SD. Esta crónica la escribí el 29 de septiembre del 2008, cuando asistí al concierto de Charles Aznavour en Altos de Chavón. Fue publicada en Diario Libre.

Era el concierto de despedida. Hace de eso 10 años… Pero siguió cantando hasta el final. No regresó a República Dominicana, aunque hubo intentos. Con mi inolvidable amigo Percy Llanos, intentamos traerlo una vez más hace tres años, pero los altos costos del concierto, sin siquiera el respaldo de un patrocinador, hicieron imposible que Aznavour volviera.

Hoy reproduzco la crónica en Notaclave.com a manera de homenaje del autor de La Bohemia, Venecia sin ti, Isabel, Apaga La Luz, Ave María, Quien, y tantos éxitos que cantó en 7 idiomas por todo el mundo.

Con la partida de Aznavour se apagan las últimas luces de una época dorada de la gran canción. Un cantante con muy poca voz, pero con un timbre muy suyo, que supo crecer y mantenerse actuando hasta el final. Su último concierto, cuatro días antes de morir, fue en Japón. El próximo era en Burdeos. A continuación la crónica.

«La noche del sábado los cantantes dominicanos que no trabajaron debieron acudir en masa al concierto despedida de quien es uno de los tres más grandes artistas que han honrado a Altos de Chavón (junto a Frank Sinatra y Plácido Domingo), Charles Aznavour, quien dio una clase magistral de cómo ser artista con 85 años, cantar en el mismo tono y no caer del escenario.

Antes José Antonio Rodríguez, acompañado de Carlos Luis (en guitarra y voz) y Militza Iankova (en el violín) demostró cómo debe ser la participación de los artistas dominicanos cuando son contraparte de un extranjero, y más cuando ese extranjero es Aznavour. «Vive», «Cuando tú no estás», «Mi tierra», «Como un bolero» y «Para quererte» fueron sus temas y la presentación sirve de idea inicial para un posible concierto en ese formato. El penúltimo tema -bromas aparte- resultó una buena versión en francés y español de su clásico personal, recibiendo el respaldo del público que pidió más, pero hasta ahí las clases, que el maestro viene ahora.

Y el maestro llegó

Apareció con mano trémula, traje negro cerrado, nieve absoluta arriba y «Les temps» y «dime que me amas y pide que te mienta así», iniciando un recorrido de 24 temas, uno tras otro, sin pausas para hablar (aplausos y sigue), un tema en francés y uno en español, la mayoría de los cuales no eran de los más populares, pero de todos modos no faltaron «Apaga la luz»; «Ave María»; «Nuestra juventud»; «De quererte así»; «Quien» y «Venecia sin ti» con la que cerró para no regresar al escenario. En ocasiones, el público coreó en español las muy populares que cantaba en francés.

Dulce y enérgico, en algún momento se quitó el saco, la gente aplaudió, porque fue como para sentirlo más humano, en medio de estrictas medidas de seguridad y una jefa de guardia que por momentos aportó la nota discordante de un concierto que no tuvo desperdicios. «Apaga la luz» casi la actuó. Aznavour es, además de cantante, un actor de cine de mucha experiencia, y lo histriónico lo explota a las mil maravillas, con absoluto dominio de sus manos, sus ojos y su rostro. «Et portant»; «Il faut savoir»; «Les deux guitaires» (apoteósica); «La boheme» fueron apenas algunos de esos 24 temas de la noche donde Roberto Cavada logró lo suyo: que no lloviera, para beneplácito suyo, de Orange y de tanto público.

Aznavour criticó que casi se cae debido al mal estado del parquet que cubre el escenario, presentó a sus músicos entre quienes (si bien no había virtuosos, ni falta que hacían), destacaba el pianista que evidentemente proviene del mundo clásico. Su voz sigue firme y aún canta en el mismo tono.

Por dentro

Julio Iglesias por fin no asistió. Entre los asistentes: Danny Rivera, Rafael Menicucci, personal diplomático de Francia. Al final un letrero en fuegos artificiales con banderas dominicana y francesa obligó a que el francés determinara no seguir cantando su muy esperado «Venecia sin ti», porque el humo lo dejó sin voz. La nota discordante fue la mujer francesa de su seguridad personal, que arrebató un pañuelo que él tiró al público y persiguió con saña a los que osaran tirar alguna foto más allá del primer tema. Su demasiado rígida manera de guiarse le ganó un boche.

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