Así como dice el título de este texto, parece que es lo que sucede en Santiago de los Caballeros con las autoridades del Gran Teatro Regional del Cibao: «en tiempos del dembow, el jazz e’ pa’ fuera que va».
Uno de los contados con los dedos de una mano (y sobran dedos), encuentros con la música que quedaban, en espacios estatales, es mandado a la calle. Los Lunes de Jazz que se realizaban en el Bar Moisés Zouaín, han sido clausurados en ese local. Se trata de un espacio que ha estado brindando música de calidad durante 13 años, cada lunes. Obvio menos aquellos lunes que este mundo ha estado detenido y en silencio.
Según los organizadores del espacio, «las autoridades del Ministerio de Cultura han manifestado que no es rentable mantenerla en esas instalaciones. Nos han propuesto el pago de alquiler para poder continuar, lo cual se nos hace imposible, ya que no contamos con patrocinadores que auspicien este importante espacio que ya es tradición para los músicos, el arte y la cultura de nuestra querida Ciudad Corazón».
Ante el embate del dembow, que como se sabe es el detritus de lo peor de eso que llaman música urbana, la opción que ofrecen las autoridades culturales santiagueras es ¿cerrar los espacios de música verdadera? ¿Tal vez el único espacio para que la música inteligente se adueñe de los oídos de una ciudad corazón que se va quedando sin latidos?
¿En serio?
Es muy mal que vamos, si tenemos en cuenta que según la Ley 41-00, el Ministerio de Cultura, que debe garantizar el acceso de todos los ciudadanos a las infraestructuras artísticas y culturales; considerar a los gestores culturales al formular la política cultural; garantizar el derecho a participar de la vida cultural; apoyar y estimular a las personas dedicadas al desarrollo y a la promoción de expresiones artísticas y culturales y promover las expresiones culturales de los ciudadanos dominicanos, desconoce todos estos principios de actuación consagrados en la letra escrita.
¿Acaso no se podían buscar opciones? ¿O alguien necesitaba el espacio de los lunes para algo?
Se necesitan autoridades en el sistema cultural con detector de m…, que se den cuenta que en estos tiempos es un lujo contar con un espacio que si bien no te paga un alquiler te deja dividendos intangibles, puesto que cada momento de esparcimiento con arte, con música de calidad, es un metro que se le gana a la desidia, un centímetro que se le gana a la mediocridad, un milímetro que se le gana al desatino, una milésima de milímetro que se le gana a la frivolidad, una millonésima de milímetro que se le gana a la banalidad, una mil millonésima de milímetro que se le gana a la incultura. ¡Que en cuanto a cultura, todo vale!
Ahora mismo no hay patrocinio para nada que no sea dembow. Comenzando por las fuerzas más oscuras -esas que con ánimo de tintorerías, dan lavado enjuague y secado en ciertas discotecas-, hasta las empresas de mayor prestigio. Así las cosas, la música de verdad, esa que no envenena el corazón de los niños, esa que no promueve la drogadicción, la sexualización, la violencia, ni la beatificación de la imbecilidad, es la que no tiene derecho a existir.
¡En tiempos del dembow, el jazz e’ pa’ fuera que va!
¡Vamos mal, ministra, vamos mal!
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).