Ilustración de cómo debe verse la Voyager 2 viajando en el espacio profundo (Fuente externa)

El objeto creado por humanos que ha llegado más lejos en el cosmos profundo, fuera del Sistema Solar, la Voyager 2 ha vuelto a trabajar de manera normal, tras una semana de nervios en Pasadena, California, donde se encuentra el Laboratorio de la Propulsión a Reacción de la Nasa.

Seguida por tres complejos de antenas situadas en Australia, España y Estados Unidos, la misión Voyager 2 de la NASA ha reanudado la toma de datos científicos en el espacio interestelar, y los científicos ahora están evaluando el estado de los instrumentos después de su breve apagón que tuvo en vilo a la comunidad científica.

La semana de incertidumbre pareció eterna, pero al final los operadores de la misión han informado que la misión que salió de la Tierra el 20 de agosto de 1977, continúa funcionando estable y que las comunicaciones entre la Tierra y la nave espacial son buenas.    

El pasado 29 de enero, la NASA informaba con una esperanza de dudosa certidumbre, que los ingenieros de la misión trabajaban por recuperar su funcionamiento normal tras activarse un procedimiento de autoprotección contra fallos en la nave.

Originalmente, la misión de 43 años, fue programada con múltiples rutinas de protección contra fallos de funcionamiento tanto en la Voyager 1 como en la Voyager 2. De ese modo, las naves toman medidas automáticamente para protegerse si surgen circunstancias potencialmente dañinas. Desde Pasadena, los ingenieros se comunican regularmente con la sonda espacial que viaja a 14,8 kilómetros por segundo, y reciben telemetría.

Ahora ambas sondas se encuentran en algún lugar del espacio interestelar, en la Heliopausa.

La Voyager 2 descubrió hace 13 años que el Sistema Solar no es redondo, sino ovalado, esto gracias al campo magnético interestelar del espacio profundo.

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