MIAMI. Durante uno de mis programas ¿Quién tiene la razón? observaba a una madre y su hija y me daba cuenta de cómo, una y otra vez, los hijos reciclan la conducta de los padres. La madre lloraba porque su hija estaba enamorada de un hombre “igualito a su papá”. Me rogó que convenciera a la hija de dejar ese novio delincuente. Según su percepción, era el retrato de su ex marido, quien también estuvo preso y fue finalmente deportado del país. La madre se negaba a quedarse de brazos cruzados, se sentía angustiada al pensar que su adorada hija pudiera pasar por todo lo que ella pasó. Tristemente, vio sorprendida cómo se repetía la historia.
La realidad es que pasamos a nuestra relación de pareja los conflictos no resueltos de nuestras familias de origen, o sea, mamá y papá. Es como una bola de nieve, reciclamos la conducta, los conflictos no resueltos, las disfunciones, las reglas y los códigos de una familia a la siguiente.
Recuerde: amor=hogar
Lo que hemos vivido en nuestro hogar define lo que será nuestra relación de pareja en el futuro. A menos que vayamos a terapia de pareja y de familia y trabajemos esos temas no resueltos de nuestra niñez vividos “en la relación de papá y mamá o en nuestra relación con papá y mamá”.
En el afán de ayudar a su hija, esa madre la estaba alejando y por ende la acercaba más a ese novio que no deseaba como el compañero de su vida. Así como hoy ya sabemos que amor=hogar, también sabemos que las figuras paternas son intocables. Si usted quiere desgraciarle la vida a un niño, solo tiene que destruir la imagen de uno de sus padres. No solo somos el resultado biológico de la unión del espermatozoide de papá y el óvulo de mamá, somos también el resultado psicológico de la imagen paterna y materna. No solo heredamos de papá y mamá aspectos biológicos, sino también psicológicos, emocionales, familiares, sexuales y un gran etc.
De ahí que yo insista en que el matrimonio es solo para adultos. Criar hijos es solo para adultos. Nadie tiene derecho a marcar y dañar a un ser humano para siempre. Estoy segura de que la gran mayoría de los padres lo hace por ignorancia o porque reciclan conductas y conflictos que arrastran de sus padres y familia de origen, pero ya es hora de detener la bola de nieve que va creciendo. Basta ya de tanto dolor y de tanta irresponsabilidad. No somos culpables de reciclar la conducta, pero sí somos responsables de buscar ayuda psicológica para detener la bola de nieve. Por eso, no es cierto que al psicólogo solo vayan los locos, mejor diría que los locos e irresponsables, además de miedosos, son lo que evaden resolver sus asuntos pendientes y le pasan el lío a sus hijos y a sus nietos. ¿Es usted de los irresponsables, miedosos o de los valientes? El futuro depende de eso.
Dra. Nancy Alvarez Psicología Clínica con maestría y post grados en terapia familiar de pareja y sexual. Miembro del Board Americano de Sexualidad y de APA.