Luis Medrano, el productor artístico con más sostenida labor a favor de la música dominicana en los últimos 20 años, dijo, a través de unas declaraciones que envió a los medios, que llegó la hora de revisar las altas tarifas de orquestas y solistas, así como de los costos de montajes y suplidores, pero también de los pagos de impuestos, para que la gente regrese a los eventos y reactivar la vida del espectáculo en el país, que es parte indiscutible de las áreas más beneficiosas desde el punto de vista económico en la industria naranja.
Medrano va más allá y asegura que es tiempo de compartir la monetización del material fílmico y las transmisiones por las redes en directo o grabación de los conciertos, porque los costos de todo el montaje y producción del espectáculo los asume el empresario.
Con tal motivo, asegura que «Google, Facebook, YouTube, Instagram, Twitter, Tic Toc y cualquier medio electrónico, páginas web y persona que sin licencia, contrato o permiso por escrito no esté autorizado a poner actuaciones en el aire serán demandados por el uso de contenido privado».
Viene una nueva etapa para asistir en directo a los conciertos masivos y será desde los automóviles, una nueva plataforma ante el agresivo Covid-19, a la cual tendrá posibilidades de asistir menos público, y tendrá más privacidad con la opción de los nuevos aforos al aire libre, entre otros. Y asegura que será un público muy selectivo, equilibrado y disciplinado.
Dibuja la nueva realidad con túneles desinfectantes, computadoras medidoras de temperatura, personal especializado de seguridad y un sistema de acceso complejo pero efectivo.
«Como siempre el entretenimiento es la primera víctima cuando viene una gran tragedia, un mortal virus, una temporada agresiva ciclónica, de lluvias, de protestas en cualquier país o un temblor de tierra o terremoto», manifiesta el veterano empresario. E insiste: «La diversión es la más afectada, la más presionada, la más perseguida, criticada y maltratada a la hora de tomar decisiones de suspensiones, para los gobiernos en todo el mundo. No somos prioritarios porque al parecer no tenemos derecho a sobrevivir», se lamenta.
Está convencido de que pronto «regresará el hambre desmedida e incontrolable por la música, los conciertos, los bailes» porque «la poderosa empresa de la diversión que hoy la está pasando muy mal, pero con la esperanza, la fe y confianza de un mejor nuevo día».
Y concluye: «Ojalá el sistema cultural resultara beneficioso a los planes de los gobiernos del mundo, sin que piensen que somos limosneros». Estima que «con préstamos sin intereses y a largo plazo es suficiente para no sentirnos ignorados o olvidados», y en el caso de los productores indica que «vamos directamente a desaparecer, porque la quiebra es inminente».
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