Ayer tenía puesto mi vestido de arlequín, y un señor me ha mirado y ha sonreído con dientes y todo. Mi primer impulso fue revisar si tenía las piernas cruzadas debidamente, y luego he sonreído yo también.
Hoy tenía puestos mis Dr. Martens de color obispo, y un señor me ha mirado y ha sonreído, sin dientes pero con toda la boca. Mi primer impulso ha sido revisar que a la blusa no le había salido escote, y luego he sonreído yo también.
El otoño lo vuelve todo más bonito y amable, también a los extraños. Y la edad lo vuelve todo más paranoico, al parecer.
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Es cubana. Desde hace más de dos décadas reside en Oslo, capital de Noruega. Hace una década ha vertido sus textos en el blog La Guardarraya de Siberia. Es profesora.