Orestes Macías, uno de los intérpretes cubanos de la música popular más completos de los últimos 70 años ha fallecido en La Habana el miércoles 25 de marzo, a los 85 años de edad. Era conocido como el Rey del Rubateo, por la facilidad natural que tenía para el rubato, esa técnica o capacidad para adelantar o retrasar el tempo en una canción. Manera de cantar que llevó lo mismo al bolero que al guaguancó o al son. Pero fue el bolero donde más se sentirá su ausencia.
La última vez que vi y conversé con Orestes Macías fue hace unos diez años, en una de las ocasiones que viajé a La Habana, y me llegué hasta su casa de la calle Vapor, en Centro Habana, no lejos de la calle Infanta. Fue el último ron que nos tomamos juntos. Y el último café.
Esta es una de esas pérdidas que se saben a la distancia y que duelen por el especial cariño hacia este cantante cuya voz trascendió primero desde el fabuloso Conjunto Rumbavana (1958-1994, con algunos intervalos como solista), junto a la del legendario sonero Raúl Planas, imprimiéndole a esa agrupación musical un sello único, así como cuando estaba Fernando González y Ricardito.
Bejucal, su pueblo natal en las afueras de La Habana, fue donde primero asumió la música como miembro de la banda municipal y como cantante y percusionista en las tradicionales Charangas de Bejucal. Aunque en el Diccionario de la Música Cubana, Helio Orovio escribió que había ido a vivir a La Habana a los 9 años de edad. La nota del periódico oficial Granma, de Cuba, firmada por Ricardo Alonso Venereo dice no obstante que fue en la década del 50 que se traslada a La Habana donde apareció de manera habitual en programas de la televisión nacional. OnCubaNews afirma en su nota, más cercana a lo que parece ser la verdad que Orestes Macías se había trasladado a la capital cubana en 1943.
Macías formó parte del grupo Vas-Cané, de donde muy rápido pasa a la legendaria orquesta de Arcaño y sus Maravillas (1955) y luego por la Hermanos Castro (1956). A partir de 1959 se convirtió en cantante del Conjunto Casino, donde alcanza el estrellato en la época de Benny Moré, Orlando Contreras, Roberto Faz, Orlando Vallejo, Elena Burke, Olguita Guillot y Celia Cruz, así como Omara Portuondo, la única sobreviviente de esa época.
Este tema El Chipi Chipi, grabado en los años 50 con la Orquesta Hermanos Castro, tuvo muy buena pegada por aquellos tiempos.
Orestes Macías, a quien también llamaban El Elegante de las Pistas, era un hombre sencillo, humilde, servicial, dicharachero, alegre, con tremendo sentido del humor, preocupado por su trabajo y disciplinado, que siempre iba a las fiestas acompañado de su esposa de toda la vida, Juanita, quien era su asistente en todos los sentidos. Así le recuerdan quienes tuvimos que ver con las inolvidables Noches de Bolero del Hurón Azul de la Uneac en los años 90 y el Festival Internacional Boleros de Oro.
Su interpretación de Vanidad, del compositor chileno Armando González Malibrán; así como su versión de Bodas negras, del trovador De Santiago de Cuba Alberto Villalón (quien aprendió a tocar guitarra con pepe Sánchez el autor de Tristezas el primer bolero) y del sacerdote venezolano Carlos Borges (aunque inicialmente fue adjudicada al poeta colombiano Julio Flórez) para mí superan a las de Julio Jaramillo, Ana Gabriel o Gilberto Urquiza. También es destacable su interpretación de La cama vacía, del compositor argentino Carlos Spaventa.
En este video se le puede ver a inicios de la década pasada junto a NG la Banda en un programa de la televisión cubana cantando una versión de Mil Congojas.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).