MIAMI. El incesto constituye abuso sexual en una relación de poder. La traición de la confianza es la que perjudica al niño o la niña, que puede ser víctima del padre, la madre, el abuelo, un tío u otros miembros de la familia. Recuerde que el incesto no solo se refiere a la familia sanguínea, sino también a los lazos de amor, al vínculo que la víctima tenga con el abusador. Por ejemplo, el padrastro.
En el incesto, el adulto tiene más poder y saca ventaja sobre el niño. Por lo general, ese adulto es alguien en quien el niño confía y de quien depende. El niño no tiene opción para elegir y por lo tanto no es una relación basada en el mutuo acuerdo. Al violentar el cuerpo del niño, se violenta también su confianza y su amor.
La mayoría de quienes cometen incesto son hombres y sus víctimas, niñas. En la mayoría de los casos, el perpetrador es el padre o el padrastro.
Consecuencias del incesto
A consecuencia del abuso sexual, los niños víctimas de incesto son dañados en su necesidad de sentir amor. Por tanto, es común que la búsqueda frenética de afecto dure toda la vida. Como no se sienten amados, ni respetados, su autoestima es muy baja.
Al negárseles la validación de sus sentimientos y sus necesidades, aprenden que lo que necesitan es de tan poca importancia que se sienten desvalorizados, e incluso perciben que estos sentimientos les podrían conducir a un desenlace mortal. La depresión y ansiedad son constantes en sus vidas.
A medida que crecen, los niños desarrollan un sentido de dominio y control cuando actúan sobre el mundo exterior. Establecen límites cuando piden que algo no continúe y ese algo se detiene. Por el contrario, las víctimas de incesto aprenden que no tienen poder y que, a pesar de lo que hagan, no son escuchadas y el abuso sexual continúa. Aprenden y sienten que no tienen control sobre sus vidas.
Los niños deben ser amados por el hecho de existir. Deben esperar ser queridos aunque no sean perfectos. Lamentablemente, las víctimas de incesto aprenden que no son amadas por sí mismas sino porque sirven a otra persona.
Los niños merecen ser queridos libremente, nunca como una propiedad. En el incesto, las víctimas son una posesión y equiparan el amor con el sentimiento de que deben algo.
Los niños deben aprender a establecer límites, a saber hasta dónde llegan ellos física y psicológicamente, y dónde comienzan las otras personas. El incesto destruye este aprendizaje pues las víctimas no existen como seres separados al ser consideradas propiedades sujetas a toda clase de violaciones.
Cuando las víctimas de incesto llegan a la adultez se convierten en sobrevivientes porque, a pesar del horror y la violencia sufridos en la infancia, desarrollan una gran fuerza frente a la vida. Pueden usar esa fuerza que necesitaron para sobrevivir, a fin de romper con el silencio, la culpa y la vergüenza. Así mismo, pueden buscar ayuda para rechazar el dolor, transformar la rabia y tener una calidad de vida como se merecen.
(Tomado de: «Tratamiento grupal para sobrevivientes de incesto»).
Dra. Nancy Alvarez Psicología Clínica con maestría y post grados en terapia familiar de pareja y sexual. Miembro del Board Americano de Sexualidad y de APA.