
Este 30 de mayo de 2025 se cumplen 64 años del ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo Molina, el dictador que había llegado al poder en 1930 mediante una combinación de fraude electoral y un golpe de estado.
La conjura para terminar con su vida es recordada con el honor que merecen quienes se atrevieron a dar un paso histórico como fue el conjunto de acciones que descabezó la dictadura, con participantes que fueron más que las caras más conocidas.
Hizo falta el concierto de un grupo de hombres que son muchos más que los que se mencionan reiteradamente cada vez que se publican las notas de recordación de la gesta.

Los magnicidas
Participantes directos en la gesta del 30 de mayo de 1962: Antonio de la Maza, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio Imbert Barrera, Amado García Guerrero, Modesto Díaz Quezada, Juan Tomás Díaz Quezada, Luis Manuel Cáceres Michel, Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Luis Amiama Tió y Roberto Pastoriza Neret. Miguel Ángel Bissié, Modesto Díaz, Juan Tomás Díaz, Manuel Tejada Florentino, Luis Manuel Cáceres Michel (Tunti), Luis Amiama Tió.
Los otros héroes
Los no participantes directos en el magnicidio, pero que tuvieron responsabilidades en la autopista hoy 30 de mayo, fueron: Ángel Severo Cabral, Antonio García Vásquez, Bienvenido García Vásquez, Ernesto de la Masa Vásquez, Manuel de Ovín Filpo, Mario de la Masa Vásquez, Miguel Ángel Bissié y Pablo de la Masa Vásquez.

El participante olvidado
Román Fernández (Pupo), entonces secretario de las Fuerzas Armadas, fue participante en el complot para la frustrada segunda parte política de instauración de un gobierno cívico-militar, que no llegó a darse por razones que se han debatido mucho: falta de comunicación efectiva sobre el ajusticiamiento; arrepentimiento del compromiso asumido u otras circunstancias. De ahí su ordinaria exclusión del grupo de actuantes.
Sabrina Román, hija del militar y exquisita escritora, ha publicado en 2016 su testimonio al respecto en el libro Nuestras lágrimas saben a mar (Memorias de una hija del General Pupo Román), en el cual se establece que su padre fue responsable en el compromiso hasta que se rompió la comunicación con el grupo de conspiradores y fue ubicado por los servicios de seguridad (SIM), detenido, interrogado, torturado, juzgado y asesinado por lo que quedaba del régimen trujillista. Es un capítulo de justicia pendiente por esclarecer.

El libro de Sabrina Román (y que detallaremos en una crítica a fondo más adelante), además de la belleza de su textualidad, es una pieza histórica que debe ser estudiada.
La inclusión de Pupo Román, indiscutido participante en los hechos, es una consideración del autor de esta crónica. No figura entre los participantes oficiales de la exposición fotográfica de estos prohombres.?
Es un tema a ser dilucidado al margen de todo fundamentalismo ideológico, con sentido de justicia.