En el folclore noruego juega un papel fundamental la naturaleza, y sobre todo los bastos bosques, negros y verdes. Entre estas sombras reina un ser que es parte del bosque, o quizás el bosque sea parte de ella, puesto que puede transformarse en árbol, piedra o musgo, a placer: la huldra.
Cuando decide tomar forma humana, la huldra se muestra deslumbrante: rubia y bella, con silueta esbelta y maneras sensuales. Sin embargo, algunos rasgos delatan su identidad sobrenatural: a la luz del sol su piel brilla con una iridiscencia verdosa, y de entre su firme trasero sobresale una larga cola de vaca.
La huldra impera sobre todo ser salvaje en el bosque, por lo cual los cazadores buscan granjearse su favor. Una ofrenda, en forma de una moneda sobre un tronco viejo, o un pedazo de tocino, garantiza una caza feliz si es aceptada. Pero algunos animales, a menudo ciervos o urracas, son preferidos de la huldra y gozan de su protección; están encantados y las balas no pueden dañarlos. Quien se atreva a atrapar a uno de estos animales, sufrirá la ira de la huldra.
Quien penetra en territorio de la huldra lo hace a riesgo propio. Como todo ser natural la huldra es lunática, y lo mismo puede decidir hacer bien, o daño irreparable. Si está de buen humor, puede retornar al camino correcto al niño extraviado o devolver un animal a su granja. Pero por lo general, la huldra intenta apoderarse de los humanos que se internan en el bosque; les confunde los pasos y les enreda el camino, de manera que no puedan abandonarlo. La única manera de salvarse es quitarse la chaqueta y ponérsela al revés; entonces sentirán que despierta de un sueño y encontrará el camino a casa. Sin embargo, el que haya conocido el hechizo de la huldra, sentirá por siempre la nostalgia del bosque y sus soledades, y jamás será el de antes.
La huldra es un ser erótico, que disfruta del sexo con humanos. Se muestra a menudo a cazadores, leñadores o carboneros, cuando están sentados solos frente al fuego. Entonces los seduce, con su belleza increíble; el que ha hecho el amor con una huldra, se quedará por siempre en la apatía y la tristeza: su alma ha quedado con ella.
Es cubana. Desde hace más de dos décadas reside en Oslo, capital de Noruega. Hace una década ha vertido sus textos en el blog La Guardarraya de Siberia. Es profesora.