El tema de las Enfermedades Infecciosas Emergentes (EID, según sus siglas en inglés) es sumamente importante toda vez que estas son causantes de grandes problemas para la salud de los seres humanos, constituyéndose en un importante desafío de salud pública mundial en el siglo XXI y de inestabilidad financiera, sobre todo en países emergentes como República Dominicana, endeudados hasta el tuétano, que con la actual pandemia del Covid 19 pone cada vez más lejos sus posibilidades de desarrollo.
En el 2008 Jones KE, Patel NG, Levy MA, Storeygard A, Balk D, Gittleman JL, y otros autores de la investigación Global trends in emerging infectious diseases, publicada en Nature, No. 451, año 2008, páginas 990–993, informaron sobre un crecimiento constante en los eventos EID reportados desde 1940 hasta 2004, lo que demuestra su creciente presencia en el escenario global.
Se estima que entre el 60 y el 75% de los EID están compuestos por enfermedades zoonóticas. Una enfermedad zoonótica es una enfermedad que puede transmitirse entre animales y seres humanos. Las enfermedades zoonóticas pueden ser provocadas por virus, bacterias, parásitos y hongos. De estas, más del 70% supuestamente se originaron en especies de vida silvestre, dice una investigación publicada en la revista científica Plos One, por un grupo de investigadores compuesto por Marc T. Valitutto , Ohnmar Aung, Kyaw Yan Naing Tun, Megan E. Vodzak, Dawn Zimmerman, Jennifer H. Yu y Suzan Murray, del Global Health Program, del Smithsonian’s National Zoological Park and Conservation Biology Institute de EE.UU.; Ye Tun Win, Min Thein Maw, Wai Zin Thein, Htay Htay Win, del Livestock Breeding and Veterinary Department, Ministry of Agriculture, Livestock and Irrigation, Naypyitaw, Myanmar; y Jasjeet Dhanota, Victoria Ontiveros, Brett Smith, Alexandre Tremeau-Brevard, Tracey Goldstein, Christine K. Johnson, Suzan Murray, Jonna Mazet, del One Health Institute, School of Veterinary Medicine, University of California, Davis, California. La investigación ha sido financiada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
Gracias a la investigación realizada en Myanmar y sustentada en biovigilancia, este grupo de científicos ha descubierto la existencia de seis nuevos coronavirus en murciélagos, ninguno de los cuales están relacionados con el SARS-CoV-2, que es el que provoca la COVID-19, ni con el SARS CoV-1 y el MERS-CoV.
La investigación plantea que la propagación de las EID se ha atribuido en gran medida a los cambios en la actividad antropogénica posteriores al crecimiento exponencial de la población humana desde la segunda mitad del siglo XX. El cambio de uso de la tierra a gran escala, como la deforestación y la conversión de la tierra para la agricultura, puede alterar las relaciones huésped-patógeno y aumentar las tasas de encuentro humano con la vida silvestre y sus agentes patógenos, lo que hace más probable la transmisión de especies entre especies. Para los patógenos establecidos, la pérdida de biodiversidad mediada por el ser humano a menudo conduce a poblaciones reducidas de especies hospedadoras subóptimas y a un mayor número de huéspedes competentes o amplificadores, lo que puede precipitar tasas de infección más altas en las personas.
Además, la intensificación de los sistemas de producción ganadera y avícola da como resultado poblaciones artificialmente densas de animales domésticos, lo que puede conducir a la amplificación y propagación de patógenos a los humanos. Aproximadamente dos tercios de los patógenos humanos ocupan sistemas complejos de múltiples hospedantes, y los patógenos con múltiples hospedantes animales, incluidas algunas especies de vida silvestre, tienen más probabilidades de convertirse en emergentes, dice el texto.
El protagonismo de los murciélagos
Los murciélagos son cada vez más reconocidos como los reservorios naturales de virus de preocupación para la salud pública. Ciertas hipótesis plantean que la capacidad de los murciélagos para transportar y transmitir patógenos zoonóticos se debe a sus características únicas de la historia de vida, incluida su capacidad de vuelo sostenido, potencial de dispersión a larga distancia, agregación en colonias densamente pobladas y adaptación a hábitats periurbanos.
Históricamente, los murciélagos se han relacionado con virus altamente patógenos que representan una grave amenaza para la salud humana, incluidos los coronavirus responsables del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), el ébola hemorrágico y los filovirus de Marburg, y los paramixovirus como como el virus de Nipah. La actual pandemia de síndrome respiratorio agudo que se originó en Wuhan, China, en diciembre de 2019 se ha relacionado con un coronavirus (denominado «SARS-CoV-2») que comparte una identidad del 96% con un coronavirus transmitido por murciélagos a nivel de todo el genoma. En algunos casos, estos virus pueden propagarse posteriormente a través del contacto de persona a persona después de la propagación de los animales, aumentando su potencial epidémico.
El grupo de científicos centró su trabajo en aquellos sitios de Myanmar en los que los humanos tienen más probabilidades de estar en contacto con la vida salvaje local, debido a una combinación de factores biológicos, ecológicos, socioeconómicos y antropogénicos, que hace que la región sea particularmente susceptible a las zoonosis emergentes que podrían impartir una considerable carga de salud pública y económica. Desde mayo de 2016 hasta agosto de 2018 recogieron más de 750 muestras de saliva y de heces de murciélagos de la zona, encontrando seis coronavirus desconocidos y uno que, aunque se había encontrado en el sudeste asiático, que no se había hallado antes en Myanmar. Los expertos creen que en los murciélagos se pueden dar miles de coronavirus, pero muchos de ellos no han sido descubiertos.
Los coronavirus (CoV) son una familia de virus de ARN monocatenarios envueltos que comúnmente infectan las vías respiratorias y gastrointestinales de mamíferos y aves. Los Alphacoronaviruses y Betacoronaviruses son de particular importancia para la salud humana, con SARS-CoV, SARS-CoV-2 y MERS-CoV, que han causado la enfermedad más grave en humanos hasta la fecha, pertenecientes al último grupo. La creciente evidencia indica que los murciélagos son los anfitriones evolutivos y el origen de estos linajes CoV. Además de los CoV asociados con humanos, los murciélagos también son anfitriones de coronavirus que infectan a los animales de producción, y se han implicado en la aparición y el origen del síndrome de diarrea aguda porcina (SADS), el virus de la gastroenteritis transmisible (TGEV) en cerdos y la diarrea epidémica porcina. (PED), que puede causar pérdidas considerables. Por lo tanto, los CoV transmitidos por murciélagos pueden representar una amenaza significativa para la salud humana y la producción de alimentos.
A pesar de estas amenazas de enfermedades infecciosas, los murciélagos son un componente indiscutiblemente esencial de los ecosistemas.
Su aporte al equilibrio está en que proporcionan servicios críticos como la dispersión de semillas, la polinización, el control de las poblaciones de insectos (incluidas las plagas de los cultivos y los vectores de enfermedades) y la fertilización a través del guano, lo que los convierte en activos invaluables para las industrias agrícolas y los pequeños agricultores. La importancia de los murciélagos para los ecosistemas y las comunidades humanas a la vez que son los reservorios naturales de muchos patógenos zoonóticos presenta un desafío para el control de enfermedades.
Las amenazas potenciales que representan los coronavirus transmitidos por murciélagos para la salud humana y ganadera requieren la identificación y caracterización de estos virus en las interfaces de alto riesgo entre humanos, animales domésticos y vida silvestre.
La detección de seis nuevos coronavirus
Se detectaron tres nuevos alfacoronavirus, tres nuevos betacoronavirus y un alfacoronavirus previamente descrito en murciélagos en Myanmar. Ninguno de los virus parecía estar estrechamente relacionado con SARS-CoV, MERS-CoV o SARS-CoV-2. Las muestras de guano representaron la mayoría de los positivos, lo que sugiere una importante ruta de transmisión para la eliminación del CoV de los murciélagos y un posible riesgo para las personas durante el acto de recolección de guano, sustenta el estudio.
La detección de virus en el guano también tiene implicaciones para la vigilancia futura, ya que el estudio demuestra el valor de la recolección no invasiva de guano para la vigilancia viral, lo que evita la necesidad de manipular murciélagos individuales para la detección de coronavirus. Los hallazgos complementan a los realizados anteriormente por otro grupo de expertos que perfilaron el viroma de los murciélagos insectívoros del norte de Myanmar, pero no detectaron coronavirus en ese estudio. (He B, Li Z, Yang F, Zheng J, Feng Y, Guo H, et al. Virome profiling of bats from Myanmar by metagenomic analysis of tissue samples reveals more novel mammalian viruses. revista PLoS One, 2013, No. 8).
Se encontró una diferencia en los positivos para CoV por especie, ya que las muestras de H. larvatus representaron el 83% de los positivos. Se ha encontrado una amplia diversidad de CoV en los murciélagos Hipposiderid, y nuestro estudio es consistente con esos hallazgos. Se encontraron cuatro CoV detectados en nuestro estudio de vigilancia en una sola especie huésped cada uno: PREDICT_CoV-90 se encontró solo en S. heathii; y PREDICT_CoV-92, -93 y -96 se encontraron solo en H. larvatus. «Es posible que estos hallazgos sugieran un cambio limitado del huésped y el intercambio viral de ciertos virus dentro de las poblaciones de nuestro estudio, un patrón consistente con observaciones previas de que los grupos virales probablemente están significativamente asociados con los taxones del huésped a nivel familiar. Sin embargo, se necesita más evidencia para dilucidar las relaciones y la ecología del huésped-virus en la región», expone el estudio textualmente.
Actualmente, la vigilancia activa de patógenos en las interfaces humano-vida silvestre en Myanmar es limitada. A pesar de los tamaños de muestra relativamente pequeños, el estudio detectó varios coronavirus en murciélagos insectívoros, lo que sugiere que aún queda más por descubrir.
Dadas las posibles consecuencias para la salud pública a la luz de la expansión de la actividad humana, se justifica la vigilancia continua de los coronavirus, especialmente en otras interfaces de especies y seres humanos.
Un estudio realizado anteriormente por Anthony SJ, Johnson CK, Greig DJ, Kramer S, Che X, Wells H, y otros, titulado Global patterns in coronavirus diversity, publicado en Virus Evol. 2017, estimó que se producen más de 3.200 CoV en murciélagos, la mayoría de los cuales permanecen sin descubrir.
Por tanto el grupo del Instituto Smithsoniano propone mejorar el esfuerzo de muestreo para incorporar familias de murciélagos más diversas y tamaños de muestra más grandes que puedan permitirles identificar más CoV en murciélagos en Myanmar. «Además, debido a que solo se amplificaron fragmentos cortos del gen RdRp conservado (328 pb y 434 pb) en este estudio, la secuencia de proteínas y los análisis filogenéticos no se llevaron a cabo, y la identificación de eventos de recombinación no fue posible», reconocen.
«Si bien esta es una deficiencia inherente de nuestra metodología, el propósito de este estudio no fue caracterizar completamente virus específicos, sino detectar en forma amplia los virus en murciélagos que viven cerca de comunidades humanas para comprender mejor las posibles fuentes de transmisión zoonótica en el contexto de estos interfaces humano-vida silvestre. Otros estudios pueden considerar la secuenciación genómica completa para un perfil más completo de los viromas de murciélago en este ecosistema. En particular, la evaluación de las secuencias de genes de espiga puede proporcionar información sobre el rango del huésped, incluidos los posibles eventos virales de intercambio o cambio de huésped».
El cambio en el uso de la tierra probablemente continuará acercando a las personas a los murciélagos, aumentando las tasas de encuentro y las oportunidades de contagio, facilitando la aparición de virus zoonóticos y apoyando la necesidad de vigilancia. Históricamente, las actividades humanas han jugado un papel importante en los eventos de transmisión entre especies. Después del brote de SARS, se han detectado coronavirus en numerosas especies de murciélagos en todo el mundo, incluso en Asia, África, Europa, América y la región de Australasia. La creciente evidencia respalda el papel de los murciélagos en la transmisión de virus de preocupación para la salud pública, incluidos el SARS-CoV y el MERS-CoV, y el potencial zoonótico de los coronavirus desconocidos transmitidos por los murciélagos garantiza una vigilancia vigilante y continua.
«Comprender su ecología y prevalencia en sus huéspedes naturales puede mejorar nuestra capacidad de detectar, prevenir y responder a posibles amenazas a la salud pública. Finalmente, dados los servicios esenciales del ecosistema proporcionados por los murciélagos, los esfuerzos de salud pública deberían abogar por medidas preventivas para proteger a las personas contra la transmisión de enfermedades y al mismo tiempo permitir que las comunidades humanas y los murciélagos coexistan en un paisaje compartido», concluye el estudio.
Detección de coronavirus en murciélagos de Myanmar
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).