La revista científica Nature Astronomy ha publicado este lunes que la sonda espacial Voyager 2, lanzada en 1977 desde el centro espacial de Cabo Cañaveral (EE.UU.) para estudiar planetas externos, ha salido del sistema solar y ha entrado en el espacio interestelar, también conocido por las siglas ISM.
El estudio ha estado a cargo de investigadores de la Universidad de Iowa (EE.UU.), quienes han confirmado el paso y la entrada del Voyager 2 al ISM el 5 de noviembre de 2018, hace un año, tal y como han dado a conocer ahora. El ISM es la región interestelar con contenido de materia y energía entre las estrellas dentro de una galaxia.
Los astrónomos confirmaron este importante paso cuando el instrumento de medición de onda de plasma que lleva la sonda detectó un marcado aumento en la densidad de plasma (estado fluido similar al gaseoso), dice el estudio. El incremento es claro en el paso que hizo la sonda desde un plasma caliente, de baja densidad y característico del viento solar, al frío y de alta densidad de plasma en el espacio interestelar.
Este tránsito es similar al aumento también en la densidad de plasma detectado por la sonda espacial hermana Voyage 1 -ambas lanzadas en 1977 desde Cabo Cañaveral- cuando cruzó al espacio interestelar, ocurrido en 2012.
«En sentido histórico, no es cierta la vieja idea de que el viento solar queda gradualmente disminuido a medida que «uno entra en el espacio interestelar», señaló Don Gurnett, uno de los autores de esta investigación. «Con el Voyager 2 -y previamente con el Voyager 1- mostramos que hay un límite distintivo allí fuera. Es asombroso cómo los fluidos, incluidos los plasmas, forman la frontera», agregó. Gurnett, quien es profesor emérito del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Iowa, es el principal investigador del instrumento de ondas de plasma que lleva el Voyager 2.
La entrada de esta sonda espacial en el ISM ocurrió a 17.702 millones de kilómetros del Sol, explica la revista.
Las dos sondas espaciales fueron lanzadas con una diferencia de unas semanas en 1977, con misiones y trayectorias diferentes, pero básicamente entraron en el ISM a la misma distancia del Sol. Esto ha permitido contar con datos muy valiosos sobre la estructura de la heliósfera, la burbuja creada por el viento solar mientras se extiende por los límites del sistema solar.
«Esto implica que la helíosfera es simétrica, al menos en los dos puntos donde las aeronaves Voyager han cruzado», estableció Bill Kurth, científico de la citada institución académica. Además, los datos recabados del instrumento del Voyager 2 aportan nueva información sobre el grosor de la región exterior de la heliósfera y el lugar donde el viento solar se acumula frente al viento del espacio interestelar, que Gurnett lo asemeja al efecto de un quitanieves en las calles de una ciudad.
El artículo agrega que la última medición obtenida del Voyager 1 fue cuando la aeronave estaba a 21.726 millones de kilómetros del sol.
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