Hector Acosta logró unas 23 mil personas en su concierto streaming (Fuente externa)

Colaboración especial de Raphy D Oleo

Sobrevivencia lograda, subsistencia posible.

La industria de la música sigue en estado comatoso. No hay forma rentable que permita al espectáculo sobreponerse a las nefastas consecuencias de la pandemia. Aunque se logre la apertura, no es viable el camino de la recuperación.

Los intentos de conciertos virtuales han demostrado que el streaming ni es aceptable, ni rentable ni perdurable, pero es muy importante como complemento cuando llegue el retorno de los eventos en vivo.

El streaming no es aceptable porque no convence al público de pagar para ver (PPV) a su artista favorito a la distancia, sin contacto físico. No es rentable porque nuestros artistas tienen mercados muy limitados. Con las honrosas excepciones de Juan Luis Guerra, Romeo Santos y El Torito, la mayoría solo cuentan con los compatriotas de la diáspora y pequeños grupos en mercados seleccionados. Y no es perdurable en el tiempo, pues el artista que lo realiza, masifica su presencia y la repetición ameritaría un buen tiempo entre uno y otro concierto. Agreguemos la imposibilidad de conseguir patrocinios y las dificultades naturales para reducir otros costos.

Cuando se implementen los protocolos para el espectáculo, serán fortalecidos los requisitos de gestión física y sanitaria para certificar los locales de diversión como lugares seguros, con una asistencia permitida que no creo exceda el 25% de su capacidad. Todos los indicios apuntan a que el gobierno no va a abandonar el toque de queda, pues esto podría desatar un rebrote peligroso.

En mi opinión no hay manera de realizar actividades artísticas rentables por los próximos 6 meses. Solo los bares pequeños presentando artistas, sin derecho de admisión y con precios asequibles de las bebidas, podrán sortear esta temporada del ¨hurancovid¨.

Al principio de la pandemia sugerí una fórmula para sustentar económicamente el sector artístico/cultural, usando recursos consignados en el presupuesto de instituciones estatales para realizar las actividades de fin de año. Son las fiestas populares, las cuales movilizan todos los estamentos que interactúan en el espectáculo.

Estas contrataciones se realizarán a través de empresarios artísticos que estén al día con todas las regulaciones impositivas y empresariales vigentes en el país, quienes someterán una lista de los artistas que representan y canalizarán los contratos que deben estar firmados por los artistas. Los empresarios cobrarán una comisión que no debe exceder el 10% del valor del contrato y acordarán con los representados precios especiales para estas actividades, cuyos valores estarían estipulados por categoría y tarifas consensuadas entre los empresarios y el ministerio de cultura o con quien designe la Presidencia.

Se contratan 10 actividades por artista pagadas de la siguiente manera: 3 en Octubre, 3 en Noviembre y 4 en Diciembre, todas a ser realizadas en Diciembre por todo el país. En los pueblos pequeños se llevan 2 atracciones, 3 en los medianos y 4 en ciudades grandes. Las actividades se efectúan encima de patanas con tarima, sonido y luces recorriendo trayectos con paradas cada dos esquinas en cuadrantes diferentes y la gente lo disfruta desde su hogar.

Hemos logrado la sobrevivencia, intentemos conseguir la subsistencia. El show business será el último que abra y el último en recuperarse. La población no está en condiciones anímicas ni económicas para disfrutar de la diversión pagada, y si no le damos calor a nuestros ritmos hasta retornar a la vida productiva, tardaremos más en retomar nuestra vida social.

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