Inicios del concierto el Dorado tour (Foto: Alfonso Quiñones)

PUNTA CANA. Shakira regresó a República Dominicana siete años después de su última presentación. Con los primeros acordes, inició el primer acto de la puesta en escena, con imágenes de su vida, desde pequeña hasta ahora, a unas 9:38 de la noche que marcaron la andadura de El Dorado tour, en producción local de Saymon Díaz (SD Concerts) y George Nader.

El campo de golf del Hard Rock Hotel y Casino Punta Cana, acondicionado esta vez, menor tamaño que los destinados a Rihanna, Justin Bieber y otros, estuvo lleno sobre todo de público extranjero, muchos turistas del propio hotel y de otras instalaciones turísticas de la zona. Algo que es positivo, ya que demuestra una vez más la potencialidad de este tipo de eventos para el turismo de Punta Cana. Hubiera sido diferente si hubiesen podido organizar el concierto viernes o sábado, pues mucha gente de la capital no pudo desplazarse desde allá debido a que viernes es laboral y regresar para atrás de madrugada siempre entraña un riesgo.

El telón imaginario lo abrió Shakira con Estoy aquí/ Donde estás un remix que marcó el nuevo timbre de viejas canciones, pasado por la música electrónica. Hubo lluvia de fuegos artificiales, de confetis. Luego después de los aplausos, se fue a negro y se escucharon aullidos de lobos. Sonido de tambores africanos. Cadenas en las manos. Hizo su baile que rompe las leyes de la física, sobre todo en esa alteración de las curvas de las caderas, el vientre, los brazos, que puso de moda desde hace al menos dos décadas, la danza del vientre árabe. Tanto movimiento, todo milimétricamente calculado. Pero el sonido de ella no se escucha bien. She Wolf. Auuuuu es el juego que hace con la mujeres.

Si te vas. Shakira va de un lado a otro. Las mujeres respondían sus coros. Luego la canción Nada. Más suave. Perro fiel. Una joven chellista da los primeros compases. Nicky Jam en segundo plano la voz en pista.

Presenta la banda compuesta por gringos salvo un afrolatino, ¿colombiano?. Saluda y agradece a su equipo que ha trabajado duro estos días, aunque se olvida de agradecer a la producción local. Se mueve más que lo que canta.

Underneath your clothes. Esta sí la cantó. Me enamoré más festiva. Inevitable, ella toca la guitarra. Chantaje a dúo con Maluma de quien se escucha el sonido más no se ve su imagen.

Efectos como de tormenta. Aparece en un video una niña contando una historia que se ilustra con sombras chinescas y música andina. Es el comienzo del segundo acto y un momento de altísima calidad poética y cultural en la puesta en escena. Shakira sale con una máscara detrás de la cabeza bailando a contraluz. Cambio de vestuario. Este tema es el de más interesante arreglo musical. Lanzan papelillos como si fuese polvo de oro. Whenever, wherever con elementos de Ojos así.

Tercer acto

Video interludio debajo del agua. Cuerdas en vivo, chelista y violinista. Canta y el público le responde. . Imágenes de borrasca y luego un sol que amanece.

Otro cambio de ropa. Palmadas, toca su guitarra. Canta Amarillo.

La tortura. Con Alejandro Sanz. La tortura real fue una muchacha desgalillada y desafinada cantando detrás de uno. Sanz fue poco de los artistas que salió en video de los artistas con los que hizo dúos virtuales.

Salió a la pasarela y se sentó en un banquillo. Acompañada de bongós y maracas. Cantó una canción que escribió a los 17 años de edad. Antología. El público la ayudó a cantarla. Un bolero. Ahí es donde demuestra su enorme talento para llegar donde ha llegado. Esa sola canción escrita a esa edad merece todo el crédito del público.

Luego, hojas de plátano en la pantalla. Can’t remember to forget you casi no se escucha. Luego toca la batería. El sonido al final muy alto.

Cierra ese acto con la canción de El Cata Loca.

En el acto IV pone un interludio de Bicicleta con instrumental en violín sobre fondo de house.

Luego, con intro de batucada canta Lalala (el tema de la Copa de Brasil 2014) y Waka waka. Falso final, falsa despedida.

En el encore: abre con un video de niños que pasan muchas dificultades para ir a la escuela en distintos puntos del planeta. Crea conciencia. Pies descalzos es la fundación que encabeza. Canta Toneladas. Sale con un vestido dorado que se quita y se queda con una pieza morada y descalza. Hips don’t lie. Nuevo arreglo. “Baila la calle de noche, baila la calle de día” canta y uno no puede evitar recordar a Luis Díaz. Salta danzando por el escenario de la enorme tarima de Saymon Díaz. La música se convierte en cumbia. Da las gracias de nuevo, se va a negro. ¨Muchísimas gracias por esta noche República Dominicana nunca los olvidaremos¨.

Comenzó a cantar a capella La Bicicleta, en video también apareció Carlos Vives. Y al final una lluvia finísima, espesa, de confetis que nublaron el aire.

El Dorado tour es un montaje de calidad superior. Con rayos láser, mucho colorido, diseño de luces y excelente puesta en escena con imágenes, baile y música. Una puesta en escena donde realmente Shakira cantó poco y bailó mucho.

Hay que destacar en Shakira su talento creativo. Basta con Antología, escrita a sus 17 años, para demostrar su maravillosa musa que le ha permitido ser una de las artistas latinas más influyentes de la historia. La vocación musical de Shakira fue demostrada con su capacidad para tocar guitarra, teclado, batería, pero sobre todo para bailar, con esa sensualidad que la caracteriza sin ser vulgar. Pero algo que atenta contra la calidad del espectáculo es una inseguridad latente, tal vez porque sabe que está doblando todo el tiempo, y el play back a veces es traicionero.

Otro elemento muy contraproducente son los baches entre uno y otro tema, que crearon una distancia que se fue haciendo casi infranqueable. Entre una canción y otra el show sencillamente se va a negro, en vez de utilizar ese tiempo en comunicarse con el público, algo que intentó en par de ocasiones y no lo logró. Falto una ovación duradera y espléndida, de esas que se saben dar por estos lares, a pesar de que descendió al público a dar la mano y tirarse fotos. Hizo de todo, pero algo no funcionaba. Y faltó porque desde esa tarima no fluyó la energía necesaria para que el público le correspondiera como le gusta a los artistas.

Sí, El Dorado tour es un gran montaje, técnicamente hablando; pero le faltaron algunos grados de calidez.

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