«Los trolls de Trollholmsund» llaman los lugareños a estas curiosas formaciones de roca dolomita, que dan nombre al lugar.
Cuenta una vieja saga lapona que un grupo de trolls bajaba una noche de las montañas de Finmark, cargando baúles llenos de oro y plata. Querían enterrar su tesoro en los bosques tenebrosos, pero para ello tenían cruzar el fiordo; al ver que la aurora se acercaba se asustaron y, dejando atrás su preciosa carga, corrieron hacia el mar, pero el sol los sorprendió antes de que pudieran adentrarse en él. Los primeros rayos brillaron, y los trolls quedaron convertidos en piedra.
El sonido de las olas rompiendo contra las rocas, el viento llevándose el grito de las gaviotas, el sol brillando sobre los rincones del agua, y una leyenda. Si hay atajos para ser feliz, este es uno.
Es cubana. Desde hace más de dos décadas reside en Oslo, capital de Noruega. Hace una década ha vertido sus textos en el blog La Guardarraya de Siberia. Es profesora.