Colaboración de la escritora Lauristely Peña Solano
Escribo porque necesito liberar mi experiencia de hoy, porque ya ha pasado una hora y sigo anegada en lágrimas, porque me siento inconsolable y pesimista, espero que compartiendo esto simplemente pase este peso emocional que tengo.
Hoy convocamos el Anticanon Gozoso de Urdimbre de Iris Pérez, como saben ella es una destacada artista visual; decidimos publicar su primer poemario Urdimbre por la fuerza y contundencia de sus imágenes poéticas. Hoy a la actividad llegó un grupo de sus estudiantes, muy temprano, así que comenzamos a gozar leyendo e interpretando los poemas de Iris, nadie esperaba que esa experiencia resultaría en un encuentro tan esclarecedor y doloroso.
Iris trajo consigo una escultura de barro en la cual se encontraban unos corazones de barro y varios bollos de hilo de nylon, explicó que el barro no estaba cocido por lo que las esculturas con forma de corazón eran muy frágiles, comenzó a leer sus poemas y a entregar corazones de barro a las personas presentes a la vez que las enredaba en los hilos de colores, fue gracioso ver la incomodidad de la gente intentando proteger los corazones de barro que ella puso en ambas manos y que además unió a la mano de otra persona, formando así una cadena enredada y difícil de separar, mientras las personas intentaban rascarse o moverse, mientras surgían calambres o necesidades de cambiar de posición… todo transcurrió entre la gracia y la expectativa hasta que la artista comenzó a leer los textos escritos en los corazones de barro: nombre y apellidos de mujeres que fueron muertas por feminicidios, cantidad de hijos o hijas que quedaban en la orfandad, mujeres de todas las edades.
En principio aparecían en el rango de 19 a 27 años. Hice esa observación a Ingrid Luciano, quien se encontraba para ese momento más que enredada en la Urdimbre, comentó en tono de broma “parece que si pasamos de los 25 y no nos han matado tenemos menos posibilidades que morir por feminicidio” esta idea duró poco ya que comenzaron a salir más nombres, más localidades y más edades, 61, 37, 49, 12… Ya para este momento nadie podía bromear, la incomodidad del cuerpo pasó al alma, el calambre, la picazón y las ganas de moverse se desplazaron a un ambiente de conmoción y desolación colectiva que pocas veces he visto.
No sé, siento que esta es una experiencia muy poderosa y por eso lo comparto, porque mientras más lo pienso más me duele, sé que necesito este dolor para accionar, porque no es posible que esta situación pueda suceder mientras vivimos nuestras vidas y punto. NO. NO.NO.
Uno de los jóvenes, al final se acercó muy conmovido para preguntar si ella le pasó uno de los corazones a propósito porque la mujer muerta que le tocó es del sur, de la misma comunidad de la que él proviene, ella le respondió que no, las tomó al azar, eso puede verse en la acción, pero así obra la energía, sea cual sea el nombre con el que las creencias particulares de cada una de ustedes la pueda bautizar.
Al final, cada persona se llevó dos corazones, que son el símbolo de dos mujeres, esa persona es custodia o custodio de esos frágiles corazones de barro, la idea es que los cuiden hasta finales de noviembre, estamos planificando la segunda parte de la acción en la que Iris traerá más corazones de barro/ más mujeres víctimas de feminicidio y lo vamos, en una acción colectiva, a quemar al horno para que adquieran resistencia y perennidad, para que de algún modo queden con nosotras.
Quedan muchos corazones de barro/ más mujeres víctimas de feminicidio, quienes deseen convertirse en custodia/o, cuidar de alguna de ellas puede pasar por el taller y llevarlas consigo para que juntas/os podamos ponerlas al fuego el día correspondiente, esperamos que sea el 25 de noviembre y que el fuego las fortalezca y las impregne en nuestros corazones.
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