MIAMI. Sí, tu hijo adoptivo tiene derecho a saber. Negarle la verdad de su origen puede tener consecuencias terribles para él y para ti también.
Durante mi carrera, he visto casos preocupantes y errores cometidos con terribles consecuencias, todo por desinformación. El acto de adoptar un niño es un hecho muy conmovedor. Al hacerlo, se mueven sentimientos profundos como el abandono que sufre el niño adoptado por sus padres biológicos, el dolor de la pareja con problemas de esterilidad, la construcción de una nueva familia alrededor de ese niño que ha nacido y cuyos padres biológicos no pueden o no quieren acoger y criar.
Recuerdo una madre que nunca le dijo a su hija que era adoptada. Como resultado, cuando la hija ya de adulta se enteró en la calle, desapareció de la vida de su madre adoptiva. La madre sufrió serios momentos de angustia y cuando finalmente la encontró, la llevó a mi consultorio.
La hija se negaba a hablarle y solo repetía «ahora cómo puedo creer en alguien, si mi madre me ha engañado por tanto tiempo». Necesitó muchos años de terapia y conocer a sus padres biológicos para volver a tener una relación con su madre adoptiva.
Tendemos a comportarnos para repetir lo que más tememos y así lograr que nos vuelva a ocurrir. La mayoría de los padres adoptivos temen profundamente decirle la verdad sobre su origen a los niños por miedo a perderlos, pero si no se los dicen cometen un grave error y solo logran que sus hijos se distancien, sientan mucha rabia contra ellos, y teman abrirse a la gente y confiar en ella. Hacen un razonamiento muy claro: si mis padres me engañaron sobre algo tan sagrado como es quién soy y de dónde vengo, no es seguro creer en nadie.
“La adopción es el acto que permite a un niño ser incorporado a una familia, distinta a la biológica, en forma definitiva en condición de hijo… Es la adopción una institución a la que un niño sin padres y sin familia tiene derecho. Ese derecho a ser adoptado es a su vez inseparable al derecho de conocer sus orígenes, que no es otro que el derecho a la identidad, propio de todo ser humano.”*
Así se debe decir a un niño que es adoptado desde que se le cambian los pañales, destacando que fue deseado y amado desde antes de nacer, que estaba en nuestro corazón desde siempre. Celebrar que tiene dos padres y dos madres, unos biológicos y otros adoptivos. Hablar delante de él o ella, de este hecho y cuando la gente pregunte por nuestro hijo, decir con naturalidad que es adoptado.
Al crecer, es muy posible que desee conocer a sus padres biológicos e ir a donde nació. Esto debe realizarse siempre que sea posible. Todo niño tiene derecho a conocer sus orígenes, no solo por el aspecto psicológico, sino también por el aspecto biológico y las implicaciones médicas en el futuro.
* (Adopción para padres e hijos: La construcción de la familia. María Ester Benchuya. Editorial Albatros, 2005).
Dra. Nancy Alvarez Psicología Clínica con maestría y post grados en terapia familiar de pareja y sexual. Miembro del Board Americano de Sexualidad y de APA.