SD. La primera novia de Luis Miguel, Mariana Yazbek, le deseó hace apenas un día que triunfe y rehaga su carrera. Es un buen deseo. Y lo necesita mucho. El Sol de México se presentó en la noche de este viernes, en el estadio Olímpico de Santo Domingo, para unas 20 mil personas, en un concierto pasado por agua. Y sí, tuvo éxito. No se puede decir que no.
«Tú verás que va a comenzar a llover cuando él arranque a cantar», dijo Daysi a mi lado, con boca de chivo. Así fue. Primero comenzó a jarinear (me encanta esa palabra), y luego arreció un poco, pero al fin la lluvia dejó que las dos horas de show fuesen realidad.
Si la primera novia de Luis Miguel, que era muy bella, es hoy día una señora no muy agraciada, que más parece su tía, tampoco es que Luismi, como le dicen sus fans, sea tan joven ni tenga la misma voz, ni la misma pinta de hace unos años. Todo lo contrario. Si sigue así, el intérprete de La Bikina no durará cantando más allá de un quinquenio.
La calidad de su voz ha descendido de manera notable, sobre todo para un hombre de apenas 48 años, y la marca de la edad se le nota ya; tanto que yo pensaba que andaba más allá de los 50.
Dicen que Luis Miguel padece de tinitus, el zumbido que puede deberse a la exposición a sonidos altos.
La gira México por siempre arrancó el 21 de febrero del 2018 y un año y un mes después acumula 126 conciertos hasta hoy. El próximo será en Puerto Rico este domingo 31 de marzo, pero de ahí se irá a Estados Unidos hasta el 16 de septiembre.
Cuando arrancó el concierto lo hizo con el tema Si te vas. Y comenzó frío, impersonal, lejano. La gente lo aplaudió porque hacía ocho años no cantaba en el país.
Por ahí siguió raudo a Tú solo tú. Y ya en la segunda canción uno se dio cuenta que sí, ha pasado el tiempo en él, como en todos. La gente lo esperó con cariño. Pero amor no quita conocimiento. Por momentos Luis Miguel gritaba, en vez de cantar. Y en muchos tramos de la escalera del concierto se notaba inseguro. O bajaba par de tonos, para adecuar la canción a sus posibilidades. Pedía a cada rato más volumen en sus referencias. Hubo una de las primeras canciones, que ahora no recuerdo que tenia el playback, donde falló claramente en doblarla par de veces. Y tal parece que él mismo dijo quítenme esa vaina, e hizo lo que pudo. Que al menos se entregó con honestidad.
Amor, amor, amor, cantó con la gente de pie. El público lo coreó. Cuando terminó el jarineo se llamaba llovizna. Devuélveme el amor y Suave las pasó haciendo señas de algo que pasaba y entraron dos hombres con toallas que pusieron a sus pies porque sí, el aire le salpicaba con el agua y podía resbalar. Volvió a pedir que entraran a secar, y pusieron toallas otra vez.
El primero de los medley dio inicio con Por debajo de la mesa, fue cantada con más seguridad. Más sentida. Hasta ese momento Luis Miguel no estaba conectado con el concierto. Estaba más preocupado en dar las notas, cuestión que le costaba sacrificio en algunos instantes, o en que si quería más alta la referencia de sus auriculares, que mira, aquí adelante esto está mojado y vengan a secarlo. Después interpretó No sé tú, del inmenso Armando Manzanero.
Enseguida arrancó el segundo medley de la noche Un hombre busca una mujer, Cuestión de piel, Oro de ley, y regaló Culpable o no una de las mas coreadas. A esas alturas ya su camisa estaba empapada por la lluvia.
Te necesito fue otro tema movido y bien recibido. Puso otro medley con Amante del amor, Más allá de todo, Fría como el viento (muy coreada), Tengo todo excepto a ti, y Entrégate (otra muy cantada).
La Banda la integraron un tecladista, piano, bajo, guitarra, batería, trompeta, dos saxos, dos coristas, a quienes nunca presentó.
Hasta que me olvides, fue, esta sí, la mejor cantada hasta el momento.
El próximo medley incluyó No me puedes dejar así, hizo una pausa y salió del escenario. Arreció el agua. Volvió cambiado de ropa y terminó el medley con Palabra de honor y La incondicional.
De medley en medley fue saltando épocas: Separados, luego 1 +1=2 enamorados, Directo al corazón.
El diseño de pantallas era más o menos interesante pero poco figurativo. Salvo pocas veces como con La incondicional donde ilustró con el clip.
Fue entonces el turno de Tú y yo, donde jugó con la voz y el bajo o el saxo indistintamente. El final fue un tema sumamente dilatado, que incluyó un esfuerzo casi sobrehumano para supuestamente demostrar que tiene buena la voz, algo que se pasó toda la noche tratando infructuosamente de demostrar y en cuyo esfuerzo contaba con la complicidad de banda y técnicos. Al fin mencionó el país y lo hizo, porque le tenían las luces de los celulares encendidas. Fue el momento más luminoso de Luis Miguel en la noche. La melodía continuó por dos espacios dilatados más, con melopea de saxo. Se alargó por cinco minutos más incluso, y hasta que él no dio la orden no pararon, aunque las luces del escenario estaban ya apagadas.
Al piano Interludio de La barca, La mentira, e Historia de un amor, de Carlos Eleta Almarán.
Luis Miguel debe centrarse en ser él, en preparar su cuerpo y su espíritu para sí mismo, en calentar los motores antes de subir, en dejar la inseguridad fuera del escenario, en asumir que no es el muchacho aquel de cuando estrenó Cuando calienta el sol, en estar convencido de que todo va a salir bien, en adecuar los arreglos a sus posibilidades vocales actuales y dejar de tratar de hacer artes marciales, contorsionismo y magia, con una voz que no es la misma. Saber que sigue siendo una leyenda a pesar de todo, gracias ahora a la recarga de baterías que le significó la serie de Netflix sobre su vida. Si hace eso, puede durar varios años más. Sin griterías, con la voz en paz consigo mismo. Y con el proceso natural de envejecimiento, en paz, asumido como algo natural, que él definitivamente será muy sol de México, pero no un dios.
Hay que decir que el público dominicano le correspondió con extraordinaria calidez. Saymon Díaz le preparó un venue a la altura de su leyenda, donde Claro y Banreservas fueron muy dignos patrocinadores. Y el público le participó, se lo gozó y alimentó el mito.
Con Será que no me amas, salió de nuevo a escena en otro cambio de ropa, con una camisa azul de seda a rayas, para regalar el momento más cercano al Luis Miguel que conocemos, y arremeter, un medley con Decídete, Muchachos de hoy, Ahora te puedes marchar, La chica del bikini azul, Isabel y el final de finales con Cuando calienta el sol. Que sin dudas convirtieron a este en el mas alegre de los popurrís.
Y en ese final, lanzó rosas al público, en medio de una lluvia de confetis y enormes pelotas de hule que corrieron por Special Guest y llegaron hasta VIP.
La banda musical anónima siguió dándolo todo, por allá arriba, a todo dar. Más confetis, algarabía, hasta que Luis Miguel salió de la escena.
En general se extrañó a los mariachis, para que la propuesta fuese más mexicana. Y por último tiene que hacerle caso a su primera novia.
Que triunfe y rehaga su carrera. Eso.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).