(La mayoría de las fotos que ilustran este trabajo pertenecen al libro Taínos, arte y sociedad, de lo contrario, indican su procedencia)
En la zafra de 1969, cuando Fidel Castro determinó que al año siguiente Cuba estaría ya en el comunismo, que los diez millones de toneladas de azúcar habrían permitido llegar al desarrollo, todos los hombres y la mayoría de las mujeres de Cuba, fueron arrancados de sus puestos de trabajo de médicos, comerciantes, arquitectos, ingenieros, militares, pilotos o artistas, y enviados a los cañaverales.
La aventura mesiánica convirtió en cañeros a un alto por ciento de la población cubana durante un año entero, trabajando las 24 horas, de día y de noche, con grandes focos que parecían sacados del ambiente de Rebelión en la granja. Se sembró y cultivó caña en cada centímetro de tierra. Desbrozaron bosques anteriores a la conquista para sembrar caña de azúcar. Mi padre iba a casa cada quince días, un día de descanso. Una vez llevó unas piedras talladas, maravillosas, con color terracota, que usaron de cenicero en la casa. Esas piedras talladas, se supo luego, eran un regalo dejado por los taínos. Habían encontrado aquellas piedras en medio de un cañaveral que habían comenzado a arar y surgieron a través del arado, eran muchas, y varios compañeros de mi padre llevaron aquellas piedras a sus casas.
Los ‘ceniceros’ de mi casa existieron hasta décadas después, pero se fueron cayendo y rompiendo.
Los taínos que encontró el almirante Cristóbal Colón a su llegada a lo que él llamó luego La Hispaniola, no eran tan atrasados ni tan simples como muchos podrían pensar (¡es tan elemental y esquemático lo que se ha recibido en los distintos niveles de Educación!); sin embargo, la organización social de los taínos y sus expresiones artísticas demuestran que ni eran tan simples ni tan atrasados. Ahí está la belleza de piezas de cerámica, tallas en madera o huesos de distintos tipos, elementos de contenido ritual, o aquellos ‘ceniceros’ y otros elementos que han llegado hasta el día de hoy.
“Taínos, arte y sociedad”, del empresario, historiador y arqueólogo Manuel García Arévalo, publicado por el Banco Popular, y presentado a fines del año pasado, fue motivo de un ameno panel celebrado en la tarde del 20 de agosto. El libro, que por su totalidad (profundidad, estilo, valor cultural, diseño y calidad de impresión) sería merecedor del Premio Nacional de la Feria del Libro, es un acercamiento profundo, pero escrito sin pedanterías terminológicas, lo cual lo hace de fácil lectura, que amerita en algún momento una edición «popular» dedicada a escuelas y colegios, para que las nuevas generaciones puedan tener un acercamiento serio e interesante sobre la cultura taína. Conocer los orígenes nos ayuda a explicar el presente y tenerlo en cuenta en el futuro.
Muchos se preguntan el significado de los ojos en el arte taíno ¿Por qué los artistas taínos representaban los ojos de esa manera desmesurada? La pericia técnica de los tallistas taínos y la perfección estética de muchas de sus piezas, con equilibrio entre los elementos tallados, complicadas líneas y diseños, y los materiales utilizados, dan cuenta de un estado de desarrollo significativo como entes dentro de una comunidad.
García Arévalo fue acompañado en el panel virtual por el poeta José Mármol, vicepresidente del Banco Popular, así como por María Amalia León, presidenta de la Fundación León Jimenes y directora del Centro León, de Santiago; la académica española María José Rincón y Christian Martínez, director de Museo del Hombre Dominicano.
María Amalia León, durante una de sus intervenciones dijo que a partir de la cultura taína es posible entender mejor la sociedad dominicana, viendo la “tainidad dentro la dominicanidad, como un concepto integral”.
Entre las preguntas realizadas al panel, el periodista José Rafael Sosa, indagó acerca de las posibilidades de llevar al cine algunas historias taínas. Algunos panelistas opinaron, entre ellos la académica española radicada en el país, María José Rincón, quien expresó para hacer florecer estas raíces históricas hay que estudiarlas, valorarlas y también sacarles partido.
Por su parte García Arévalo se refirió a la existencia de obras literarias que abordan historias de taínos, como por ejemplo «Enriquillo», de Manuel de Jesús Galván, novela que en el 2019 celebró su 140 cumpleaños, y sobre la cual el periodista y escritor dominicano Vianco Martínez ha escrito: «Con su aliento poético, su derroche de imaginación y su sentimentalismo desbordante, ‘Enriquillo’, una novela esencialmente romántica, ha vencido el tiempo. En sus ciento cuarenta años ha sido en varias generaciones libro de lectura obligada en las escuelas, se ha mantenido en las preferencias de lectores de todas las edades y ha sido traducida a varios idiomas».
Efectivamente, los taínos que eran nuestros comunes habitantes mayoritarios de las islas del Caribe, pertenecientes a los arahuacos, llegados desde América del Sur (aún sobreviven en el norte de Brasil), están de un modo u otro en varias obras de la literatura caribeña.
«Entre nosotros paraíso es como naturaleza, no como simbolo o arquetipo. El hombre primitivo que habitó nuestras tierras es uno de los misterios humanos más cerca de lo angélico que hayan existido; fue, pudiéramos decir, la primera modalidad coral de lo que he llamado el genitor por la imagen», expresó José Lezama Lima sobre su novela Paradiso en una entrevista con Eugenia Nieves, titulada «Entrevista con Jose Lezama Lima», en la revista Árbol de Letras, Santiago de Chile, vol. 2, 11, Julio de 1969, pag. 21. Esto indica que hay muchos más signos subterráneos a veces en la literatura latinoamericana sobre los taínos. Baste recordar que el protagonista de la famosa novela de Lezama Lima se llamaba, no por gusto, José Cemí.
Una de las tesis más manoseadas por la historiografía caribeña, ha sido el concepto de «exterminio», supuestamente llevado a cabo por los conquistadores contra los aborígenes. Manuel García Arévalo tiene su punto de vista, «para que haya exterminio -afirma- tiene que haber la intención deliberada de matar a alguien. Por ejemplo, los nazis tenían la intención deliberada de exterminar al pueblo judío. Pero en el caso de la colonización, la presencia de los españoles sí es verdad que como toda conquista, hubo violencia, hubo sometimiento, guerra, evidentemente no había el interés de que el indio desapareciera, todo lo contrario. En aquel momento se decía «tierra sin indio, no vale nada», porque el indio era la fuerza de trabajo, y la fuerza de trabajo uno trata de preservarla. Incluso a los esclavos africanos también se les daba una dieta especial, para que pudieran soportar los rigores a las que estaban sometidos, sobre todo en las labores agrícolas. De tal manera que evidentemente la conquista fue un choque violento, pero lo que exterminó, lo que prácticamente diezmó a la población indígena, fueron las enfermedades… Cuando se presentan una serie de virus y enfermedades para las cuales las culturas no tienen anticuerpos, son realmente letales», expuso haciendo una analogía con la situación actual de la pandemia.
«Los indios americanos estuvieron separados de Asia, Europa, Africa, por más de 35 mil años, de tal manera que una serie de enfermedades, que se fueron climatizando en el Viejo Mundo, no había inmunidad adquirida por los indígenas, así que cuando llegaron estas enfermedades de golpe, la gripe, la simple gripe, la viruela, la tuberculosis, enfermedades como la fiebre porcina, fueron verdaderamente letales para la población indígena», puntualizó.
«Si tenemos que contar la rápida desaparición de nuestros indios, no fue por causa de un interés de que se desaparecieran, sino fundamentalmente -sin descartar ninguna de las otras posibilidades- fue porque no habían los anticuerpos para resistir la invasión de virus que trajeron tanto los europeos como los africanos», resumió, a la vez que citó al profesor de la universidad de Yale, Juan José Arrom.
El propio Arrom en su libro Certidumbre de América (2da. ed., Madrid, Gredos, 1971), específicamente en «Mitos taínos en las letras de Cuba, Santo Domingo y Mexico», recogido en las páginas de la 59 a la 76 expuso: «Contrario a lo que se ha venido repitiendo desde hace siglos, los taínos no fueron exterminados en los primeros choques de la conquista. Es cierto que fueron diezmados por los desafueros de la turba conquistadora, por las enfermedades que introdujeron los recien Ilegados y por el cruel tratamiento a que fueron sometidos los que cayeron en manos de los encomenderos. Pero no todos los espaioles fueron crueles, ni todos los tainos fueron exterminados. Hubo tambien entre conquistadores y conquistados un paulatino proceso de convivencia y transculturaci6n. Mediante ese proceso el pueblo taíno dio un considerable número de voces que han enriquecido tanto al español general como al particular de aquellas islas, legó hábitos y costumbres que aún se conservan en gran parte de la población, y dejó, como en el caso que aquí nos ocupa, el soterrado recuerdo de una mitología que sorpresivamente aflora en determinadas creencias y creaciones artísticas de los antillanos de hoy».
Una de las obras incluidas en el libro es un cemí antropomorfo, tejido en algodón, que se encuentra en la Universidad de Turín, Italia. Nota Clave quiso conocer la opinión del autor del libro, acerca de este ejemplo de arte probablemente funerario. ¿Pudiera decirse que el comí de algodón pudiera considerarse la muestra de mayor complejidad del arte taíno?
García Arévalo respondió que «la particularidad que tiene el cemí de algodón, además de haberse podido mantener en una fibra, un material tan deleznable, como es el hilado de algodón, durante cinco siglos, es que su interior contiene un cráneo humano, o parte de un cráneo humano, por lo cual es un receptáculo de algún antepasado importante para la tribu, y lo conservaron previamente en esa confección de algodón antropomorfa, tan excelentemente realizada, decorada con fines vegetales. De tal manera que sí, es una pieza extraordinaria por la concepción artística, por el estado de conservación, y sobre todo por el simbolismo ritual que tiene. Porque denota un culto a los antepasados, algo muy importante en la religión taína, donde se mezclaba el cemicismo, o sea los ídolos tutelares de la tribu, junto con una veneración a los ancestros, a las personas connotadas y a las personas que realmente habían hecho alguna proeza, un acto importante. Se conservaban como objeto de culto. Esa es la importancia del ídolo de algodón, que confirma eso que incluso Colón describe en sus escritos, de que los taínos tenían una predilección por los antepasados, por la conservación de sus huesos, sobre todo del cráneo».
Sobre la edición y el proyecto completo
El libro de García Arévalo, que fue puesto en circulación a fines del año pasado es, según sus editores, el primer proyecto editorial dominicano con un desarrollo multimedia basado en realidad aumentada. El proyecto editorial se completa con el documental “Presencia viva. El legado de la herencia taína”, que plantea la idea del uso de los restos de la cultura prehispánica como plataforma para potenciar en la República Dominicana el turismo naranja, basado en experiencias culturales.
Asimismo, como parte de esta iniciativa cultural transmedia y orientado a los más pequeños de la casa, se publicó también el cuento “Zunzún y el Valle Encantado”, de la autoría de la escritora infantil Yina Guerrero y con ilustraciones de la artista Karla Peña, en el que se narran las vivencias de una niña dominicana del siglo XXI que viaja mágicamente a otra dimensión y conoce a un niño taíno, quien le enseña sus costumbres y su lengua.
Todos estos materiales están accesibles en www.popularenlinea.com/tainos.
La labor editorial del Banco Popular data de hace más de dos décadas e igual cantidad de publicaciones, cuyo propósito es aportar al acervo cultural y proyectar la riqueza histórica, cultural, social y económica de la nación en múltiples ámbitos.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).