Inauguración del II Congreso de Cine (Fuente externa)

La dispersión y la duplicidad de instituciones fue la que llevó a la creación de la conciencia de la necesidad de crear una institución -allá por 1979- que aunara esfuerzos y se encargara de elaborar una Política Cultural de la República Dominicana, para coadyuvar al desarrollo del país.

Su parto fue lento. El embarazo duró 21 años exactamente. La dilatación del parto comenzó lentamente en el año 1997, cuando mediante Decreto del Poder Ejecutivo No. 82-97, fue creado el Consejo Presidencial de Cultura. Aquel primer organismo realizó un notable esfuerzo en la la sistematización y consolidación de la acción cultural desarrollada por los sectores público y privado del país.

Un año después comenzaron los dolores de parto. El 8 de marzo de 1998, artistas e intelectuales presentaran nuevamente la demanda de la creación de una Secretaría de Estado de Cultura.

El 28 de junio del año 2000, finalmente rompió fuentes, y por cesárea realizada por el expresidente Leonel Fernández fue creada la Secretaría de Estado de Cultura, institución llamada a coordinar el Sistema Nacional de Cultura, a través de la Ley 41-00. Sin embargo, el agrónomo Hipólito Mejía presidente ya electo, quien asumió el 16 de agosto de ese mismo año, colocó al poeta Tony Raful al frente de la Secretaría. Antes, el sector cultural había sido dirigido por el propio Víctor Víctor, cuando este era una dirección dentro del Ministerio de Educación, según cuentan los que lo saben. Al regresar al poder Leonel Fernández, cuatro años después, convirtió la Secretaría en Ministerio de Cultura, estando al frente el escritor José Rafael Lantigua. En el 2012, al llegar a Palacio, Danilo Medina puso al frente de la cartera al cantautor José Antonio Rodríguez, que fue sustituido en el 2016 por el escritor Pedro Vergés, quien duró apenas un año y nueve meses en la cartera, y colocado en su lugar el arquitecto Eduardo Selman, quien lleva un año y tres meses en el cargo.

Victor Victor (Captura de Youtube)

Los fundamentos de la propuesta de Victor Victor

Comprendo y comparto profundamente las preocupaciones del querido amigo Victor Victor, hastiado del «exceso de burocracia y de las botellas», consciente de la necesidad  de apoyo a los grupos populares. Y yo agregaría, también a los grupos de la llamada música culta.

Pero proponer la desaparición del Ministerio de Cultura supone botar el sofá por la ventana. Los problemas que rodean al Ministerio de Cultura tienen que ver, en primerísimo lugar, con que esta institución si bien puede contar con un ministro que no sea un experto en cultura, que al menos tenga la sensibilidad necesaria para dirigir un sector tan importante.

Poner a un deportista a dirigir una institución científica es un seguro descalabro, o un músico sinfónico a dirigir la agricultura de un país, o un colmadero a dirigir la cancillería. La especificidad de las actividades humanas casi siempre es determinante. Aunque a veces es deplorable lo que puede suceder con algunos que supuestamente deben tener mejor sentido de un sector como el cultural. Ejemplos hay, y no quiero volver a troncos caídos.

Creo que la solidez de un Ministerio de Cultura como institución tiene que emerger desde el mismo primer mandatario de la nación y de las estructuras primerísimas del Poder ejecutivo. En su rendición de cuentas pasada, el Presidente Danilo Medina dijo textualmente, y cito:

«Hoy más que nunca estamos apoyando nuestra cultura, que no sólo nos enriquece como pueblo, sino que está llamada a ser uno de los sectores económicos más pujantes en el futuro próximo, hasta el punto que el BID entiende que el 1,2% de nuestro Producto Interno Bruto proviene de esa llamada “economía naranja” de la cultura y el arte.

Este año estamos remozando completamente la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte. En una primera fase nos encontramos remodelando los museos de Arte Moderno, del Hombre Dominicano y el de Historia y Geografía.

En una segunda fase adecuaremos la parte exterior, o sea sus áreas verdes, sus calles y espacios de esparcimiento.

Esperamos poder abrirla nuevamente al público en los últimos meses de este año.

Por otra parte, no podemos dejar de lado el gran ascenso que ha tenido nuestra producción cinematográfica.

Tan solo el año pasado se estrenaron 15 películas, de las cuales 14 optaron por los incentivos de la Ley de Cine.

Nuestra industria cinematográfica cuenta con una inversión de más de $2,200 millones de pesos y emplea directamente a cerca de 6,000 profesionales del área, sin contar con los empleos indirectos que genera cada producción.

Hace unas semanas, la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley de fomento del mecenazgo cultural. Porque queremos que esta prosperidad que vive el cine dominicano, se pueda exportar a otras disciplinas artísticas».

Por primera vez en las casi dos décadas que llevo residiendo en este país que me ha acogido como un hijo, observo que un presidente dedique tantas líneas (16 exactamente) de un informe a la nación al tema de la Cultura. Aunque utilizó datos que le fueron proporcionados que eran al menos de 2016 ó 2017, pues actualmente, el aporte del sector Cultura al PIB anda por los 2.8% – 3%. Y esto es un logro sostenido y creciente, que se echaría por la borda de desaparecer el Ministerio de Cultura.

Si el Presidente del país tiene ese nivel de comprensión, ¿por qué para abajo es tan difícil?

Se necesita cada vez más tecnócratas del sistema económico de la dirección del país, que secan capaces de comprender el potencial que está señalando la cuenta satélite de la cultura en el Banco Central.

No encuentro razón alguna para que los fondos del Ministerio de Cultura estén centralizados de manera absoluta en la Administración central y no en sus propias cuentas. Descentralizar aporta dinamismo y sentido de la responsabilidad. Del mismo modo de manera interna, lo mejor es descentralizar dentro del Ministerio de Cultura. ¿Cómo es posible que a estas alturas, para que un grupo de danza de Monte Cristi, pueda comprar un metro de tela, tenga que venir la solicitud al Ministerio de Cutura, y desde allí un viceministro o el ministro mismo, tenga que aprobar y firmar el cheque que será enviado a Monte Cristi para que compren un metro de tela para una presentación que -oh Dios- será esta misma noche?

Grupo de baile Angelita Hurtado de la Alcaldía de Montecristi, dirigido por Genoveva Castillo (Fuente externa)

El potencial cultural de República Dominicana, país autosuficiente en cuanto a creación de ritmos musicales, con la bachata pegadísima a nivel internacional, es enorme. Y bien estructurado, promovido y comercializado el talento musical del país puede ser capaz de llegar a aportar hasta más del 7% del PIB. ¿Que falta para eso? Mayor institucionalización. La creación de mecanismos que permitan la exportación de la música dominicana. Que el BANDEX pueda aprobar préstamos para la creación de agencias musicales dedicadas a exportar la música dominicana, y de agencias de turismo especializadas en turismo cultural, rubro donde hay un mundo inmenso por explotar.

La burocracia es un mal de todos los sistemas políticos

Un Ministerio de Cultura como ese debe estar pertrechado desde adentro con viceministros y funcionarios que comprendan profundamente el fenómeno cultural, que sean capaces, expertos científicamente en la evolución de las teorías de la Política Cultural, conocedores de las estructuras, la economía de la cultura, del papel de las industrias culturales, de la importancia de las relaciones internacionales culturales, de cómo propiciar la evolución de las manifestaciones culturales, de cómo convertir República Dominicana no en un país de artistas, sino en un país compuesto por personas que sepan apreciar las artes y la literatura, de cómo pertrechar el país de una cultura dinámica y sólida capaz de defender la identidad nacional de los embates cotidianos a los cuales se ve sometida.

Pocos países en el mundo tienen el reto de República Dominicana: la cercanía de un vecino de una identidad cultural sumamente fuerte, y la presencia de cientos de miles de extranjeros de distintas nacionalidades conviviendo en el país, más los miles de turistas que entran y salen cotidianamente de las fronteras dominicanas.

Necesitamos un Ministerio de Cultura fortalecido y capaz, que no sea un bolsón de botellas, ni un ente relantizador de los procesos de creación artística, y mucho menos represor. Donde la palabra de orden sea la sistematicidad y la creación de un ambiente de diálogo permanente, plural y abierto, como caracteriza a lo más vanguardista del pensamiento dominicano.

Un Ministerio de Cultura que sea capaz de ir de lo refinado a lo popular sin prejuicios, que sea efectivo en la creación de instituciones que trabajen por la cultura en los barrios populares y en los parajes remotos del país, no creando artistas aunque si los hay, bienvenidos, sino personas capaces de admirar el arte y llevar una vida de mayor calidad y en equilibrio con su entorno y con su historia.

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