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Según una leyenda escandinava, vieja de muchos siglos, la noche del 12 de Diciembre, la más larga del año, estaba llena de magia y misticismo y, mientras reinaba la oscuridad, extrañas cosas ocurrían. Los animales, por ejemplo, podían hablar entre sí; los cuernos de las bestias giraban y sus pezuñas relucían.
Esta noche, un espanto llamado Lussi, se encargaba de castigar con rabia ciega a las amas de casa y granjeros perezosos que no tuvieran listos todos los preparativos de cara a la Navidad. El heno había de estar en su lugar, la lana trasquilada, el grano escogido y los panes y bizcochos horneados; de lo contrario, al mirar por la ventana, verían el rostro colérico de Lussi, y sus granjas serían destruidas.
Esta noche era además temida por todos, pues marcaba la fecha en que se abría la puerta que comunicaba los Dos Mundos y el Åsgårdreia, una comisión infernal de fantasmas, asesinos, borrachos, mujeres fáciles, espíritus malignos y troles salía a asolar granjas y pueblos en un aquelarre que duraría hasta la Nochebuena.
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Nadie se atrevía a salir en la noche de Lussi, pues los imprudentes eran cargados por los demonios y desaparecían para siempre; si, por degracia, se encontraba uno fuera y escuchaba acercarse el Åsgårdreia, debía tenderse en cruz sobre la tierra, de esa manera sería invisible para ellos.
Grandes hogueras se encendían para mantenerlos lejos, y debajo de las camas de los niños se ponían amuletos de acero. En las puertas de los hogares, establos y graneros se marcaban cruces con brea, y en cada casa una mujer, vestida de blanco y con una antorcha en la mano, recorría las habitaciones murmurando este conjuro:
«En la larga noche de Lussi,
que no reine el miedo.
Dios proteja la granja y la tierra,
al pez en el agua
y al pájaro en su nido.
En la noche de Lussi,
que no reine el miedo.»
Y yo crecí con la historia de la Santa Lucía católica, pero como de lo posible se sabe demasiado, me quedo con ésta.
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Es cubana. Desde hace más de dos décadas reside en Oslo, capital de Noruega. Hace una década ha vertido sus textos en el blog La Guardarraya de Siberia. Es profesora.