La noticia histórica dada a conocer este lunes 26 de octubre del 2020 por la NASA ha sido el resultado de dos años de análisis de los datos recopilados por un telescopio que ha observado la superficie de la Luna desde un Boeing 747 volando a 13 mil metros de altura el 31 de agosto del 2018.
Las observaciones tomadas por el telescopio Sofía aquel día han sido debidamente auscultadas para llegar a la conclusión que hoy se ha publicado y que confirma un estudio de manera indiscutible. Hay agua en la Luna.
Otro estudio ha planteado que el agua puede acumularse en unos 40.000 kilómetros cuadrados del satélite natural de la Tierra. Que no es tanto tampoco como para pensar en mares subterráneos, pero sí para que la Luna se convierta en un trampolín para viajes a otros planetas, tal y como ya se ha estado planificando la misión Artemisa (que incluirá a la primera mujer en la superficie lunar), prevista para establecerse en la Luna en apenas cuatro años.
Los más recientes cálculos dicen que en el polo norte del satélite podría haber unos 600 millones de toneladas de agua —líquido vital para la sobrevivencia de los seres humanos, pero también para la fabricación de combustible para cohetes. El polo sur también podría atesorar cantidades de agua helada. El problema es que las observaciones no son concluyentes: la luz infrarroja reflejada no permite saber si es agua (H2O) o grupos de hidroxilo (OH).
El telescopio en el Boeing 747 ha captado luz infrarroja en una longitud de onda que solo puede emitir el agua. No hay ningún otro material en la Luna que pudiera dar esa misma señal, explican los responsables del trabajo, que se publicó este lunes en Nature Astronomy.
El grupo de científicos, encabezado por Casey Honniball, del Programa Postdoctoral de la NASA, Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, y del Instituto Hawaii de Geofísica y Planetología, en Mānoa, Honolulu, explicó que Sofía se apuntó al cráter Clavius, un boquete de más de 200 kilómetros de diámetro cerca del polo sur del satélite, y que la abundancia de agua en este cráter es de unos 200 microgramos por cada gramo de tierra lunar.
Si un microgramo es una millonésima parte de un gramo, para poder extraer un litro de agua en la Luna, habría que juntar cinco toneladas de suelo, pero en nuestro planeta el oro está a una concentración unas 100 veces menor que el agua en la Luna, han calculado científicos. Con lo cual cabría deducir que el agua en la Luna es mucho más como el oro en la Tierra.
“La sonda Chandrayaan-1 ya detectó hielo de agua en los polos lunares en zonas no iluminadas por el Sol. Ahora presentamos pruebas concluyentes de que hay moléculas de agua también en las zonas iluminadas”, explica Casey Honniball, coautora del estudio. Su equipo -integrado además por P. G. Lucey, S. Li, S. Shenoy, T. M. Orlando, C. A. Hibbitts, D. M. Hurley & W. M. Farrell, de distintas instituciones académicas y científicas de Estados Unidos-, piensa que las moléculas de agua se formaron al impactar pequeños meteoritos y reaccionar con el OH para formar agua. Las moléculas estarían atrapadas en esos cristales y para sacarla habría que fundirlos, advierte.
Otro estudio
Otro estudio publicado en la misma revista científica ayer mismo está firmado por P. O. Hayne, del Laboratory for Atmospheric & Space Physics, and Astrophysical & Planetary Sciences Department, de la Universidad de Colorado Boulder, junto a O. Aharonson del Helen Kimmel Center for Planetary Science, Weizmann Institute of Science, Rehovot, Israel y N. Schörghofer del Planetary Science Institute, en Tucson, da cuentas de lo que llaman «trampas frías», que son cualquier punto de la Luna donde la temperatura es de menos de 163 grados bajo cero. Algunas de estas trampas son los lugares más fríos del sistema solar, con temperaturas de unos 243 bajo cero. “En estos depósitos el agua helada se comporta como una roca y permanece estable durante miles de millones de años”, expresó Hayne.
Los cálculos del equipo muestran que los depósitos fríos de la Luna ocupan unos 40.000 kilómetros cuadrados. Los que más abundan son de pocos centímetros de diámetro — micro-trampas— que se acumulan en torno a los dos polos de la Luna.
“No sabemos cuánto grosor tiene el hielo en estos depósitos, pero si hacemos una estimación razonable vemos que solo las micro-trampas albergarían unos 1.000 millones de litros de agua”, explicó Hayne.
Según el científico, el agua de la Luna es exactamente como la de la Tierra y se podría beber, aunque habría que filtrarla, pues puede contener mercurio y otros contaminantes. “Serían necesarias nuevas tecnologías para extraer esta agua. Podemos pensar en tractores robóticos que aren la superficie y extraigan el agua de los pequeños depósitos. Esto es algo muy distinto que tener que extraer el hielo de grandes cráteres en sombra perpetua y a kilómetros de profundidad”, resalta.
En los planes próximos de la NASA está enviar astronautas al polo sur de la Luna a partir de 2024 y establecer bases lunares con grandes paneles solares que permitan iluminar el interior de los cráteres en sombra y extraer el agua acumulada en ellos.
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