SAN DIEGO, CALIFORNIA. El pasado 25 de junio fue publicado el artículo Ionic liquids for oral insulin delivery, de Amrita Banerjee y otros, en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, que muestra las conclusiones de un importante estudio según el cual podrían haber hallado una solución contra la inyección de insulina, necesaria en al Diabetes Mellitus tipo I.
La enfermedad considerada la epidemia del siglo XXI, crece cada año en población afectada. La diabetes de tipo I, de origen autoinmunitario y con desarrollo en edades tempranas, se caracteriza por la progresiva desaparición de las células beta del páncreas, responsables de la producción de insulina. Por consiguiente, la administración de esta hormona resulta indispensable para la vida de los afectados.
El tratamiento normalmente consiste en inyecciones subcutáneas, que con el tiempo se convierten en problemas para la piel.
El hallazgo gracias a arduas investigaciones, prevé que la administración de proteínas u hormonas por vía oral no resulta tarea sencilla. En primer lugar, el ácido clorhídrico presente en el estómago degrada el compuesto proteico. Si apunte superara el obstáculo, la molécula hallaría un nuevo ambiente hostil en el intestino, pues las numerosas enzimas digestivas la inactivarían. Finalmente, la pequeña fracción de fármaco que pudiera permanecer intacta difícilmente se absorbería.
Pero la fórmula encontrada por los científicos parece que sortearía con éxito dichas barreras gastrointestinales.
Experimentos realizados en ratas mostraron que la administración de la hormona, junto con CAGE, compuesta por colina, un nutriente esencial que participa en varias funciones fisiológicas, y ácido geránico, una sustancia aromatizante ampliamente usada en la industria alimentaria, protegería la insulina, a la vez que facilitaría su asimilación.
Y según las pruebas realizadas la insulina con el CAGE en píldoras recubiertas redujo la concentración de glucosa en sangre hasta un 45 por ciento. Además, y a diferencia de la inyección subcutánea cuya acción terapéutica desaparece después de 4 horas, dicho efecto perduró a lo largo de 12 horas.
En su trabajo, los autores destacan, asimismo, la biocompatibilidad de la fórmula, ya que no daña el tejido intestinal, así como su alta estabilidad, de hasta 2 meses a temperatura ambiente. Aun falta la aplicación de estudios preclínicos para confirmar el potencial terapéutico del hallazgo.
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