisar fundamentalmente cómo generamos electricidad, fabricamos bienes, producimos alimentos y nos movemos.
Más allá de la pandemia
Las estimaciones de las emisiones globales anuales de CO2 generalmente son publicadas por el Global Carbon Project (GCP) en noviembre o diciembre del año que cursa, pero las cifras más definitivas solo llegan la primavera siguiente. Los inventarios oficiales de emisiones pueden tardar años en completarse.
Por su parte la Administración de Información de Energía de EE. UU. (EIA de EE. UU.) publica datos de energía nacional y estimaciones de emisiones con solo algunas semanas de atraso.
Es difícil atribuir un indicador cambiante únicamente al coronavirus, dadas las múltiples razones por las cuales la demanda de combustibles fósiles en marzo de 2020 podría haber disminuido, en relación con el mismo mes en años anteriores.
El invierno templado en Europa y América del Norte redujo la demanda de calefacción en el primer trimestre del año, por ejemplo, haciendo que sea más barato quemar gas para energía e industria. Las temperaturas también afectan la demanda de electricidad.
La capacidad de producción de energía renovable ha venido aumentando en el mundo, reduciendo la cuota de mercado de los combustibles fósiles, mientras que el clima soleado y ventoso ha impulsado la producción de parques eólicos y parques solares existentes en relación con el año pasado.
En el caso de República Dominicana, por el contrario, y gracias a la nueva Planta Electrica a Carbón de Punta Catalina, la emisión de CO2 y de SO , NO , mercurio y otros contaminantes, parece ir en contra de la ruta general de la mayoría de los países que han cerrado plantas de este tipo por su alto poder de contaminación.
Estas tendencias, combinadas con los bajos precios del gas que tampoco estaban relacionados con el coronavirus, significaron que la electricidad a carbón ya se estaba desplomando en muchos países, y se esperaba que continuara haciéndolo.
Como ejemplo práctico, la electricidad alemana se hizo mucho más limpia en el primer trimestre de 2020, reduciendo las emisiones en 20 millones de toneladas de CO2 (MtCO2). Pero solo una cuarta parte de esto (5MtCO2) se debió a la pandemia, según el análisis del grupo de expertos Agora Energiewende, que cita CarbonBrief.
Por otra parte, la caída de la demanda de petróleo debido a la pandemia se ha visto agravada por una guerra de precios, entre Arabia Saudita y Rusia, con un aumento de su producción. Esto significa que los precios del petróleo están cayendo, al igual que los del gas, debido a los contratos vinculados al petróleo.
Finalmente, la naturaleza sin precedentes de la crisis actual hace que todos los pronósticos y predicciones sean aún más susceptibles de equivocarse de lo normal. La duración de la crisis y el momento en que se levantan los bloqueos son particularmente inciertos.
En sus últimas proyecciones a corto plazo, la EIA de EE. UU. dice que espera el mayor golpe a la demanda de petróleo en el segundo trimestre de 2020, pero que la reducción solo «se disipará gradualmente [e] en el transcurso de los próximos 18 meses». Su perspectiva señala:
«Aunque todas las perspectivas del mercado están sujetas a muchos riesgos, la edición de abril de la Perspectiva energética a corto plazo de la EIA está sujeta a mayores niveles de incertidumbre porque los impactos de la nueva enfermedad por coronavirus de 2019 (Covid-19) en los mercados energéticos todavía están evolucionando».
Marcus Ferdinand, jefe de análisis de carbono y energía europeo para el proveedor de datos ICIS, publicó un análisis inicial el 24 de marzo, que analiza cómo el coronavirus afectaría el Sistema de Comercio de Emisiones de la UE (EU ETS). Esto cubre las emisiones de la UE procedentes de la generación de electricidad, la industria y la aviación.
Ferdinand dijo a Carbon Brief el 3 de abril que, si bien los datos del sector eléctrico son «relativamente buenos» y, a pesar de que se dispone de datos razonables para el transporte, todavía había muchas «conjeturas» involucradas en esta etapa, particularmente en torno a la profundidad y duración desconocidas de la crisis .
El impacto de la reducción de producción de petróleo
Como para enfatizar la naturaleza incierta y de rápido movimiento de la situación actual, la consultora Rystad Energy publicó una estimación significativamente actualizada del impacto en los mercados mundiales de petróleo el 8 de abril, después de que el análisis de Carbon Brief en la tabla anterior ya se había finalizado.
Mientras que la empresa se había alineado anteriormente con la última perspectiva de EIA de los EE. UU. de una disminución de aproximadamente el 5% en la demanda de petróleo este año, ahora espera una reducción mucho mayor del 9,4% para el año. Esto aumentaría el componente global del sector petrolero de las reducciones de emisiones de CO2 este año de 816MtCO2 a 1,283MtCO2.
El impacto estimado del coronavirus de Carbon Brief en las emisiones en 2020 es incierto e incompleto, pero asciende a unos 1.600MtCO2 este año. Esto ya representa más del 4% de las emisiones globales en 2019. (El pronóstico de Rystad para el petróleo aumentaría esto a casi el 6% de las emisiones de 2019 y 2,000MtCO2).
Sin embargo, un impacto de coronavirus equivalente al 4% de las emisiones globales no equivaldrá automáticamente a una reducción del 4% en 2020. Esto se debe a que, cuando es posible, las estimaciones de impacto del país y el sector se hacen en relación con «lo que habría sucedido sin la crisis» .
Las estimaciones previas a la crisis del crecimiento del PIB sugirieron que la producción de CO2 podría aumentar en alrededor del 1%, casi 500MtCO2, en 2020. Pero incluso si este crecimiento previamente esperado se deduce del impacto estimado del coronavirus, el efecto cercano a 1,600MtCO2 es tan grande que lo haría todavía se traduce en la mayor caída anual de emisiones de CO2 jamás registrada, en registros que se remontan al siglo XVIII.
Según la publicación, una tasa tan rápida de recortes anuales de emisiones sería extremadamente difícil de mantener durante una década. La estructura de la economía global podría continuar su lento cambio hacia emisiones más bajas por unidad de PIB, en cuyo caso la producción económica tendría que caer un 5% por año. O el PIB podría continuar aumentando si se acompaña de cambios rápidos y estructurales hacia economías con bajas emisiones de carbono.
Si se excluyen las tecnologías de emisiones negativas o no están disponibles a escala, las reducciones de emisiones requeridas para 1.5C serían aún mayores, de 15% cada año hasta 2040.
Finalmente, la naturaleza del «presupuesto de carbono» global significa que las concentraciones atmosféricas de carbono y las temperaturas globales continuarán aumentando a menos que las emisiones anuales lleguen a cero neto.
En resumen, se plantea que cualquier reducción de emisiones solo en 2020 tendrá poco impacto, a menos que sean seguido de cambios más duraderos.
Hay pocas razones para esperar que la crisis del coronavirus acelere el desacoplamiento amigable con el clima, a menos que los esfuerzos de recuperación pospandémica hagan de ese cambio una prioridad.
En cambio, la crisis actual solo puede reducir temporalmente las emisiones. Una vez que se reabran las fábricas cerradas, los pasajeros vuelven a subir a sus automóviles y los vuelos vuelven a despegar, poco habrá cambiado en la estructura de la economía global, y el progreso hacia el cero neto probablemente será más lento que nunca.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).