La carta que reproducimos a continuación pasea el mundo a través de las redes sociales. Llegó desde Cuba directamente. Data del pasado día 6 de agosto, y está dirigida a las principales autoridades de la isla vecina, que se encuentra «al límite» como reconoció el presidente Díaz-Canel este 10 de agosto, según el periódico Granma, ocasión en la que además culpó a la población de la situación: “una parte importante de responsabilidad está en el comportamiento de las personas”, dice.
Sin embargo lo que es indudable es la incapacidad demostrada para gestionar la solución a la situación híper crítica en que se encuentra Cuba. Una familia entera en Cienfuegos, por ejemplo, está infectada, murió la abuela de la casa hace una semana, este 10 de octubre siguen todos sin recibir ni siquiera una medicina.
En el mundo se han aplicado a estas alturas 4.474.952.884 vacunas. En Cuba el avance de la vacunación ha sido lento, demasiado lento. Y parece ser que el orgullo y la soberbia se han convertido en un coctel mortal. Según la pizarra mundial de John Hopkins University, en los últimos 28 días se han infectado en Cuba la friolera de 221.255 personas, y han fallecido 1936 personas. En menos de un mes.
Cuba, la muy cacareada potencia médica, ocupa hoy el puesto 19 de esa pizarra, y está al borde del colapso. Recordemos que la falta de medicamentos y de atenciones médicas fueron una de las motivaciones que dieron el puntillazo a las manifestaciones del 11J.
En Manzanillo, por ejemplo, hay personas que han muerto por el Covid en la más oscura soledad de sus casas, sin asistencia médica. La morgue del Hospital Celia Sánchez Manduley está desbordada y se acumulan los fallecidos en el pasillo exterior.
Hay zonas del país donde entierran a los muertos de madrugada y en tumbas colectivas.
La carta a continuación es un testimonio fehaciente de lo que sienten los médicos que tienen que dar la cara ante los pacientes.
La indignación sigue creciendo, así como la represión.
«Cuba, 6 de agosto de 2021
Sr Miguel Diaz Canel Bermúdez
Primer secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la Republica
Sr Manuel Marrero Cruz
Primer Ministro de Cuba
Sr Esteban Lazo Hernández
Presidente de la Asamblea Nacional y del Consejo de Estado
Sr José Ángel Portal Miranda
Ministro de Salud Publica
Sr Francisco Durán García
Director Nacional de Epidemiología
Recientemente la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reconoció que la situación de la pandemia de covid-19 en Cuba «era preocupante y complicada» y exponía claramente que, en las últimas semanas, nuestro país se ubicó primero en Latinoamérica y cuarto en el mundo por cantidad de contagios de covid-19 por cada 100.000 habitantes. Por número de muertos cada 100.000 habitantes, se situó tercero en Latinoamérica (después de Paraguay y Argentina) y noveno en el mundo.
A pesar de que estas escalofriantes estadísticas, tomadas de los informes oficiales emitidos por el Estado en el cual todos ustedes ocupan cargos de primerísima importancia, dudamos que representen la verdadera situación que vive hoy nuestro pueblo. La dura realidad que se vive en cada provincia contrasta mucho con estos datos fríos que se presentan día tras día. Los hospitales están colapsados, los enfermos tienen que esperar largas horas para ser atendidos, no alcanzan las pruebas diagnósticas para identificar los casos positivos, muchos enfermos y sospechosos son enviados a sus casas para un ingreso domiciliario ausente en muchos casos de la evaluación diaria necesaria por parte del personal de salud de la atención primaria (APS), no hay medicamentos esenciales en las farmacias. Si se necesita trasladar a un enfermo hacia un hospital se tienen que esperar horas e incluso días porque no hay ambulancias disponibles para ello. Algunos compatriotas han fallecido en sus casas y la familia ha tenido que soportar en silencio el inmenso dolor del cadáver frente a ellos por no existir manera alguna de que sea recogido y trasladado hacia las morgues abarrotadas. Los cementerios no dan abasto para ofrecer una digna sepultura a los que han perecido en esta situación y en muchos lugares se abren fosas comunes para colocar los cuerpos sin vida, huérfanos de poder recibir el último adiós por sus seres queridos.
Los que escribimos esta misiva sabemos muy bien lo que estamos diciendo, pues somos profesionales de la salud que nos encontramos en la primera línea de batalla frente a esta epidemia. Hemos visto con nuestros propios ojos todo lo que les estamos relatando. Tenemos que lidiar cada hora, cada minuto, cada día con la desesperación de nuestro pueblo, con la angustia de los enfermos, con la impotencia de ver morir a nuestro pueblo ante nosotros. Llevamos meses y meses batallando casi exclusivamente con nuestra dignidad y sentido del deber profesional, por ello; en estos momentos, nos importa bien poco si les gusta o no lo que les vamos a decir en estas líneas, pues ninguno de nosotros tiene que cuidar cargos públicos o puestos encumbrados, ninguno de nosotros cambiará la ciencia por la política asquerosa que está llevando a Cuba a un desastre bajo la responsabilidad de todos ustedes. Por ello muchas cosas tienen que ser dichas de frente y no vamos a ser nosotros los que nos quedemos en silencio ante este desastre.
Estamos frente a una crisis epidemiológica mundial. El SARCoV 2 se ha convertido en una pandemia global. Es una guerra de la ciencia frente a la naturaleza, y esta guerra deben liderearla los científicos, no los políticos. Es el ministro de Salud Pública con sus direcciones nacionales, en este caso la de Epidemiología que dirige Durán, el que debe asesorar al PCC y al Gobierno en cómo se debe enfrentar científicamente esta situación epidémica, pues es el MINSAP el que posee los conocimientos técnicos y los expertos para ello.
La estrategia de la salud pública cubana es política. Ello está bien claro desde la propia Ley No 41 de la Salud Pública que define la universalidad, gratuidad, su carácter social, etc., etc., etc. Pero la táctica para alcanzar el derecho constitucional que tienen todos los ciudadanos de nuestro país a que se les atienda y proteja su salud, y la obligación que tiene el Estado de garantizar ese derecho, tiene que ser eminentemente científico. Solo así, el Gobierno sabrá que hacer en cada momento y los científicos le dirán como abordar la crisis. No es al revés como se hace hoy. Por ello el desastre que hoy estamos enfrentando, por ello el manejo de la epidemia se nos ha ido de las manos y es el pueblo el que lo está pagando con su vida.
¿No han visto ustedes los videos que circulan por las redes mostrando las caóticas condiciones que hay en nuestros hospitales y centros de salud? ¿No han visto la gente morir frente a las minúsculas lentes de los móviles de sus familiares desesperados? ¿No han visto madres, hermanas, hijos llorando impotentes con un familiar agonizando en un centro de salud que parece más una zona de guerra que un lugar destinado a salvar vidas?
El pueblo les está mostrando la verdadera cara de la situación existente hoy en Cuba. Esa es la realidad que estamos sufriendo y no la que presenta la prensa oficial, cuyos reportes se asemejan más a una sátira maquiavélica de lo «real maravilloso» o quizás en este caso, mejor dicho, la trasmutación del infierno de Dante en una isla del caribe que un día soñó con el paraíso. Eso que se ve en las redes no es siempre mentira, ni son siempre «fakes new» financiados por una inteligencia extranjera para desacreditar a nadie como se nos intenta meter en la conciencia. Es el grito de un pueblo desesperado que no tiene a quién quejarse porque sus principales dirigentes se hacen los ciegos y los sordos ante la verdad cotidiana. Dediquen un tiempo mayor a mirar lo que les está mostrando la gente en sus redes, y menos tiempo a publicar tuits en Twitter que nada tienen que ver con la realidad cotidiana y que solo evidencian lo lejos que ustedes viven de su pueblo.
Sr Díaz Canel, bájese de ese podio en que se sienta sistemáticamente cual emperador en el Grupo temporal de trabajo para la prevención y control del nuevo coronavirus, y siéntese humildemente a oír lo que tienen que decir los que saben como se enfrenta una epidemia. Su papel como Primer secretario del PCC es garantizar y fiscalizar que lo que allí digan Portal y Durán, sea cumplido por los que administran este país. Y como jefe de Estado, cuyo poder supuestamente dimana del pueblo, usted debe garantizar que su pueblo sufra lo menos posible en esta precaria situación. Mande a bajar de ese mismo estrado a todos sus primeros secretarios en las provincias y garantice que los directores provinciales de salud jueguen el papel que les corresponde.
Sr Marrero, a usted le toca implementar desde lo ejecutivo y lo administrativo todas las medidas necesarias para que las orientaciones científicas que emita el MINSAP sean llevadas a cabo. Usted dispone de los recursos de todos los ministerios de la nación y tiene que ponerlos en función de las indicaciones asesoras del MINSAP. Si no hay ambulancias, exíjale al Ministerio del Interior (MININT) a través de sus gobernadores en cada territorio, que pongan a disposición de Salud la mitad de los miles y miles de carros patrulleros que posee. Cada uno de ellos, con un enfermero al lado, resolverían el traslado de los enfermos a los lugares en que deben ser atendidos en tiempo y forma. Es una falta de respeto que solo se les haya ocurrido utilizar para ello bicitaxis, carretones de caballos o viejos «almendrones» particulares. No les avergüenza que el pueblo haya visto asombrado cuánto dinero se ha gastado en comprar modernos carros patrulleros, camiones para transportar tropas especiales y poder reprimir al pueblo y Salud pública no tenga el parque de ambulancias necesario para salvar las vidas de ese mismo pueblo. Ningún otro cubano tendría que esperar largas jornadas para ser rescatado si se complica en su hogar, ningún otro cubano morirá en su casa y su cadáver tendrá que esperar horas para ser llevado a su descanso final. Sería, además, una honorable forma para que la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) comenzara a lavar la sangre que mancha hoy sus ropas luego de las brutales golpizas, detenciones arbitrarias y encarcelamientos masivos que desde el 11 de julio llena de agravio a una fuerza cuya principal función es proteger a su pueblo, no masacrarlo.
Imponga al Ministerio de Justicia y a la Contraloría General de la República la necesidad de ser estrictos veladores de los recursos que dispone el país. Ellos debieran garantizar que los dirigentes corruptos que pululan por doquier en medio de toda esta caótica situación no puedan desviar los escasos recursos con que contamos para llenar de comida sus refrigeradores, o construirse casas con materiales no disponibles para el resto de los cubanos. Evitar y sancionar a los hijos de los principales dirigentes de la revolución que se dan una vida de «millonarios proletarios» mientras el pueblo se revuelca desesperado entre tantas necesidades insatisfechas. Acabar definitivamente con el nepotismo enraizado en las altas esferas. Que auditen a todas las instituciones estatales, incluyendo al emporio militar GAESA para que ponga a disposición del país los millones de divisas con las que cuenta en sus arcas para comprar comida y artículos de primera necesidad para los cubanos. ¡Los militares están para salvaguardar el país contra fuerzas extranjeras que intenten invadirlo, no para hacerse los empresarios capitalistas y manejar el dinero de la nación! Que se sancione con toda la severidad necesaria a todos los que entorpecen el desarrollo económico de la nación. Ello sería mucho más efectivo que desgastarlos en multitudinarios y vergonzosos procesos sumarísimos sin garantías de defensa a miles de jóvenes que, en su mayoría, solo salieron a expresar y a exigir sus derechos constitucionales. Haga que sea ininterrumpido el abasto de agua al pueblo, tan necesario para las medidas higiénicas en medio de esta epidemia, exija que no haya apagones, garantice que todas las estructuras del país hagan lo que tienen que hacer de una vez y por todas para resolver las necesidades del pueblo al que se deben.
Sr Lazo, convoque a la Asamblea Nacional para analizar, lejos de formalismos previamente castrados por la falsa unanimidad y el estrangulamiento de opiniones que puedan ser divergentes, a un verdadero referéndum para analizar, evaluar y corregir los múltiples errores cometidos por el ejecutivo en el manejo de esta crisis y que aún hoy se siguen cometiendo. ¿Quién responderá ante el pueblo por mantener la afluencia de turistas desde países con altos índices de contagio hacia nuestros principales polos turísticos?, ¿Cuándo va a rendir cuentas el presidente por llamar al pueblo a prácticamente una guerra civil, a enfrentar con golpes y palos los reclamos del mismo pueblo?, ¿Usted no va a exigir responsabilidad a los que, a pesar de todas las advertencias, engendraron e impusieron en el peor momento el desastroso «reordenamiento» que tanto ha hecho sufrir a nuestro pueblo y sumido a nuestra economía en una profunda y prácticamente insalvable crisis? Creemos que la Asamblea Nacional, si verdaderamente representa el poder del pueblo y expresa su voluntad soberana, tiene largas e ininterrumpidas sesiones por delante. Y nosotros solo le hemos sugerido algunos pocos temas para el debate.
Sr Portal Miranda, usted ha permitido que una de las «joyas» de las llamadas conquistas de la revolución hoy sea un fantasma ahogado en sus propias mentiras. El sistema de salud está colapsado, desorganizado y exhausto. Cientos de profesionales de la salud han muerto por la CoVID. Se trabaja sin los adecuados medios de protección personal, los centros de aislamiento dan vergüenza, la APS no puede cubrir las demandas de enfermos en las casas. Se trabaja con pasión, pero ello no basta. Acabe de reorganizar nuestro sistema para poder enfrentar esta pandemia.
Unas preguntas imprescindibles se imponen: ¿Cuántas autopsias se realizan a los casos fallecidos por CoVID en nuestro país? A usted como ministro del ramo no le ha llamado la atención buscar una explicación científica al por qué la epidemia en nuestro territorio está afectando a tantas personas jóvenes e, incluso, a que se debe el elevado número de casos en edades pediátricas que están resultado enfermos en Cuba, cosa que no ha sucedido en ningún lugar del mundo hasta ahora. Pero para eso hay que estudiar los cadáveres para ver que está pasando realmente. ¿Están nuestros protocolos de atención médica al mismo nivel de respuesta que los últimos avances mundiales en el tratamiento de la CoVID? Es humillante ver la sugerencia de apifármacos y medicina verde para tratar una enfermedad potencialmente mortal. ¿Vivimos aún en Cuba en la época de las cavernas?
Sabemos que se han comenzado a traer a muchos profesionales desde las misiones médicas cubanas en el exterior hacia nuestro país para apoyar a provincias críticas como Ciego de Ávila, Matanzas, Cienfuegos. Ello pudiera ayudar, sobre todo para oxigenar a los que en suelo propio llevamos meses y meses trabajando sin descanso a riesgo de nuestras propias vidas, la de nuestras propias familias e hijos, pero sin recursos poco se podrá hacer. Y usted lo sabe muy bien. Consideramos que los miles y miles de dólares que recibe el país por concepto de la Colaboración médica deben ser puestos a disposición de la compra de los insumos, medicamentos y cuanto sea necesario para enfrentar con dignidad esta epidemia y poder dar un mejor servicio de salud a nuestro pueblo. Nada hoy puede ser mas importante que la vida de nuestros hermanos.
Dr Durán; ha sido muy doloroso para nosotros verlo fomentar, desde su tribuna diaria frente a las cámaras de la televisión nacional, la caravana de la UJC en el día de ayer. ¿Cómo es posible que la máxima autoridad epidemiológica del país, que lleva meses y meses llamando a la disciplina popular, al distanciamiento social, la persona que mejor sabe que este virus encuentra el mejor caldo de cultivo para su propagación en estas concentraciones, sea tan hipócrita y, pensando más en cuidar su puesto que en cumplir con su deber profesional, bendiga la estúpida decisión de seguir convocando a concentraciones que solo provocaran mayor propagación de esta enfermedad y mayor número de muertos?. Su obligación profesional y moral, basada en su experiencia médica, en sus años de servicio, en su alto cargo debió ser, desde el principio, de exigencia frontal para que se cerraran nuestras fronteras cuando el país aun no estaba seriamente afectado por la enfermedad. En negarse a que siguieran entrando al país cientos y cientos de constructores indios provenientes del lugar donde ya se había detectado y circulaba la variante Delta del virus, con una elevada contagiosidad y mortalidad. De decir que no a las ilógicas restricciones horarias nocturnas cuando en el resto del día el pueblo entero se mantenía en colas interminables para paliar el hambre que lo atenaza. ¡Qué decir de sus partes diarios! Se ha encariñado tanto con los medios y los periodistas que ya hasta aprendió a mentir mejor que ellos. Usted sabe muy bien que esas cifras son puras falacias y obedecen a indicaciones estrictamente políticas. No puede haber certeza en esa información cuando no hay test diagnósticos disponibles para todos, cuando los laboratorios en varias provincias colapsan por la gran cantidad de muestras que tienen que procesar los equipos. Cuando se sesga el número de fallecidos evitando que, por ejemplo, si algún caso que fue positivo a la CoVID se negativiza, pero aun así muere por sus secuelas, no se reporta como caso de la enfermedad; cuando a pesar de tener los síntomas, el paciente fallece sin que se le realice el PCR, no sale en las estadísticas como defunción por CoVID y así, un sinnúmero de mentiras solo calculadas para que el mundo no se percate de que estamos hasta el cuello de tanta mierda.
Muchas cosas nos pueden faltar por decir en esta misiva, pero la catarsis de exponérselas a ustedes, principales responsables de la situación que atraviesa este país nuestro, de no ser parte de este engendro macabro en que hoy se ha convertido lo que un día fue un faro para los desposeídos, nos alivia el corazón y el alma. No seremos cómplices de tanta mentira, de tantos errores, de tanta basura. Nuestro pueblo tiene que saber la verdad. Y a ustedes, la historia no los va a absolver.
Firmado
Profesionales de la salud cubana agotados, engañados; pero dispuestos a seguir luchando por la vida de nuestros hermanos».
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