El turismo espacial es un caramelo para bebés, diría algún veterano cosmonauta como el recientemente fallecido Vladimir Shatalov, primer hombre en volar tres veces al cosmos, y que llegó a ser el jefe del Centro de Preparación de Cosmonautas de la Unión Soviética. Cuando Shatalov voló tres veces al cosmos, entre finales de los 60 y principios de los años 70, era un hombre afable, gustador obvio del vodka y de los mariscos y los pescados caribeños. De hecho presidía la Asociación de Amistad Cubano Soviética y eran tan buenas sus relaciones en la isla caribeña, que en 1982, un avión de Cubana de Aviación del vuelo diario comercial a Moscú, llevó frescos unos pescados y mariscos para este cosmonauta, que había viajado de turista a su vez a Cuba en mas de una ocasión, albergándose en la Casa de los Cosmonautas que había en la playa de Varadero. Quien suscribe fue con el amigo Rogelito Aponte a llevárselos a su residencia. Hoy Rogelito sobrevive en La Habana con casi 80 años, viviendo en los autos como casa, que cuida a la intemperie.
La vida da vueltas ensordecedoras. Rogelito hoy no tiene dónde caerse muerto, y hay quienes gastan 28 millones por un vuelo de 10 minutos a 100 kilómetros de altura. Pero así es la vida.
Este pasado sábado 11 de diciembre de 2021 a las 15:01 UTC -(Coordinated Universal Time), que son cuatro horas por delante de la hora dominicana-, Blue Origin lanzó su cohete suborbital New Shepard desde las instalaciones empresariales en Corn Ranch (Texas), con seis «turistas suborbitales» a bordo.
¿Qué es un vuelo suborbital?
Y he aquí que aparece una nueva denominación dentro de la jerga turística. Los turistas suborbilates son aquellos que viajan en un vuelo más bien breve (hasta ahora) hasta la altura de 100 kilómetros para abajo.
Según la FAA (Federal Aviation Administration) el límite del espacio está en los 80 kilómetros de altura, por lo que los tripulantes de vuelos suborbitales de Virgin Galactic que han superado esta altura se han considerado «turistas suborbitales» (fuera de EE UU, el único límite oficial del espacio sigue siendo los 100 kilómetros de altitud).
La Unión Soviética fue el primer país del mundo en colocar un ser humano en la órbita terrestre.
Este año que termina, se conmemoraron los 60 años de la primera vez que un ser humano volase al cosmos: el 12 de abril de 1961, los rusos realizaron una de las más grandes hazañas de la humanidad, al lanzar la nave espacial Vostok-1, con un cosmonauta a bordo. Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano en viajar a través del espacio y regresar a salvo a la Tierra.
Veintitrés días después, los americanos decidieron no quedarse con los brazos cruzados y realizaron el primer vuelo suborbital tripulado, entre la costa del océano Atlántico y la del Pacífico, con Alan Shepard en el primer despegue del Programa Mercury el 5 de mayo de 1961, con una duración de solo 15 minutos.
¡Cómo cambian los tiempos!
A raíz de estos vuelos «turísticos suborbitales» se ha polemizado acerca de dónde situar la frontera del espacio. Hay quienes abogan por rebajar esta frontera desde los 100 kilómetros a los 80 o, incluso, los 70 kilómetros para, por un lado, ser más consecuente con la física subyacente a la definición de la línea de Kármán y, por otro lado, dar cabida a los nuevos turistas. La Línea de Kármán es la frontera entre la atmósfera de la Tierra y el espacio exterior. O sea por encima de esa línea comienza la órbita terrestre.
Para que se tenga una idea, la Estación Espacial Internacional se encuentra en torno a los 400 km de altitud y viaja a una velocidad de 26.000 km/h, por lo que completa la circunferencia terrestre cada 90 minutos, permitiendo a los astronautas ver 16 amaneceres diarios, según Muy Interesante.
El primer vuelo turístico espacial a la plataforma orbital desde 2009, ocurrió cuando el canadiense Guy Laliberté, fundador del Cirque du Soleil, pisó la estación… y flotó en ella.
La era del «turismo suborbital»
Los vuelos suborbitales si bien no fueron los primeros en el largo camino fuera del planeta Tierra, fueron un inicio prometedor de lo que hoy es una industria científica que puede darse el lujo de realizar este tipo de turismo.
El día 11 de julio del 2021 se produjo el primer vuelo de Virgin Galactic, y el 20 fue el de Blue Origin. En ambos casos, los dueños de estas empresas, los multimillonarios Richard Branson y Jeff Bezos, lideraron las tripulaciones de sus naves.
Vale la pena recordar que el primero de estos vuelos en el pasado verano alcanzó la cifra de 28 millones de dólares por persona. Aunque la lógica plantea que esos precios tiendan a bajar.
El lanzamiento del primer vuelo de Blue Origin, que ha seguido de manera consistente, se realizó el pasado 20 de julio desde la pequeña estación Launch Site One, ubicada sobre una región desértica en el estado de Texas. El viaje tuvo una duración de poco más de diez minutos.
New Shepard está conformado por un cohete y una cápsula de 18,3 metros. Anteriormente, se habían realizado 15 vuelos de prueba -sin tripulación- con esta nave en la que se testeó todos los aspectos referidos a su seguridad y la de los humanos que allí viajen.
Además de Bezos, formaron parte de la tripulación su hermano Mark, la norteamericana Wally Funk de 82 años de edad -fue la primera mujer instructora de vuelo en una base militar estadounidense- y el joven neerlandés de 18 años Oliver Daemen.
Funk se convirtió en la astronauta con mayor edad en viajar al espacio y Daeman la persona más joven en alcanzar este hito -su padre abonó millones de dólares para que sea uno de los protagonistas del acontecimiento-.
El tercer vuelo
La cápsula automática, pues no lleva piloto, aterrizó sin problemas a las 15:11 UTC después de un vuelo de apenas 10 minutos y 13 segundos en el que llegaron a los 107 kilómetros de altitud. La velocidad máxima alcanzada durante el ascenso fue de 3611 km/h.
Este ha sido el tercer vuelo tripulado del New Shepard, todo un éxito para Blue Origin teniendo en cuenta que los tres han tenido lugar en la segunda mitad de 2021. La cápsula tripulada era la RSS First Step, la misma empleada en los dos vuelos anteriores con astronautas. Esta fue la quinta misión del cohete NS4 (Tail 4), que aterrizó poco después con éxito.
El emblema de la misión llevaba las siglas de Glen de Vries, uno de los tripulantes de la NS-18 que murió el pasado noviembre en un accidente de aviación.
La misión NS-19 ha sido la primera que ha llevado una tripulación completa de seis personas, pues recordemos que las NS-16 y NS-18 solo llevaron cuatro tripulantes cada una (la NS-17 iba no tripulada).
Así como en vuelos anteriores, algunos de los «suborbinautas» tenían un perfil público, por ejemplo Laura Shepard Churchley —la hija mayor del astronauta norteamericano Alan Shepard, el primer ser humano que realizó un vuelo espacial suborbital—, Michael Strahan, un famoso presentador de la televisión estadounidense, Dylan Taylor, empresario y CEO de Voyager Space Holdings, Evan Dick, también empresario, Lane Bess, otro empresario, y su hijo Cameron Bess.
Laura Shepard y Michael Strahan fueron invitados por Blue Origin, por lo que no pagaron nada por el vuelo. Por su parte, Lane y Cameron Bess se han convertido en el primer padre e hijo en viajar juntos al espacio.
Durante unos pocos minutos hubo 19 seres humanos en el espacio al mismo tiempo —diez en la EEI, tres en la estación espacial china y seis en un vuelo suborbital—, todo un récord aunque por pocos minutos.
Con ese vuelo de la NS-19, Blue Origin confirmó su ventaja en el panorama del turismo espacial sobre Virgin Galactic, la única otra empresa que ofrece servicios de turismo suborbital —aunque el avión SpaceShipTwo no puede superar a los 100 kilómetros de altitud— y que el pasado julio se adelantó a Blue por unos pocos días a la hora de efectuar el primer vuelo suborbital con un multimillonario a bordo.
El aumento de turistas espaciales ha provocado que la FAA (Federal Aviation Administration) haya decidido que no entregará más alas de astronauta a partir del 1 de enero de 2022, por lo que la tripulación de la NS-19 será la última en recibirlas. La FAA comenzó en 2004 a repartir estas alas, que previamente solo se habían entregado en EE UU por la NASA y la USAF, a raíz de los vuelos de la SpaceShipOne con el objetivo de incentivar los proyectos de turismo espacial.
La FAA considera que el límite del espacio está en los 80 kilómetros (50 millas), por lo que los tripulantes vuelos suborbitales de Virgin Galactic que han superado esta altura se han hecho con ellas (fuera de EE UU, el único límite oficial del espacio sigue siendo los 100 kilómetros de altitud).
A raíz de estos vuelos turísticos suborbitales ha habido una intensa polémica sobre dónde situar la frontera del espacio. Hay quienes abogan por rebajar esta frontera desde los 100 kilómetros a los 80 o, incluso, los 70 kilómetros para, por un lado, ser más consecuente con la física subyacente a la definición de la línea de Kármán y, por otro lado, dar cabida a los nuevos turistas.
El precio de los boletos
Tres hombres pagaron a Axiom 55 millones de dólares cada uno a cambio de volar en un cohete SpaceX a la Estación Espacial Internacional (EEI), ellos fueron Larry Connor, un empresario inmobiliario y tecnológico de Dayton, Ohio; el financiero canadiense Mark Pathy; y el empresario israelí Eytan Stibbe, un amigo cercano del primer astronauta de Israel, Ilan Ramon, quien murió en el accidente del transbordador espacial Columbia en 2003.
Los boletos para esos vuelos suborbitales no son baratos. Comenzaron siendo muy módicos en Virgin Galactic cuando pusieron a la venta 600 pasajes y los precios llegaron a ser de 250.000 dólares por boleto.
Es cierto que para el vuelo inagural de la New Shepard de Blue Origin la subasta hizo que ese precio subiera hasta unos meteóricos —y nunca mejor dicho— 28 millones de dólares, pero esa primera cifra es una buena referencia para conocer cuánto puede costar el pasaje en uno de esos vuelos actualmente.
Según se sabe, en algún momento de 2022 Axiom Space espera poder lanzar a los primeros turistas espaciales a la Estación Espacial Internacional, y cada uno de los cuatro pasajeros pagará 55 millones de dólares por ese privilegio.
Turismo espacial
Si bien existe la nueva modalidad de turismo suborbital, hay que decir que existe un tipo de turismo espacial mucho más abarcador. De hecho, el pasado 8 de diciembre Rusia lanzó al espacio rumbo a la Estación espacial Internacional (EEI) al multimillonario japonés Yusaku Maezawa y su asistente Yozo Hirano, con lo que vuelve por primera vez en doce años el turismo en la plataforma orbital internacional.
La Soyuz MS-20 partió del cosmódromo de Baikonur, en la estepa kazaja, a las 07.38 GMT (Greenwich Mean Time), tal y como estaba previsto, con los dos tripulantes japoneses y el comandante de la nave espacial rusa, el cosmonauta Alexandr Misurkin a bordo. Se trata de la primera vez que dos turistas espaciales viajan en la misma nave espacial a la EEI.
Maezawa hizo su fortuna en el comercio minorista de moda al lanzar Zozotown, la más importante tienda on line de ropa en Japón. La revista Forbes estimó su fortuna en 2.000 millones de dólares.
El magnate tiene también reservado un vuelo alrededor de la Luna a bordo del Starship de SpaceX, previsto en principio para 2023. En ese viaje le acompañarán ocho ganadores de un concurso.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).