Nadie firma el ukaz, nadie da la orden.
El fantasma del lenguaje políticamente correcto es un fenómeno de la sociedad, de doble moral, impositivo, un cepo invisible que nos obliga a auto censurarnos.
Lo políticamente correcto es dañino y funesto, limitante y falaz. Significa la adhesión inamovible a una serie de ortodoxias ideológicas, que a la larga nos desarman. Lo políticamente correcto no es sincero, es hipócrita.
«Por hipocresía llaman al negro, moreno; trato a la usura; a la putería, casa; al barbero, sastre de barbas y al mozo de mulas, gentilhombre del camino», escribió Francisco de Quevedo, revelando que lo políticamente correcto nació desde que probablemente exista civilización.
¿Lo políticamente correcto viene a ser entonces dejar de llamar a las cosas por su nombre?
Lo políticamente correcto parece ser la imposición de una determinada moral, relativa a la sociedad, bajo la amenaza de ser descalificado personalmente si no se acepta.
Entonces, lo políticamente correcto, es también quizás un poco, una cesión de puntos de vista, con tal de ser aceptado en sociedad.
Ojo, no se puede confundir el desdén hacia lo políticamente correcto con el abuso hacia los diferentes, ni con los prejuicios raciales, religiosos, de género, edad o preferencia sexual. Ni tampoco lo políticamente correcto con que no se luche por la equidad. A pesar de que Honoré de Balzac dejó escrito que “La igualdad tal vez sea un derecho, pero no hay poder humano que alcance jamás a convertirla en hecho”.
Es políticamente correcto que el Congreso imponga la lectura de la Biblia en el sistema educacional dominicano. A mí me parece bien. Pero también sería políticamente correcto que se estudiara el Popol Vuh, el Ramayana, el Corán, el Tanaj, el Tripitaka, las Sutras hinduistas, el Adi Granth, el Rig Veda, entre otras sagradas escrituras. Pero sobre todo por una actitud cultural de aprender y conocer las diferentes culturas, religiones, sistemas de creencias, literaturas ancestrales, etc.
¿Es o no es políticamente correcto decir que muchos pastores evangélicos o cristianos se convierten en prominentes millonarios, a costa del diezmo de los fieles?
¿Es políticamente correcto recordar que no solo entre los curas hay pederastas, sino también entre los pastores, entre los deportistas, los científicos, los profesores, los parqueaderos, los propios padres?
¿Es políticamente correcto recordar de vez en cuando, los tipos de tortura que utilizaba la Iglesia Católica durante la Inquisición?
Una de las torturas preferida era la pera oral, anal o vaginal. Eran forzados en la boca, recto o vagina de la víctima y allí expandidos a fuerza por el tornillo a su máxima apertura. El interior de la cavidad en cuestión era irremediablemente mutilada, y casi siempre fatalmente. Las puntas al final de los segmentos servían para cortar mejor la garganta, los intestinos y el cervix. El uso de la pera originalmente fue ideado para aquellas mujeres que habían sido encontradas culpables de la unión sexual con el diablo o sus familiares.
El peor de todos era el llamado ´la Sierra´. Colgaban al «culpable» por los pies, cabeza abajo, con las piernas debidamente abiertas y con una sierra de aquellas antiguas, que manejaban dos personas, una en cada extremo, iban abriendo el cuerpo, desde los testículos y la región perianal, hacia abajo. Como el cerebro se mantenía irrigado de sangre y oxígeno, la víctima no perdía la conciencia hasta que llegaban a la cabeza, que era entonces que moría.
Así las cosas, ¿es políticamente correcto decir que lo que era prohibido ahora se nos restriega en los ojos como algo obligatorio?
Por ejemplo, antes era prohibido ver una escena de homosexualidad en una película. Ahora es obligatorio. Y ambos extremos son funestos.
Varias de las películas que vi recientemente en Cannes incluían o trataban sobre el tema del homosexualismo, en varias de ellas estaba de más, se podía prescindir de las escenas. Y flaco favor se hace el movimiento LGBTIQ de mundo con el lobby que dicen algunos que ejercen para incluir este tipo de filmes en algunos festivales. El sexo sea cual sea, tiene que estar justificado de manera absoluta para que funcione. Por eso la película de Adelatif Kechiche con el cunnilinguis de sexo explícito fue rechazado por muchos, así como en la Semana de la Crítica del 2018, en Cannes, la película Sauvage, ópera prima del cineasta francés Camille Vida-Naquet, provocó que mucha gente saliera del cine, después de escenas de sexo gay explícito.
¿Acaso llegará el momento en que los heterosexuales tengamos que hacer un #MeToo?
Creo que la elección sexual de cada quien es algo personal y que hay que respetar y que defiendo. Tengo amigos y amigas que son gays y lesbianas. Y creo que están de acuerdo conmigo.
El abuso del tema, lejos de lograr que se vea como algo normal, natural, trae reacciones opuestas en algunos.
Solo que casi nadie dice nada sobre esto por lo políticamente correcto.
Hace días que escribí este texto, pero no lo había publicado por aquello de… lo políticamente correcto.
Alfonso Quiñones (Cuba, 1959). Periodista, poeta, culturólogo, productor de cine y del programa de TV Confabulaciones. Productor y co-guionista del filme Dossier de ausencias (2020), productor, co-guionista y co-director de El Rey del Merengue (en producción, 2020).