El general ruso Beliáev, con los indios Makas en Paraguay (Fuente externa)

Cuando era niño, mi abuelo que había sido dueño de bodegas (colmados), había perdido en la refriega nacionalizadora además de cientos de cabezas de ganado y tierras, y sus tiendas, el único televisor que había en su casa. Por eso cuando daban más o menos las 6:30 de la tarde o 7:00 de la noche salíamos caminando a casa de tía Lolín a ver el noticiero de televisión y ver a Luis Gómez Wangüemert, aquel señor de rostro alargado y voz profunda que hablaba del mundo y la política.

Había que remontar toda la calle Teniente Cañón del reparto La Vigía, en Camaguey. Ibamos a pie, tampoco había quedado automóvil en pie, ni existían guaguas que nos acercaran a la calle del Rosario, pasando la línea del tren.

Por aquella época mi abuelo tendría la edad que yo tengo ahora o quizás menos. Le acababan de quitar todo. Pero él trataba de seguir trabajando, en lo mismo. Tenía una manera única de empacar el café, el azúcar, los granos, el arroz, en aquellas resmas de papel de bodega, que así le llamaban, que más nunca he podido ver en nadie más.

Su paso era cansino, porque -siempre lo he pensado- padecía de una tristeza crónica, la depresión del hombre que ha perdido todo el dinero, que se lo han arrebatado todo y además lo han humillado poniéndole de jefa, en el negocio que levantó sin hacerle daño a nadie, a la misma persona que vino a intervenirle la última tienda.

Así que íbamos en fila india por la derecha de la calle pavimentada. Mi abuelo abría el camino; andaría por los 50 y tantos. La edad que yo tengo ahora. Pero su paso, repito, era cansino. Detrás iba yo, y luego mi abuela.

Íbamos así para evadir cualquier transporte que pudiera atropellarnos, desde un auto, una bicicleta, una moto o un carretón. La casa de tía Lolín, que se había quedado también sin negocio, quedaba para mí muy lejos. Yo andaría entonces por los cinco o seis años.

Por las montañas, en fila india (Fuente externa)

Cuando llevaba pocas cuadras caminadas mi abuela Margot le decía a mi abuelo: «David, carga al niño que ya va cansado», y seguíamos en fila india. Mi abuelo cargándome a mi adelante y mi abuela detrás.

Ir en fila india era seguir la misma tradición incrustada en el ADN, desde tiempos inmemoriales, por los nativos del continente. Ir en fila india era la única manera que tenían los indios de andar por los senderos que solo ellos conocían, según descubrieron los conquistadores españoles, no más entraron en contacto con ellos.

No existían grandes caminos porque los nativos de estas tierras no conocían la rueda, tampoco el arco, por tanto no tenían carros tirados por animales. Cuando un grupo familiar se iba a desplazar a otro lugar, tenía que hacerlo en fila india, con una distribución jerárquica que encabezaba el hombre de mayor importancia o experiencia. Era él quien iniciaba la marcha poniéndose al frente del grupo. Como hacía mi abuelo.

De hecho los puentes colgantes que construían los nativos eran estrechos y de fibras vegetales, para que pasaran… en fila india. Tan es así que aún hoy, siglos después, los indígenas americanos se desplazan por las ciudades y las avenidas, en ese mismo orden, uno detrás de otro… en fila india.

Lo he visto en los nacionales haitianos cuando caminan por las calles dominicanas, y en las familias provenientes de islas antillanas, que me recuerdan el olor a alcanfor y anís, que les precedía cuando llegaban a casa de mi abuela Silvia en la carretera de Embarcadero.

Aquel pedacito de tierra que pudo mantener mi abuela Silvia en Banes, aún sigue, allí, cerca del cementerio, pero sin producir nada por los altos impuestos y los enormes obstáculos estatales para producir ni un tomate en los surcos que también caminaba mi abuela en fila india, junto a mi tío Cuchito y mi padre, cuando iba a buscar a los nietos que se bañaban en una de las pozas que había al final del sembradío de acelgas y lechugas, bastante cerca de donde apareció la Virgen de la Caridad del Cobre flotando en la Bahía de Nipe, en los tiempos en que todavía había nativos en Cuba y se trasladaban por toda aquella región… en fila india.

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