Los miembros del Grupo Literario de Manzanillo (Foto: colección archivos)

Este sábado 4 de septiembre del 2021 se celebró el centenario de lo que en un principio se llamó el Grupo Literario de Manzanillo, una ciudad de puerto de mar, situada a orillas del Golfo del Guacanayabo, al oriente de la isla de Cuba, con una importante tradición cultural que se ha ido desdibujando con el tiempo, hasta llegar a parecer un fantasma de lo que fue. Tradición que comenzó a mediados del siglo XIX, cuando Francisco Murta introdujo la imprenta, exactamente en 1856.

Esa otrora influyente ciudad, venida a menos desde aquella división político administrativa donde cayó bajo el yugo de Bayamo, la capital provincial fue transformada en poco más que una aldea, donde sus logros culturales han ido mermando de manera tan obvia, que apenas quedan la Orquesta Original de Manzanillo, la orquesta de Cándido Fabré, algunos artistas plásticos, y tal vez algunos escritores, hasta ahora desconocidos más allá de sus fronteras, que se reúnen en la casa que fuera del gran poeta Manuel Navarro Luna, donde sigue existiendo contra viento y marea el Centro Literario que lleva su nombre y que dirige Angel Larramendi.

En prime plano Angel Larramendi, director del Centro Literario Manuel Navarro Luna (Fuente externa)

A partir del siglo XIX comienzan a aparecer publicaciones periódicas como el Eco de Manzanillo en el que hablaban de la historia de la ciudad, de sus poblados y era un medio de lucha más.

En enero de 1912 sale a la luz el primer número de la revista Orto que trascendió el ámbito local por difundir la cultura manzanillera alrededor de la cual se reunieron los intelectuales más prestigiosos de la época, alrededor de su fundador Juan Francisco Sariol, Luis Felipe Rodríguez, Manuel Navarro Luna, Nicolás Guillén, Ángel Cañete y José Manuel Poveda.

Tarja en el local donde se fundó Orto (Fuente externa)

Finalmente se creó hace cien años del Grupo Literario del cual Epi Sánchez Quesada en sus Memorias de un manzanillero, recordó: “Primero fuimos cuatro los que nos sentábamos a departir por las noches en el Parque Céspedes. Después reunimos dos bancos y se acrecentó la tertulia al aire libre. Luego se añadieron algunas sillas, hasta que el amigo que las alquilaba –Vicente Seguí- con generoso desprendimiento nos asignó dos docenas de sillas, pintadas de azul, con las iniciales G.L. en la parte posterior. Entre los que nos reuníamos allí se acordó designar esa institución Grupo Literario. Era anárquica en su rectoría. Nadie la presidía ni pudo atribuirse su jefatura”.

Una reunión del Grupo Literario de Manzanillo (Fuente: Colección archivo)

Angelito Larramendi, a quien le ha tocado mantener tibias las cenizas de lo que fue una fogata, cuenta en su sitio de Facebook que la primera actividad pública del Grupo Literario de Manzanillo, se realizó el 10 de octubre de 1921 en conmemoración del alzamiento ocurrido en La Demajagua hacía entonces 53 años, cuando el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes había dado la libertad a sus esclavos y los había llamado a la lucha contra la colonia española.

Juan Francisco Sariol también había creado y dirigía la editorial El Arte, donde tuvieron luz primeros libros de muchos de los grandes autores de la literatura cubana, entre ellos Nicolás Guillén, Luis Felipe Rodríguez, Manuel Navarro Luna, etc. Esa editorial fue el vehículo para dar a conocer un importante movimiento cultural en el oriente del país con la revista Orto (1912-1957) como vehículo de expresión de manera periódica. Sariol creó de igual modo la Biblioteca Martí. Creó como digno homenaje a Martí la llamada Noche Buena Martiana donde en vísperas de su natalicio se decían poemas, discursos, canciones que llenaban la noche hasta las 12. Dentro de sus obras literarias están, La Muerte de Weyller (1931), Zumo (1935) y Juguetería de Ensueños (1966).

Firmas de los miembros del Grupo Literario de Manzanillo (Foto: Colección Archivo)

También existía la revista literaria Penachos, sobre la cual se sabe menos.

Las dos figuras más trascendentes que ha dado Manzanillo a la historia de la literatura cubana fueron el narrador Luis Felipe Martínez, primero que asumió el tema de la tierra, de la justicia social y de lo vida rural y provinciana en la narrativa cubana; y el poeta socialista Manuel Navarro Luna, quien desde Manzanillo irradió al resto de la isla con la poesía vanguardista de fuerte vocación social. De hecho años antes, el 1ro de mayo de 1915 había leído en público el soneto titulado Socialismo, esto cuando ni siquiera había ocurrido la Revolución de Octubre en Rusia. Navarro publicó Ritmos Dolientes en el año 1919. Sus poemarios Corazón Abierto, en 1922, Refugio, en 1927; Surco en 1928, Siluetas Aldeanas, en 1929, Cartas de la Ciénaga, en 1932; Pulso y Onda, en 1936; La Tierra Herida, en 1943, todos casi siempre publicados por El Arte.

Otra instantánea del Grupo Literario de Manzanillo (Fuente: Colección archivo)

Entre los miembros del Grupo Literario de Manzanillo se encontraban Elvira Fornaris, América Betancourt, Ana Luisa Hidalgo, Carlota Lluch, José Machado, Modesto A. Tirado, José Maceo Verdecia, Librado Reina, Julio Girona, Luis Felipe Rodríguez, Juan Francisco Sariol, Manuel Navarro Luna, Miguel Galiano Cancio, Alberto Aza Montero, Nemesio Lavié, Epifanio Sánchez Quesada, Agustin Martin Veloz (Martinillo) y Ramón Riera.

 

En la biblioteca personal de Manuel Navarro Luna, debidamente saqueada a lo largo de los años -según dicen-, podían verse libros, revistas y folletos pertenecientes a aquel primigenio grupo de escritores que también realizaba las Charlas de los Miércoles, exposiciones de artes plásticas, presentaciones teatrales y estrenos musicales.

El poeta Manuel Navarro Luna (Fuente externa)

Después de 1959, Navarro Luna se fue a residir la mayor parte del tiempo a La Habana, donde bullía la recién estrenada revolución. De aquel grupo literario de la ciudad aún se reunían Raúl Rodríguez, Modestico Tirado, Enrique Veliz, y algunos pocos más. A fines de los 60, cuando se graduaron los primeros instructores de arte, llegaron a Manzanillo dos personas que significaron un nuevo impulso a la vida literaria de la ciudad: Emelicio Vásquez y Alex Pausídez, quienes se hicieron cargo del taller literario y de otros que fueron surgiendo en las Escuelas Secundarias Básicas en el Campo, del Plan Viandero de Veguitas.

Así nació el Taller Literario Manuel Navarro Luna, hijo legítimo del Grupo Literario de Manzanillo. Esa continuidad se dio gracias a un reforzamiento del nucleo original de los que aún quedaban de aquella primera generación, con nuevos talentos, como Modestico Tirado, Raúl Rodríguez, Angel Pena, Juan Carlos Mesa Falcón, Yoel Mesa Falcón, entre otros. Se publicó el boletín literario en stencil «Bayate», cuya edición e impresión estaba al cuidado de Juan Carlos Mesa, y donde primero aparecieron publicaciones de quien suscribe.

 

Miembros del Taller Literario Manuel Navarro Luna

Aurelio Hernández, Juan Rosabal, Ana isaac Noriega, Alex Pausides Aguilar Licea, Manuel Olivera Alvarez (MOA), Emelicio Vasquez, El Negro Vale, Arsenio Rosales, Pedro Angel Gonzalez Sanchez, Gamboa, Angel Pena, Modesto Tirado, Rene Barrueco, Luis Perez Rodriguez, Alberto Bertot, Enrique Velis, Rosa Elvira Milanés, Rosa Más Calaña, Jose Luiz Ibarra, Eduardo Almarales, Jesús Almarales, Aurelio Hernández, Raul Rivero, Wilfredo Naranjo, Wilma Verdecia, Zoila Margarita, Maritza Martinez, Juan Carlos Mesa, Yoel Mesa, Mario Alvarez (Mayito), Doris Mar Vazquez, Francisco Escalona (Paco), Emérito Martínez, Andrés Conde Vásquez, Julio Cáseres, Julio Sánchez Chang, Juan Diaz Perez, Juan Guerra, Gaspar Calaffel, Maria de Los Angeles Polo, Olga Fernández, Elio Álvarez, Rogelio Santana, Maria de las Nieves, Alfredo Bertot, Ángel Menéndez, Juan Abreu, Juvencio Guerrero, René Santiesteban, Alicia Alonso, Leonardo Mariño, José Carrillo (El Dulcero, excantante de la Original de Manzanillo), Gerardo Soto, Serafín Sarduy, Margarita Lorente, Ángel Chang y Alfonso Quiñones.

Sede del Centro Literario Manuel Navarro Luna, en Manzanillo (Cuba) (Fuente externa)

El grupo literario Da Capo lo conformaron los poetas Claudio Lahaba (1970), Alejandro Ponce (1974), Gaspar Calafell (1964), Zoila Sánchez (1960), Ángel Chang (1969), Julio Montero (1969) (artista de las artes plásticas), Juventina Soler (1970), Jesús Zayas (1964) (escultor), Manuel García (1963), Jesús Almarales (1955) y Alfredo Pérez (1963).

De Manzanillo son también, aunque no hicieron vida literaria en la ciudad, los escritores Francisco López Sacha y Arturo Arango, que sin embargo si influyeron en la vida literaria y cultural manzanillera; así como el periodista Arturo Arias Polo, de El Nuevo Herald.

Probablemente falten nombres, que se pueden ir agregando a medida que vayan surgiendo en la memoria. De cualquier manera sirva este recuento para tener una idea de la tradición literaria y cultural de ese lugar al que el historiador Wilfredo Naranjo llamaba «el terruño».

 

Esperamos tu comentario

Deja un comentario