Especial de Rolando Díaz, para Notaclave.com
VALENCIA. Un programa de la TV Cubana, La Pupila Asombrada, emitido recientemente, ha hecho uso de un documental de mi hermano Jesús Díaz; 55 Hermanos (producido por el ICAIC en 1978) para dar una versión parcializada y sin derecho a réplica del prestigioso escritor y cineasta que fue Jesús. Lo he sabido por amigos que me alertaron remitiéndome a la red, donde pude ver el nombrado programa, y como Jesús no vive para poder opinar sobre el hecho, lo haré yo.
El Señor Omar Valiño, director de la revista Tablas, hizo una valoración de la obra y la figura de Jesús que partió desde el respeto, aunque, como siempre, por razones puramente ideológicas, se quedó corto. Evaluó a Jesús como un importante escritor refiriéndose sólo a su libro de cuentos Los Años Duros y a su novela Las Iniciales de la Tierra, en su momento censurada por casi diez años (hecho, por supuesto, no comentado por el invitado) y que luego, después de levantada la sanción y publicada, fue reconocida por algunos críticos literarios como una de las novelas más importantes de la época revolucionaria.
Pero, con conocimiento de causa ignoró Las Palabras Perdidas, para muchos su novela más importante, nunca publicada en Cuba y el resto de la obra literaria de Jesús, cuestionable o no, publicada en el exterior por prestigiosas editoriales. Decidió el Señor Omar, detenerse en dos hechos para enjuiciarlo críticamente:
Darle un ramalazo superficial, simple y tendencioso a la prestigiosa Revista Encuentro de la Cultura Cubana, de la que fue director, reconocida por Tirios y Troyanos a la altura de Ciclón u Orígenes, ubicando cada cual en sus circunstancias y contextos.
Y, echando mano del hecho quizás más controvertido en la vida de Jesús, su viaje en un avión de Hermanos al Rescate, decisión personal que, cuestionable o no, habría que evaluar entre un sinfín de acciones que el intelectual que fue Jesús, acometió en su vida.
Suele el pensamiento único cuestionar, desechar, descartar y lo peor, desacreditar a quienes complejizan, aportan y enriquecen miradas diversas sobre el espacio en el que ejercen su mandato.
Suelen fulminar a quienes salen del redil y enarbolan la opinión propia.
Sé, como pocos, lo controvertida que fue la figura de Jesús Díaz, no pretendo venderlo como un santo cristiano (pocos lo son) pero simplificarla, distorsionarla y valorarla desde perspectivas doctrinarias es, cuando menos, una opción lamentablemente triste para los que aspiramos a una Nación Cubana de pensamiento diverso, rico e inclusivo.
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