En el año 1600 de Nuestro Señor, comenzaron a circular por toda Escandinavia, pero principalmente en Noruega, copias del llamado Séptimo Libro de Moisés, la biblia negra de Cipriano, un monje medieval devenido en hechicero.
La leyenda cuenta que a este libro, que contenía conjuros egipcios, babilónicos y árabes, sólo tenían acceso algunos monjes escogidos que, con el propio diablo como menor, podían decifrarlos. Uno de ellos fue Cipriano, quien, lejos de mantener el secreto, hizo suyos los encantamientos y los publicó.
Se cuenta sobre éste libro negro que, quien quisera deshacerse de él después de haberlo usado, no podría tirarlo, quemarlo o echarlo al río, sino que habría de enterrarlo debajo de una iglesia. Así pues, numerosas copias han aparecido durante siglos, bajo suelo santo.
Se dice que una vez hecho el contacto con el Diablo a través de los conjuros, es casi imposible librarse de él; una manera hay, empero, y es darle tareas imposibles, como tejer cuerdas con arena, o enderezar vellos púbicos.
Las copias que han llegado hasta nuestros días, pasando de generación en generación, contienen apenas una decenas de encantamientos. Formularios para descubrir a un ladrón o cegarlo, para proteger las granjas o ganar el corazón de una muchacha, entre ellos.
Es cubana. Desde hace más de dos décadas reside en Oslo, capital de Noruega. Hace una década ha vertido sus textos en el blog La Guardarraya de Siberia. Es profesora.