Los chinos lo vuelven a hacer. Un grupo de científicos chinos han construido robots que pueden enviarse al cerebro para combatir las células tumorales allí mismo.
Suena simple, pero también imposible. ¿Cómo se fabrican robots que sean lo suficientemente pequeños como para hacer cualquier cosa en el cuerpo? ¿Cómo se introduce en el cerebro? ¿Y cómo los envía al lugar correcto: el tumor?
En el caso de los microrobots, que son lo suficientemente pequeños para viajar a través del torrente sanguíneo y, por ejemplo, para administrar medicamentos en algún lugar del cuerpo, se presta mucha atención a los vehículos biológicos, como partículas de virus, bacterias o células del cuerpo en movimiento como los espermatozoides, según un artículo publicado este sábado por la revista neerlandesa ‘Trouw’ (Fiel, en español).
Para fabricar robots a partir de estos materiales naturales, se cargan, por ejemplo, con un material magnético, de modo que se puedan controlar con un campo magnético. Por lo tanto, esta rama de la ciencia no se trata de robots que se ensamblan con perno y tuerca, sino de los llamados microrobots biohíbridos: células naturales que los humanos convierten en una máquina.
Barrera hematoencefálica
Cuando se liberan en el cuerpo, estos microrobots pueden encontrar dos problemas: son percibidos como invasores extraños y son atacados y eliminados por el sistema inmunológico, o encuentran barreras que no pueden romper. Como la barrera hematoencefálica, el cruce fronterizo entre los vasos sanguíneos y el cerebro que está destinado precisamente a detener partículas como bacterias y virus, porque los cerebros son extremadamente sensibles a ellos.
Investigadores del Instituto de Tecnología de Harbin, en el norte de China, encontraron la solución en lo que ellos llaman «neutrobots». El chasis de este neutrobot es una célula muy abundante en el cuerpo, un neutrófilo, uno de los glóbulos blancos. De ahí el nombre. Los neutrófilos tienen la ventaja de poder cruzar la barrera hematoencefálica.
Y pueden hacer otra cosa: fagocitar, devorar otras partículas como bacterias o virus. Los tecnólogos han utilizado esta propiedad para hacer un micro-robot a partir de este chasis natural. Prepararon un gel con partículas magnéticas, lo envolvieron en una membrana de una bacteria común y lo sirvieron a los neutrófilos.
Avance tecnológico
Las partículas magnéticas son el motor de este robot, el gel es la bodega de carga en la que se coloca el medicamento contra el tumor cerebral. La membrana bacteriana asegura que los dos sean absorbidos correctamente por el neutrófilo y que ningún medicamento se filtre antes de que el robot haya llegado a su destino.
El resultado es un enjambre de micro-robots que pueden guiarse al lugar correcto del cuerpo con un campo magnético y cruzar fácilmente la barrera hematoencefálica.
En experimentos de laboratorio y en ratones, los investigadores han demostrado que los medicamentos contra el cáncer se pueden administrar al cerebro con gran precisión y, por lo tanto, con eficacia.
Los resultados se publicaron esta semana en Science Robotics. Pero… este avance tecnológico no se podrá utilizar directamente en la clínica, advierten los propios investigadores. Actualmente no hay ningún equipo que pueda generar campos magnéticos de tamaño humano para controlar un enjambre de micro-robots. Y todavía no existen buenas técnicas de escaneo para seguir de cerca a esos robots en su camino. Pero si se superan esas limitaciones técnicas, dicen los investigadores, los neutrobots pueden entregar medicamentos donde necesitan trabajar con una precisión sin precedentes.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).