SD. Nuestros oídos no pueden escucharlo, pero las estrellas en el cielo interpretan un concierto que nunca se detiene. Las estrellas más grandes hacen los sonidos más bajos y profundos, como tubas y contrabajos. Las estrellas pequeñas tienen voces agudas, como las flautas celestes. Estos virtuosos no solo tocan una «nota» a la vez, nuestro propio Sol tiene miles de ondas de sonido diferentes rebotando en su interior en un momento dado, dice una nota publicada en el sitio web de la NASA.
Esta música estelar ha sido motivo de inspiración para el cine, en más de una película y serie televisiva. Su armonía, su poesía, su melodía, se va descubriendo poco a poco. La cuestión es que cada sonido indica un origen, y a través de su música se puede saber de qué están hechas las estrellas.
El sol, por ejemplo tiene el sonido de un gran degeredooo. Es una nota muy baja y sostenida con pequeñas alteraciones. Alex Young, de la división de Ciencia Heliofísica del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, ha dicho: «No tenemos formas sencillas de mirar dentro del Sol. No existe un microscopio para acercarnos a la estrella. Es por eso que, de alguna manera, escuchar las vibraciones del sol nos permite ver en su interior».
«Mediante esta información podemos empezar a ver enormes ríos de material solar fluyendo. Finalmente estamos empezando a entender las capas del Sol y su complejidad. Ese simple sonido es el equivalente a si enviáramos una sonda dentro de la estrella», ha explicado Young.
Comprender estas armonías estelares representa una revolución en la astronomía. Al «escuchar» las ondas sonoras estelares con telescopios, los científicos pueden descubrir de qué están hechas las estrellas, qué edad tienen, qué tan grandes son y cómo contribuyen a la evolución de nuestra galaxia Vía Láctea en su conjunto. La técnica se llama asteroseismology. Así como los terremotos (o las ondas sísmicas de la Tierra) nos informan sobre el interior de la Tierra, las ondas estelares, que producen vibraciones o «temblores de estrellas», revelan el funcionamiento interno secreto de las estrellas.
El telescopio espacial Kepler de la NASA, que ahora se acerca al final de su misión, ha sido un jugador clave en esa revolución, ya que ha emitido observaciones de olas en decenas de miles de estrellas desde su lanzamiento en 2009.
El satélite de exploración de exoplanetas en tránsito (TESS, por sus siglas en inglés), que se lanzó en abril de 2018, puede observar ondas de sonido en hasta un millón de gigantes rojas, las estrellas masivas y evolucionadas que representan el aspecto que tendrá nuestro Sol en unos 5 mil millones de años. Si bien Kepler y TESS son famosos por cazar planetas más allá de nuestro sistema solar (exoplanetas), también son herramientas potentes y sensibles para detectar vibraciones estelares. Y cuanto más sabemos sobre las estrellas, más sabemos sobre los planetas que las orbitan.
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