El Premio Nobel de Física Richard Feynman, siguió siendo siempre para su mamá el mismo muchacho que creció a su vera, tanto que cuando lo seleccionaron como el hombre más inteligente del mundo su madre rió. «¿Nuestro Richie? ¿El hombre más inteligente del mundo? ¡Que Dios no ayude!». Sin dudas, el físico era un hombre muy entusiasta, que amaba las aventuras, la música (tocaba bongos), la pintura, el ajedrez, y que escribió con un particular sentido del humor inglés, aunque era norteamericano, varios libros no solamente divulgativos sobre física, sino sobre sí mismo, como «¿Está Ud. bromeando Mr. Feynman?», entre otros.

Feynman (Queens, 11 de mayo de 1918-Los Angeles, 15 de febrero de 1988) ayudó en el desarrollo de la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial y se hizo conocido al amplio público en la década de los 80 como miembro de la Comisión Rogers, que investigó el desastre del transbordador espacial Challenger. Además de su trabajo en física teórica, Feynman investigó con pioneros en el campo de la computación cuántica e introdujo el concepto de nanotecnología.

Richard Feynman (1918-1988) (Fuente externa)

También era un personaje increíblemente simpático, que se convirtió en el más fascinante y cautivante comunicador de ciencias de su tiempo, mientras hizo innumerables avances en su campo -cuyas complejidades nunca podremos entender los humanos comunes-, por ejemplo, la formulación por integrales de camino en la mecánica cuántica, la teoría de la electrodinámica cuántica y la física de la superfluidez del helio líquido subenfriado, así como en la física de partículas, campo en el que propuso el modelo Partón, y contribuciones al desarrollo de la electrodinámica cuántica, por las que Feynman, junto con Julian Schwinger y Sin-Itiro Tomonaga, recibió el Premio Nobel de Física en 1965 (“por su trabajo fundamental en electrodinámica cuántica, con profundas consecuencias para la física de las partículas elementales”, dijo el Comité de los Nobel a su entrega)

Sin embargo 20 años antes, en junio de 1945, el físico de 27 años había perdido a su esposa de 25 años, Arline Feynman, por tuberculosis. Era la novia de la secundaria de Richard. Y, sin embargo, era mucho más. Como escribe Lawrence Krauss en la biografía de 2012 sobre Feynman: «Richard y Arline eran almas gemelas. No eran clones el uno del otro, sino opuestos simbióticos, cada uno completaba al otro. Arline admiraba la evidente brillantez científica de Richard, y Richard adoraba claramente el hecho de que ella amaba y entendía cosas que él apenas podía apreciar en ese momento. Pero lo que compartieron, sobre todo, fue el amor por la vida y el espíritu aventurero».

Durante sus años juntos, Richard y Arline intercambiaron cartas frecuentes, muchas reunidas en el volumen Perfectly Reasonable Deviations From the Beaten Track: The Letters of Richard P. Feynman (Desviaciones perfectamente razonables de la ruta batida: las cartas de Richard Feynman), que se pueden encontrar en venta online en una edición de audiolibro, así como impreso.

Portada del audiolibro

Ninguno de las cartas es más conmovedora que la que le escribió Richard a Arline un año y cuatro meses después de la muerte de la joven amada. Aún desesperado, aún perdido en medio del luto, Feynman escribió una carta catártica que fue sellada y nunca abierta hasta su propia muerte en 1988. Profundamente conmovedora, y siempre con ese tono de humor que caracterizaba al hombre de ciencias, con una oración maravillosamente sarcástica, pero dolorosa en lo más profundo, dice lo siguiente:

«17 de octubre de 1946

D’Arline,

Te adoro, cariño.

Sé lo mucho que te gusta oír eso, pero no solo lo escribo porque te gusta, lo escribo porque me calienta por dentro escribirte.

Ha pasado muchísimo tiempo desde la última vez que te escribí, casi dos años, pero sé que me disculparás porque entiendes cómo soy, terco y realista; y pensé que no tenía sentido escribir.

Pero ahora sé, mi querida esposa, que está bien hacer lo que me he demorado en hacer y que he hecho tanto en el pasado. Quiero decirte que te amo. Quiero amarte. Yo siempre te amaré.

Me resulta difícil entender en mi mente lo que significa amarte después de tu muerte, pero aún quiero consolarte y cuidarte, y quiero que me ames y me cuides. Quiero tener problemas para poder discutir contigo, quiero hacer pequeños proyectos contigo. Nunca pensé hasta ahora que podríamos hacer eso. Qué debemos hacer. Empezamos a aprender a hacer ropa juntos, o aprender chino, o conseguir un proyector de películas. ¿No puedo hacer algo ahora? No. Estoy solo sin ti y tú eras la «mujer-idea» e instigadora general de todas nuestras locas aventuras.

Cuando estabas enferma te preocupabas porque no podías darme algo que querías darme y pensabas que necesitaba. No tienes por qué preocuparte. Tal como te dije entonces, no había necesidad real, porque te amaba de muchas maneras. Y ahora es claramente aún más cierto: ahora no puedes darme nada, pero te amo para que te interpongas en mi camino de amar a los demás, pero quiero que te quedes ahí. Tú, muerta, eres mucho mejor que cualquier otro ser vivo.

Sé que me asegurarás que soy un tonto y que quieres que tenga plena felicidad y que no quieres estorbarme. Apuesto a que te sorprende que ni siquiera tenga novia (excepto tú, cariño), después de dos años. Pero no puedes evitarlo, cariño, yo tampoco. No lo entiendo, porque he conocido a muchas chicas y muy lindas y no quiero quedarme solo, pero en dos o tres reuniones todas parecen despojos mortales. Sólo me quedas tú. Tú eres real.

Mi querida esposa, te adoro.

Amo a mi esposa. Mi esposa está muerta.

Rich.

PD: Disculpa que no envíe esto, pero no sé tu nueva dirección.

Esperamos tu comentario

Deja un comentario