Tenìa 60 años, se llamaba Leopoldo Fernández III, como su abuelo Trespatines, quien había llegado exiliado de Cuba, décadas atrás. Pero en Puerto Rico todos lo conocían como El Paparazzi, por lo que se había ganado el resquemor de muchos que se vieron afectados de una manera u otra con las entregas que hacía de chismes sobre las personalidades conocidas de la Isla del Encanto.
Estaba aquejado de dolencias generadas de la diabetes y la disfunción renal, por lo que había que dializarlo.
Le sobreviven su hija Gilmarie y su hijo Carlos Fernández, así como un nieto, y su mamá Olga Rivera.
En un video colgado en la web del periódico Primera Hora sus hijos y su madre ponderan las características humanas de quien fuera un incansable trabajador del entretenimiento.
Notas de las mejores agencias de noticias internacionales.