La periodista Scarlet Hernández hace pocas semanas renunció a su puesto en SIN, donde sin dudas tenía una presencia que había ido ganando en exposición y reconocimiento popular. La conocían como la muchacha del pajón, porque siguen existiendo seres superficiales y excluyentes.
Scarlet como periodista se caracterizó por la sobria calidad de sus reportes. Pero muchos de sus colegas desconocían de sus escondidas ansias de estar del otro lado de la noticia. No produciéndola, sino siendo ella la noticia de manera musical.
Esta semana finalmente dio el pistoletazo de salida al difícil mundo de la música, dando a conocer su tema Cuerpo y corazón, una balada rítmica con interesantes fusiones cuyos autores son ella misma y José Bordas, cocida al fuego de Robert García, Alex Mansilla y Furio Music y la producción de Julio César García, para la disquera Cesart Creative Music.
La propuesta de Scarlet -prefiero así, Scarlet a secas, o incluso Skarlet, que Scarlet Sky, un apelativo demasiado usado, hasta por modelos porno o nombres de cabarets de mala muerte o discotecas olvidadas del Sur- es arriesgada porque no va por el facilismo de la música urbana, ni por sus machacantes malas palabras, violencia y sexo, como las peores películas. Scarlet prefiere una balada rítmica que proponga una lírica más limpia, donde la sensualidad esté presente, pero no el desparpajo. Donde el ritmo sea esencial y pegajoso.
El timbre de Scarlet es cálido y dulzón, se parece mucho al de Carolina Solís, una de las más destacables, por su originalidad y calidad, cantautoras dominicanas de las últimas generaciones, quien no se ha adaptó a la brega de este mundo a veces ácido y cruel y se mantiene trabajando calladita en algún rincón de un banco.
Debe pues Scarlet tratar de alejarse de ese parecido y tal vez el camino sea cantar más los temas, lograr arreglos con más trabajo en los agudos que le permitan sacar su real voz, que apenas está insinuada en Cuerpo y corazón.
Muy bueno salir al ruedo con un tema propio. Y por ahí debe seguir, alejarse de versiones de temas conocidos, etc. Me gustaría ver un concierto de Scarlet donde incluya también boleros, bachatas, además de la balada pop fusionada. Creo firmemente en el regreso de géneros como el bolero y una mayor posición de la bachata -al menos en República Dominicana, que fuera del país probablemente lo sea, sobre todo en Europa y Asia- después de la sobresaturación rítmica de las variantes urbanas.
La imagen debe continuar trabajándola, hacia lo contrario de las tendencias. Si la tendencia es quitarse ropa, y ella es dueña de un hermoso cuerpo y seguramente un maravilloso corazón, además de una piel canela muy cuidada, le recomendaría todo lo contrario: insinuar, no entregarse. Vestuario de líneas que remarquen sus atributos, pero más nocturnos y sobrios, colores cálidos. Una imagen de castigadora, de deseada, pero no de burdamente entregada. Su imagen actual es fresca, pero poco impactante, aunque tiene algo caminado a su favor: el pajón que le han criticado pero que es su marca de agua. Y claro, para eso se necesita jompeo, es decir, dinero que permita producir en serio una artista con tremendo potencial como el de Scarlet.
Aún queda mucho por conocer de Scarlet desde el punto de vista musical. Desconozco sus reales gustos musicales. Pero no debería desdeñar probaditas con ningún género, incluidos ademas de los antes mencionados, la salsa, el rock; hacer maquetas y moverla entre expertos en los cuales ella crea. Y no es porque Cuerpo y corazón esté mal, sino que como apenas está comenzando a hacer realidad sus sueños, explore todas sus posibilidades.
El mundo del espectáculo va por derroteros cada vez más alejados del arte. Pero hay que insistir. Y mientras existan casos como el de Scarlet, probablemente no todo esté perdido.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).