(El autor es Hans García, productor y director cinematográfico, quien preside la Fundación Pro Desarrollo del Cine Dominicano (PROCINE) y fue presidente de la Asociación Dominicana de Profesionales del Cine (ADOCINE)).
Ha circulado desde hace días un “borrador- propuesta” de reforma fiscal dentro del cual se plantea en lo que se refiere a la Ley 108-10 (Ley de Cine) igualar las condiciones del artículo 34 que beneficia las producciones nacionales, a las del artículo 39 que compete a las producciones internacionales, desde cualquier lógica que busque beneficiar al país, a los trabajadores del cine y consolidar un sector productivo formal y en crecimiento, esto resultaría contradictorio e irracional; si lo que se quiere es desarrollar la industria cinematográfica dominicana, no son esas las decisiones adecuadas.
Siempre que se acerca la finalización de un año aparece el fantasma de la reforma fiscal y con ello también la incertidumbre en nuestra industria, constantemente “tiroteada” por sectores que no dimensionan la importancia cultural de la misma, el impacto positivo en las comunidades en que se filma, la generación de empleos y la promoción internacional que de nuestro país se hace.
Desde la creación del cine como industria en nuestro país y hasta el impulso que la Ley de cine ha otorgado, apenas se rodaban una o dos películas al año e incluso a veces cada dos años. A partir de la creación de la Ley 108-10 hemos visto florecer una industria que permite que cada año se rueden alrededor de 30 películas dominicanas, lo que produce empleos para los profesionales y técnicos especializados en esta área que en la actualidad se cuentan por miles. Un significativo impacto en la economía de las comunidades donde se filma, pues el cineasta trata de presentar la realidad de la vida en el país y para ello se traslada a comunidades muchas veces olvidadas y que con el rodaje de una película reciben un alivio económico por el dinero que allí se invierte y por los empleos temporales que se producen.
Igualar las condiciones del artículo 34 con el 39 sería la muerte súbita de la industria cinematográfica dominicana, es imposible realizar una película con esas condiciones y menos competir con la ventaja de comercialización de los créditos fiscales que generan las producciones extranjeras.
En lo que va del año 2021 el país ha recibido en inversión extranjera producto de la Ley de cine de alrededor de 15 mil millones de pesos. La inversión en la industria local redondeando los 11 años que lleva la Ley, son apenas unos 1500 millones de pesos al año, de los cuales automáticamente se devuelve de ITBIS unos 270 millones de pesos, además de las retenciones que se hacen de impuestos sobre la renta por concepto de honorarios.
En nuestro país no existe un sector de la industria más regulado y formalizado que el nuestro. Todo el que trabaja bajo el amparo de la Ley 108-10 paga rigurosamente sus impuestos pues de lo contrario, no trabaja. Todas las empresas creadas para ofrecer servicios a la industria cumplen con sus obligaciones con la DGII al igual que los empleados que contratan.
La modificación de la Ley de cine como se plantea sería la eliminación de un sin número de empresas que han hecho inversiones millonarias para dar servicio a la industria y el envío automático a la calle de miles de empleos fijos.
Hablemos también de las futuras generaciones. Hasta el año 2010 en nuestro país estudiar cine estaba relegado a algunos soñadores que al no tener las condiciones económicas para viajar fuera del país lo hacían en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), que para la época era la única Academia que impartía la carrera de cine. A raíz de la creación de la Ley de cine, al día de hoy las principales universidades del país ofrecen la carrera de cinematografía. Además una gran cantidad de institutos ofrecen carreras técnicas especializadas en el área incluyendo a Encuentros Cinematográficos del Caribe ECC, que ofrece cursos de validación en áreas que permiten al técnico trabajar en producciones locales y con producciones extranjeras de más alto nivel. Y en ese sentido, nosotros no preguntamos, ¿Qué pasará con esa masa de profesionales que están saliendo y saldrán en los próximos años de las aulas de esas universidades y vean que no existe una industria donde ejercer la carrera a la que le dedicaron 4 años de su vida?
Entendemos que dentro del gobierno existe la intención de mejorar los ingresos del Estado y de esa forma equilibrar las finanzas, hacer que quienes más ingresos generen paguen más impuestos, enfrentar la elusión y la evasión de los tributos y ese debe ser el norte de los que en este minuto evalúan las medidas a recomendar y/o negociar con los diferentes sectores del país. Por ello es importante hacer un llamado a los técnicos que están revisando los números (a veces muy fríos) a que eviten hacerle un flaco servicio a esta gestión. Para el Presidente Luis Abinader el empleo es una prioridad y así lo ha manifestado en innumerables ocasiones.
Estamos más que convencidos que no será de su gobierno que saldrá la orden de destruir una industria en crecimiento como es la Industria Cinematográfica Dominicana y así lo dijo el 9 de junio del 2020 cuando firmó un Acuerdo Compromiso de preservación de la Ley de Cine donde dijo, Cito:
“No está en discusión mantener los incentivos fiscales, lo que yo quiero es trabajar con ustedes y que ustedes trabajen unificado para multiplicar lo que se ha hecho hasta ahora y le repito que lo que quiero es que la época de oro del cine dominicano pueda llegar con nosotros”.
Y finalizó diciendo:
“Creo firmemente que estos son de los nichos de negocios donde la República Dominicana es, puede ser y continuara siendo competitiva para la creación de riqueza y la creación de empleos en nuestro país”
Nosotros confiamos en que el señor presidente Luis Abinader hará oídos sordos a esas voces que se han planteado, a través de sus propuestas, destruir la Ley de Cine. Creemos y confiamos que como bien nos dijo, su gobierno tiene todo el interés de hacer crecer esta industria y que sea ahora cuando lleguen los años dorados del cine dominicano.
Por todo ello, señor Presidente, no arrastre el peso de ser el sepulturero de la industria de cine dominicano, no es lo que usted quiere, no es lo ha dicho, no es lo que nos prometió y no es lo que su gobierno se merece.
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