SD. Pocos sitios hay en el mundo tan legendarios como Tropicana, el más importante cabaret que ha existido en el continente americano.
Pertenece a un puñado de sitios similares, que forman parte de la Época de Oro del espectáculo, entre ellos el Moulain Rouge, el Lido, Crazy Horse, el desaparecido Foliés Bergere, el Copacabana (Estados Unidos, de 1940 a 2007), y el Cotton Club en Harlem (popular en los años 30, luego cerrado muchos años y reabierto en 1978). De todos ellos solamente el Tropicana, el Moulain Rouge, el Lido y el Crazy Horse se mantienen abiertos.
En el legendario Tropicana se presentaron grandes leyendas de la música internacional como los norteamericanos Josephine Baker, Sarah Vaughan, Sammy Davis Jr., la contralto Marian Anderson, el pianista Liberace y el cantante Nat King Cole, entre muchos otros; el francés Maurice Chevalier, la hawaiana Tongolele, la argentina Libertad Lamarque, la brasileña Carmen Miranda, el chileno Lucho Gatica y el mexicano Pedro Vargas, así como los españoles Los Chavales de España, que permanecieron cuatro años contratados en el show, Lola Flores y Sarita Montiel más el español-cubano-estadunidense Xaviert Cugat, los puertorriqueños Daniel Santos, Rafael Hernández, Mirta Silva y Ruth Fernández, el venezolano Alfredo Sadel y la peruana Yma Sumac. Así como los cubanos Celia Cruz, Olga Guillot, Rita Montaner, Bola de Nieve, Benny Moré, Armando Romeu, Rosita Fornés, La Sonora Matancera, hasta llenar una lista inmensa. Y también el dominicano Alberto Beltrán, junto con la Sonora Matancera.
La historia de Tropicana
Tropicana no siempre fue Tropicana. Antes de eso había una finca llamada Villa Mina, de 24 mil metros cuadrados, en la entrada del municipio de Marianao, cuya dueña era Nieves Guillermina “Mina” Pérez Chaumont, viuda de Regino Du Rapaire Truffin, quien diera nombre a la calzada que llevaba hasta su propiedad, y quien fuera cónsul de Rusia en Cuba.
En la propiedad eran populares las fiestas que organizaban sus dueños, y entre quienes asistían, una que otra vez, estuvo Rita Longa, a la sazón una adolescente amiga de uno de sus hijos. Con el tiempo, Rita Longa se convertiría en una destacada escultora, autora del símbolo de identidad de lo que se convirtió en Cabaret Tropicana, quien se inspiró en la bailarina Leonela González, figura principal del espectáculo en los años 50.
Pues sí, la viuda casó en segundas nupcias con un senador del gobierno de Franklin D. Roosvelt, pero había vuelto a enviudar. Esto, agregado a la profunda crisis económica, hizo que Doña Mina alquilara la instalación, que poseía una antigua casa del siglo XIX, sólida construcción de tres plantas, y frondosos árboles, a los empresarios Rafael Mascaró y Luis Boulard, quienes buscaron a Víctor de Correa, dueño del cabaret Edén Concert (en la calle Zulueta, entre Ánimas y Virtudes, al fondo del hotel Sevilla), y esposo de una famosa por aquella época cupletista española, Teresita de España. El alquiler de aquella época fue por la friolera de cien pesos mensuales.
Víctor de Correa sería el primer productor artístico del nuevo night club o boite du nuite, con el nombre de Beau Site, con capacidad para unas 300 personas y una sala de juego aledaña. La construcción original tenía una pista de baile redonda, frente a una plataforma con pasarelas laterales de acceso.
El escenario estaba escoltado por una palma a cada lado. Desde el bar, retirado del salón y elaborado en caña brava, se apreciaba bien el show, rodeado de una exuberante flora con muchas palmas canas a su alrededor. Ese fue el principio que aún existe en el lugar, donde se dan la mano, exotismo y sensualidad, dándose la mano con el buen gusto y una sofisticación que se ve fue parte del ambiente y que parece aletear sobre el gran cabaret Tropicana, cuyo tema musical a petición de De Correa, había sido compuesto por Alfredo Brito y se había convertido en el oppening de los espectáculos.
Nombre definitivo, II la Guerra Mundial y un ciclón en La Habana
El nombre Tropicana sería asumido definitivamente el 31 de diciembre de 1940 y el primer coreógrafo y director de espectáculos, quien le puso nombre, se llamaba Sergio Orta. El sitio, que había alcanzado fama entre nacionales y turistas, vio mermar a los extranjeros mientras duró la Segunda Guerra Mundial, que finalizó en 1945 y tuvo que cerrar temporalmente también por el huracán de 1944 que destrozó a La Habana. Por aquella época existían además otros muchos nights clubs, entre ellos el Sport Antillano, el Rumba Palace, el Pennsylvania, Chaflán, Panchín, Mi Bohío, Colonial, Kurssal, La Choricera, el preferido de Marlon Brandon, quien era un fanático de la percusión y conoció allí a un personaje de leyenda de la noche habanera: El Chori, primer grafitero y antecedente genial del rap, así como los grandes Gran Casino Nacional, Sans Souccí y el Summer Casino de la Playa, hoy ninguno de estos existe.
El gran renovador del sitio fue, sin embargo, un hombre llamado Martin Fox Zamora, quien compró a Mascaró y Boulard el negocio, a Correa las operaciones del restaurante y cabaret y a Doña Mina el terreno. Fox gestionó la nueva era del cabaret y contrató en 1952 al gran Roderico Neyra, alias Rodney, que empezó trabajando como coreógrafo, quien nutrió al espectáculo de elementos del ballet, el circo, el folklore y específicamente el carnaval, y, por supuesto, de excelente música.
Fox pensaba en grande, así que contrató al arquitecto Max Borges Recio, para transformarlo en el internacionalmente conocido Cabaret Casino Tropicana, ampliando el Gran Salón Bajo las Estrellas, construyendo el Salón Arcos de Cristal, con techado transparente, adonde pasaba el show cuando llovía, y que resultara ganador en 1953 de la Medalla de Oro del Colegio Nacional de Arquitectos. Del mismo modo amplió el casino y construyó el Casino Popular, que nunca cerraba, y agrandó la cocina central.
Uno de los secretos del show de Tropicana fue un invento de Rodney. Según cuenta María Argelia Vizcaíno en su web, cuando iniciaba el espectáculo salía un grupo de bailarinas profesionales, que bailaban los fuertes ritmos cubanos, con entrega total, hasta el agotamiento, quienes según se retiraban hacia la parte trasera, por el otro extremo salía un segundo grupo, frescas y vestidas idénticas a las anteriores, con bailes más sensuales y lentos.
Hoy Tropicana sigue siendo Tropicana: una leyenda. El cabaret fue nacionalizado por el gobierno revolucionario y su propietario Martín Fox y su esposa Ofelia emigraron a Estados Unidos, donde Fox falleció de un ataque al corazón pocos meses después. Su esposa Ofelia, fallecida en el 2006, en Burbank, California, dejó un libro sobre la historia del cabaret Tropicana, titulado Tropicana’s Night’s, editado por Harcourt Inc.
Cada noche el espectáculo inspira admiración en decenas de visitantes, sobre todo turistas de los más variopintos países, continuando una tradición que fueron conformando personalidades como Errol Flyn, Ava Gardner, Gary Cooper, Marlon Brando, la francesa Edith Piaf, la mexicana María Felix, Cesar Romero, Tyrone Power, la italiana Gina Lollobrígida, el joven John F. Kennedy (aún no pensaba que algún día sería presidente), el escritor Ernest Hemingway, y una lista extensa que incluye mandatarios, cosmonautas, periodistas, campeones olímpicos, y hasta poetas…
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).