Hace cinco horas está ya en su casa el poeta. Pero el hecho marca el tono de lo que está ocurriendo. El poeta no estuvo en las manifestaciones, no tiró medras, no volcó carro patrulla alguno, no asaltó ninguna tienda en divisas. Solo escribió su parecer en Facebook. Hombre de circunstancias, el poeta Javier L. Mora, es el Padillita de turno para los sargentos culturales cubanos, para los cabos de la represión. Siempre hay un Padillita pululando en los burós oficiales, uno o varios. Ahora, además de los de La Habana, léase la gente de San Isidro, está el poeta holguinero que fueron a por él, como si de un hombre rana enviado por la CIA para cometer un magnicidio se tratara.
Zulema Gutiérrez, su compañera, describió así parte del día en que se lo llevaron, lo escribió en Facebook: «Grabé un audio para todos mis amigos, todos debían saber que un poeta tranquilo había sido esperado en la esquina; no tocaron la puerta y dijeron «acompañenos», no extendieron una citación, estaban al acecho.
Todo el que conoce a Javier L. Mora sabe que él hubiera ido sin oponerse. Javier se sabe la constitución de memoria, sabe más de historia que muchos historiadores, sabe más de su tierra que muchos…
Javier está fuerte allí dónde está (no tengo que verlo para saber eso) es un hombre íntegro y sincero de dónde crece la palma y sobre todo siempre va a decir lo que piensa, pero no levantará su mano nunca contra otro, no cogerá un palo, no tirará una piedra; Javier todo lo que dice lo argumenta con poesía, filosofía, o historia.
Mi mamá corrió a la estación que está a solo 2 cuadras de mi casa, la trataron mal, le dijeron que allí no podía estar, vomitó y se desmayó indignada, les suplicó explicación, pero no se la dieron, solo dijeron: «quién, el mulatico de las trencitas?» de forma despectiva.
Una hora después una patrulla se parqueo afuera de la unidad y lo sacaron encadenado por la cintura y esposado; mi mamá habla de eso y llora «esa imagen nunca la voy a olvidar» me dijo después desconsolada, también me dijo que él le sonrió de lejos, estaba como siempre, tranquilo.
Yo aún no encuentro esa tranquilidad, ni la llamada fuerza, solo recuerdo a Virgilio. Como él tengo miedo. Tengo mucho miedo».
Su caso demuestra en la práctica el por qué de las manifestaciones. La falta de libertad no ya de expresión, sino de pensamiento, lleva a la cárcel a los que no se atrevan a fingir.
Javier L. Mora no es un santo: «Hombre de circunstancias / habituado a la oferta de desistir / en el tramo que va / de la muerte a la vida / y de la muerte / a la muerte». Su poesía es experimental, corrosiva, ardiente.
El viernes 16 de julio fue arrestado cerca de su casa, cuando fue a comprar café. Solo alcanzó a comunicárselo a Zulema Gutiérrez, no menos poeta que él, a quien se deben estos versos armados: «…estallido multicolor/ esto es la guerra/ se golpean el brazo hasta que la vena emerja/ esto es la guerra/ pequeños balines de plomo y una espoleta cronométrica dentro de las venas…». Enseguida Zulema lo informó: “Se acaba de llevar, un oficial del MININT [Ministerio del Interior], a mi marido, escritor importante de este país. Sólo porque sacó en Facebook que dimitía de la UNEAC [Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba], cosa que es su derecho. Si pronto no lo sueltan, yo voy a salir con un cartel, me van a tener que llevar a mí también”.
El propio Javier L. Mora había escrito en Facebook: «Ya no valen las retractaciones, no valen las resoluciones a la carrera, no valen los gestos (falsos) de concordia. Si ayer, entre otros, se burlaron de los artículos 54 (libertad de expresión) y 56 (libertad de manifestación) de la tan cacareada Constitución, hoy se siguen burlando del 49 (domicilio inviolable), al salir a buscar, como a liebres en cotos de caza, a los manifestantes». Él mismo fue atrapado con ese modus operandi.
Estuvo en paradero desconocido hasta la noche del mismo viernes, cuando un funcionario del Ministerio del Interior comunicó a su familia que le llevaran aseo y avituallamiento para el detenido; indicativo de que va para largo.
El día 15 había renunciado públicamente a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), y la Asociación Hermanos Saíz (AHS). En el mismo texto afirmaba: «Es incomprensible, desde cualquier postura ideológica, que los artistas cubanos (salvo honrosas y contadas excepciones) hayan seguido impávidos las imágenes del atropello policial, de los arrestos domiciliarios, de las golpizas en plena calle de agentes del Gobierno que, con o sin uniforme, aplastaron a palos, tiros y crueles palizas no sólo las marchas y manifestaciones del 11, 12 y 13 de julio: también pisotearon, en sus narices, a la propia Constitución».
Varios intelectuales levantaron su voz, entre los que destacan los poetas Legna Rodríguez Iglesias, Michel H. Miranda, Lizabel Mónica, Nara Mansur, Alberto Garrido o José Luis Serrano, según Diario de Cuba.
Directivos de AHS de Holguín, ciudad donde residen ambos, se comunicaron con Zulema y le hicieron saber que Mora es acusado de trabajar para una editorial cubana de la diáspora financiada por la CIA. Lo mismo que dijeron de Heberto Padilla, dijeron de Raúl Rivero, dijeron de Reinaldo Arenas, de Manuel Díaz Martínez, de Severo Sarduy, Guillermo Cabrera Infante, Gastón Baquero, dijeron de César Leante, de Raúl Luis, y de decenas de poetas, periodistas, escritores.
Por su parte, Pablo de Cuba Soria escribió una carta, donde explica:
«Al poeta Javier L. Mora lo están acusando ahora mismo en Cuba de trabajar para editorial Casa Vacía, una empresa que, según la seguridad de Estado cubano, “financia la contrarrevolución dentro de Cuba”, “que está financiada por la CIA” (palabras textuales del agente de la seguridad que atiende su caso, dichas a su pareja), y cuantas mentiras se les ocurra. Editorial Casa Vacía es una empresa privada, personal, que ha salido adelante gracias a la ayuda desinterasada de varios amigos.
Javier L. Mora ha colaborado y colabora en términos editoriales con Casa Vacía, con su obra y conocimiento editorial, al igual que lo han hecho y hacen otros escritores y artista cubanos y de otras nacionalidades.
Editorial Casa Vacía no está financiada por ninguna agencia federal ni estatal, es un sueño mío que llevé adelante, repito, con la ayuda de amigos. La financiación sale exclusivamente de mi bolsillo y de la venta de los libros, cuyos ingresos reciclo para seguir publicando.
Jamás se le ha cobrado un centavo a sus autores por publicar, y cuando se ha pagado algo, es gracias a que la obra ha vendido lo suficiente como para ello. Los más de 80 títulos que conforman nuestro catálogo testimonian esa aventura. La tiranía cubana miente, como suele hacer. Ahora mismo quieren hacerle un caso criminal a Javier L. Mora basado en mentiras.
Lo de la tiranía cubana es tan terrible, que todo lo de patético que sostiene sus acusaciones pasan a un segundo plano.
Pablo de Cuba Soria
Director y dueño de Editorial Casa Vacía»
Javier L. Mora ha ganado el Premio David de Poesía y el Premio Pinos Nuevos de ensayo, así como el Primer Premio de Poesía, de la editorial Hypermedia.
Se desconocen aún los términos en que finalmente fue liberado el poeta holguinero.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).